sábado, 26 de diciembre de 2020
2020
Este año nos pide que al cuerpo le pongamos más alma. Como dijo por ahí un amigo de la vida: es mejor quererse que tratar de tener razón.
miércoles, 23 de diciembre de 2020
Cerezas
Que se esté terminando este año con todos en la familia vivos, eso para mi es la felicidad.
viernes, 11 de diciembre de 2020
jueves, 10 de diciembre de 2020
Sobre el dolor
A veces siento que tu dolor es para que los que te rodean aprendamos el poder de la compasión y el amor. Es extraño que tu dolor físico produzca rechazo, enojo, frustración. Cuando vemos sufrimiento deberíamos cultivar la flor de la comprensión.
miércoles, 9 de diciembre de 2020
Tiempo a los seis años
-¿Y eso es mucho o poco?
-Es mucho, no me aguanto.
-Depende de lo que estés haciendo.
-Hay veces que el tiempo pasa re lento y hay veces que pasa muy rápido.
-Eso es porque cuando te aburrís el tiempo pasa más lento. Pero si te divertís el tiempo pasa más rápido.
-¿Entonces hay que divertirse todo el tiempo?
-O podrías dormir. Hay gente que para pasar el tiempo, duerme.
-Podríamos dormirnos acá (señala el sofá de la casa de los abuelos) hasta que llegue la Navidad.
viernes, 27 de noviembre de 2020
Diego y el protocolo
¿Saben lo que es un oxímoron? Es una figura retórica. Consiste en juntar una palabra con otra de significado contradictorio u opuesto. Se usa mucho en poesía. Por ejemplo: digo "fuego frío" y estoy diciendo un oxímoron porque el fuego nunca es frío. Digo: "Diego protocolo" y ni siquiera es poesía. La patada del Diez manda el "protocolo" al arco. Goooooool.
Eso es lo que pasó un poco ayer.
Lo inexplicable de la masa desbordada no va con el protocolo. Eso lo sabemos todos. Su muerte, como su vida, iba a ser fuera del protocolo. No digo que esté bien ni mal. Simplemente así son las cosas.
La única forma era reprimir. Algo que, se sabe, este gobierno, no quería que sucediera.
jueves, 19 de noviembre de 2020
Lo mejor de la pandemia
domingo, 15 de noviembre de 2020
Arenas movedizas
-Sí, claro.
-Pero no se lo podés decir a nadie. Ni siquiera a Nico.
-¿A Nico tampoco?
-Bueno a él sí, pero sólo a él.
-Bueno.
-¿Vos sabías que hay distintos tipos de arena?
-No, ¿cómo sería eso?
-Hay arenas secas, arenas mojadas... y hay arenas movedizas.
-Uy, sí, qué miedo me dan.
-¿Sabés lo que son? Son unas arenas que te chupan los pies.
-¿Los pies nada más?
-No, bueno, te pueden tragar entero.
-Uy, qué miedo.
-Sí, pero yo te voy a contar el secreto de cómo te podés salvar.
-A ver.
-Con mi amiga Elu nos pusimos a investigar y descubrimos un video que te explica qué tenés que hacer para salvarte.
-Ah, qué bien.
-Entonces lo que tenés que hacer es mover el pie así.
-¿Así?
-No, no, lo estás haciendo mal, te estás moviendo toda y así te hundís más. Sólo tenés que mover el pie.
-Ah... ¿así?
-Sí, mejor.
-Bueno, voy a tener que practicar.
-Sí, y otra cosa muy importante que tenés que saber es que si te hundís en la arena movediza tenés que sacarte todo lo que te pesa y arrojarlo muy lejos.
-Claro, para pesar menos.
-Sí y tenés que sacar rápido los brazos, para arriba. Y mover el pie.
-Entonces me saco lo que me pesa, subo lo brazos hacia arriba y muevo el pie como vos me enseñaste.
-Sí... y así no te vas a hundir.
-Gracias Lolo, me ayudaste mucho hoy. Te quiero mucho.
-Yo también te quiero, Flor.
jueves, 12 de noviembre de 2020
A ras del suelo se ven las flores más pequeñas
"Medida del suelo. Tranco, salto, levitación, anhelada ingravidez sobre el suelo. La danza."Alejo Carpentier, La consagración de la primavera.
Vivir a ras del suelo.
Cuando comencé a practicar zen shiatsu esta frase se me hizo carne en el cuerpo. Vivir conectados con el suelo proporciona un hara inteligente, fuertemente anclado a la tierra. Conectar las palmas de las manos con la tierra, que la tierra sea nuestro sostén, que haya un otro en la tierra y, por ende, sea nuestro sostén. Y en esta unión sentir el Qi por todo el cuerpo, como un ramalazo brillante.
Ah.
Me faltó el suelo en estos meses.
Tuve que andar a tientas,
con mis manos vigilantes deshojando ausencias.
Es que a ras del suelo se ven las flores más pequeñas,
las más insignificantes, las más austeras
las que sin saberlo,
con su mera presencia,
brindan el néctar de la existencia.
lunes, 9 de noviembre de 2020
miércoles, 4 de noviembre de 2020
Sueño de pandemia
Estoy releyendo Crónicas del pájaro que da cuerda el mundo. La historia no me atrapa tanto pero sí reconozco que me resuenan algunos párrafos que en otro tiempo me hubieran resultado insignificantes.
Por ejemplo, Kumiko desaparece y Tooru Okada, o mejor dicho, el señor-pájaro-que-da-cuerda, como le llama tiernamente May Kasahara, entra en un sueño turbio. Mejor dicho, la realidad del señor Okada es tan irreal, los hechos que le han sucedido en los últimos días son tan increíbles que le entran unas ganas muy intensas de dormir: "No era un sueño corriente. Era intensísimo, casi violento. Me arrancaba la conciencia como si alguien le arrancara la ropa a un ser indefenso".
Tengo exactamente este tipo de sueño últimamente. No puedo evitar irme a dormir. Y en ese lapso, ocurren sueños en mi conciencia que en la vigilia me están vedados.
Por ejemplo, sueño que en el fondo de casa se enciende un objeto. Primero saltan unas chispas tímidas hasta formar una hoguera. Yo desenrollo la manguera y, con gran parsimonia, esparzo el agua sobre el fuego en forma de lluvia. El fuego enmudece. Luego con una escoba voy barriendo pedacitos de barro húmedo que han quedado debajo del futón de shiatsu.
sábado, 31 de octubre de 2020
Horizonte
jueves, 29 de octubre de 2020
Una nave
Abro las persianas de la habitación que supo ser alguna vez un estudio. Hoy es una nave con la cual sorteo el gran océano de las horas. El panel de controles está contra la ventana que da a un árbol. Hoy el árbol amaneció brotado pero los vidrios despiden un frío glaciar. ¿Qué estará pasando afuera? Aprieto unos botones y la máquina me da la información de la temperatura, el día, las horas. Siempre las horas. Abro el calendario donde se suceden las listas, los datos. Tecleo un título, programo una reunión y mando un enlace en el tiempo. Alguien del otro lado recibe el código, lo descifra y ahí vamos. En mi ventana aparece un ser humano listo para su clase del día.
miércoles, 21 de octubre de 2020
No se debe oponer resistencia a la corriente
En las páginas de mi edición Crónicas del pájaro que da cuerda al mundo hay muy poco subrayado. Casi diría que no subrayé nada. Fue un libro que devoré. La historia me atrapó al punto de sentirme yo misma Tooru Okada preparando espagueti a media mañana, planchando camisas para calmarse (a mi me calma planchar mis pantalones de shiatsu que son de puro algodón), buscando a un gato perdido, bajando por el pozo de la mansión de los Miyakawi, interactuando con todas esas mujeres raras: Kumiko, May Kasahara, Malta y Creta Kanoo, escuchando las predicciones del señor Honda.
Sin ir más lejos, una de las enseñanzas del señor Honda me llegó tan profundo que la seguí al pie de la letra en varias ocasiones.
"No se debe oponer resistencia a la corriente: hay que ir hacia arriba cuando hay que ir hacia arriba, y hacia abajo cuando hay que ir hacia abajo. Cuando debas ir hacia arriba, busca la torre más alta y sube hasta la cúspide. Cuando debas ir hacia abajo, busca el pozo más profundo y desciende hasta el fondo. Cuando no haya corriente, quédate inmóvil. Si te opones a la corriente, todo se seca. Si todo se seca, el mundo se ve envuelto en tinieblas"
Es el único subrayado de un libro extenso que contiene 681 páginas. Este subrayado me llevó al año siguiente a estudiar zen shiatsu.
Así de importante fue el señor Honda, un personaje de un libro de Murakami en mi vida.
martes, 20 de octubre de 2020
Queremos tanto a Patti
Leo a Patti Smith y me entran unos enormes deseos de tomar café negro muy caliente. A la derecha tengo el mate recién hecho. No es lo mismo pero va a servir.
Desde que leo a Patti Smith tengo sueños iridiscentes que no logro descifrar bien. Me despierto varias veces en la noche sintiendo la mirada de los muertos. La gata aprovecha para cambiar de lugar y su larga cola me estremece la piel.
Nunca me interesaron mucho los viajes pero cuando leo a Patti Smith siento que viajar cobra sentido, que su mirada me transporta más allá de lo mundano, que en realidad sus viajes son la excusa perfecta para celebrar la amistad y la soledad, el amparo de las habitaciones de hotel, el desarraigo de las calles desconocidas, la luz que cae diferente en las páginas de los libros, el gusto amargo del café.
Leo sus palabras y me entran unas ganas de escribir en cuadernos desprolijos, con letra pequeña y entrecruzada, quiero dibujar diagramas, hacer listas, sacar fotos, tocar la guitarra, amar mucho, desear el bien.
lunes, 19 de octubre de 2020
Otro mensaje al mar
viernes, 16 de octubre de 2020
Trashumante
Me siento como esa telaraña: delicada, resistente.
En equilibrio trashumante.
miércoles, 7 de octubre de 2020
Me empecé a relajar y me contracturé
Una contractura muy vieja que se empezó a soltar. Pero se ve que por algo estaba porque sostenía algo de mi estructura.
Así que anduve con los omóplatos sueltos y el cuello duro. Me río para no llorar. Bah, no, ya lloré un buen rato. Pero los sollozos me dolían así que tuve que respirar profundo para dejar de sollozar. Y como empecé a respirar profundo creo que se me alivió el dolor. Y es que me di cuenta de que me estaba riendo.
Y al reírme ya no dolía.
lunes, 28 de septiembre de 2020
Cuidar la infancia
-¿Sabés lo que voy a hacer hoy?
-No, ¿qué vas a hacer?
En un susurro me dice:
-Me voy a dormir a lo de Elu.
-¿En serio?
-Sshhhhhh, sí, voy a romper la cuarentena.
Elu es la amiga del alma de Lolo, su gran compañera de juegos. Han llegado a formar una banda por zoom con otros compañeritos del jardín. Imagino esa banda desconectada, el zoom andando a los altibajos de la internet y estos pibes de cinco años intentando conectar de alguna forma. Lolo dice que cuando acabe todo esto la banda se va a juntar "en forma presencial" y van a sonar mejor.
También es cierto que los papás de Elu cuidaron de Lolo cuando mi hermano tuvo que llevar a mi cuñada al hospital. Viven cerca y eso ayuda mucho pero además también son muy buena gente.
Me parte el alma que mi sobrino de seis años sienta que ir a jugar con una amiguita es incurrir en una falta.
En estos tiempos, más que nunca: cuidar la infancia, no perder los vínculos, establecer un equilibrio entre lo sanitario y lo social.
Me pregunto cómo se sale de esto.
miércoles, 16 de septiembre de 2020
Ausencia de comunidad
En el futuro, luego de mucho esfuerzo, los primeros seres humanos logran su primer asentamiento bajo tierra para protegerse de la tremenda radiación que hay en Marte (la atmósfera del planeta rojo es muy delgada). Tienen la tecnología necesaria para abastecerse de electricidad, agua, oxígeno. Suficiente para un pequeño asentamiento pero no abundante. Desde la Tierra los poderosos quieren que el asentamiento prospere y crezca. Para ello se necesita más energía. Mandan a una gran científica, una mente brillante, la mejor experta, que va a triplicar la energía en el asentamiento de modo que permita que el invernadero crezca y se multiplique la comida. También envían al mejor botanista del mundo, un hombre obsesivo con sus plantas que sabe muchísimo de cultivos pero muy poco de empatía.
Sucede que Marte tiene durante meses unas tormentas de polvo que azotan a todo el planeta entero. No hay forma de predecir como se comportará la topografía. Marte se convierte en un infierno y sólo resta esperar. La gran científica, de mente brillante, experta en su tema, le dice a la comandante de la misión que ella fue a cumplir con una misión y que la deje hacer su trabajo. La comandante le explica que es muy riesgoso, que no conoce Marte como ellos que han estado viviendo allí alrededor de tres años. La científica brillante dice haber hecho miles de simulaciones en la Tierra y que todas salieron bien y que ella está ahí para duplicar la tecnología y duplicar la capacidad de energía. "Yo vine a hacer un trabajo y lo voy a hacer".
Imaginen qué sigue luego.
Llega la tormenta de polvo, arrasa con todo, se corta la luz eléctrica, se mueren las plantas del invernadero y los seres humanos entran en modo de supervivencia. La científica no se hace cargo de la cagada que se mandó, el mejor botánico del mundo entra en una especie de brote psicótico porque se le mueren sus plantitas (le importa un bledo lo que le suceda al resto de la comunidad que está ahí hace tres años), desde la Tierra creen que la misión fracasó y que es una enorme pérdida de ganancias continuar con el asentamiento.
Yo me acordé de Thich Nhat Hanh que dice: "a menudo pensamos en descubrir nuevas tecnologías, pero en ausencia de verdadera comunidad, la tecnología puede ser más destructiva que constructiva.".
La serie refleja a la perfección esto. Cada vez me gusta más.
martes, 15 de septiembre de 2020
Marte
La verdad es que me alucina todo lo que tiene que ver con el espacio, los astros, la vida en otros planetas, el misterio del universo.
Hace un tiempo vimos otra serie maravillosa que estaba en Netflix pero que la sacaron: "One strange rock". Una roca extraña.
La roca extraña, en realidad, somos nosotros. La Tierra es un planeta que está en lo que los científicos llaman "zona de habitabilidad", es decir, ni muy lejos ni muy cerca del sol: lo justo y necesario para que se encienda la vida. Vista desde afuera, la Tierra es una maravilla con un poder de equilibrio fantástico. Somos como somos porque vivimos en ella, estamos formados por ella. De hecho, uno de los grandes problemas que tienen los astronautas cuando van al espacio es que les cambia el cuerpo porque dejan de ser terrestres. Hay muchas cosas que damos por sentado cuando vivimos en la Tierra.
Ser terrestres es uno de los grande regalos que se nos ha dado.
La serie Mars me alucina por la capacidad que tienen los seres humanos de crear lo imposible. Pero me genera una enorme contradicción. ¿Por qué queremos ir a Marte, un planeta que es la muerte? ¿Por qué gastar tanta energía en crear una ciudad allá donde nada nos es propicio? ¿Por qué no direccionar toda esa maravilla tecnológica para dejar de reventar lo que de por sí nos es dado?
¿Por qué queremos ser marcianos pudiendo ser terrestres?
martes, 1 de septiembre de 2020
La vida en la era del zoom
Eventualmente volveremos a salir. Lo que yo me pregunto es si cuando suceda la mirada habrá cambiado en algo. Acostumbrados a ver el mundo a través de cámaras me pregunto hasta qué punto la técnica habrá dominado nuestra visión del mundo. No es algo que no sucediera antes, claro que no. La técnica ha influido muchísimo en nuestro modo de ser en el mundo. Ha moldeado o, en el mejor de los casos, transformado, nuestra capacidad de expresión.
Lo vemos juntos y me salen preguntas muy inocentes, como las que hace Lolo (6) cuando ve algo por primera vez y quiere saber cómo funciona: ¿cómo lo hizo? ¿Se subió a una grúa? ¿Se subió a un avión? ¿Había ascensores? Uf.
Bueno, no, lo hizo con cables y muchas personas que ayudaron deslizando la cámara.
Esa experiencia colectiva en la técnica habla de la misma sociedad. Muchas personas deslizando la cámara a través de cables.
martes, 25 de agosto de 2020
Jazmín
viernes, 7 de agosto de 2020
Ganesha
Qué mejunge que tengo en el marote, dios mío.
miércoles, 5 de agosto de 2020
Formas de matar un árbol
El corazón se estruja: una pena, me acuerdo de cuando llegó a casa. Eran apenas tres ramitas finitas y sin hojas, una porquería de planta, pensamos que no viviría. ¡Y miren ahora que copa preciosa!
El cuerpo dice: hace meses que estamos dándole la vuelta a este asunto. Me va a costar un ovario y la mitad del otro sacar esa cosa. Pero bueno, cuando me den la orden voy y lo hago.
El corazón dice: si lo vamos a hacer que sea ahora porque si viene la primavera y el árbol da flores no me va a dar el corazón, digo, yo mismo, para hacerlo.
La mente dice: es simple, serruchemos de a un tronco por vez.
El cuerpo dice: bueno.
Son tres los órdenes, tres.
Serruchamos un tronco. Se desprende de la raíz y, cosa extraña, pareciera que el árbol se sostiene tal es el pegoteo de sus ramas.
Serruchamos el segundo y ya la cosa no parece tan fácil. La copa sigue intacta sostenida por el único tronco que queda. Pareciera que el árbol está saltando en una pata.
Vamos que falta poco, dice la mente.
Ya no hay vuelta atrás, llora el corazón.
Quiero almorzar, gruñe el cuerpo.
Serruchamos el tercero y ahora así la cosa empieza a crujir. Se escuchan quejidos de la madera, la copa empieza a balancearse hasta que finalmente se derrumba.
¿Está muerto el árbol?
¿Está muerto?
La raíz se ríe.
Dice: ¡vengan a buscarme, hijos de puta!
miércoles, 15 de julio de 2020
Un idioma
tiene su lógica perfecta en su lenguaje de símbolos.
Aunque parezcan delirantes e in-dirigibles
los sueños nos cuentan nuestros secretos
lo que a nosotros nos da vergüenza
al subconsciente no,
no tiene moral ni Dios
nuestros miedos y deseos se liberan
del controlador y su frontera
y en un viaje fantástico o aterrador
se revela lo oculto,
comprender nuestro soñar
es comprenderse a uno mismo
porque un sueño puede cambiar la realidad
si se le da la oportunidad.
en un mundo donde el ciego ve
y los muertos nos abrazan.
y lo más lindo
formar parte de los sueños de otra persona
ser creado en otro mundo...
martes, 14 de julio de 2020
La espada
-Tenés una espada?
-¿Una espada?
-Sí, una espada... para luchar contra los portugueses.
-Mnno, no... no tengo una espada acá.
-Bueno, ¿tenés una regla larga?
-¿Una regla?
-Sí, la podés usar como espada.
-Sí! ¡Tengo una! Esperá que la busco.
Saco una regla larga del cajón donde guardo los útiles.
-Acá está, la tengo en mi mano.
-Bueno, ¿estás lista?
-Sí.
-¡A la cargaaaaa!
Luego de jugar un rato por teléfono, cuando cortamos, Nico me dice:
-No puedo creer que DE VERDAD buscaste la regla.
lunes, 15 de junio de 2020
Vestuario
Hace algunos años que vengo regalando mucha ropa que ya no uso. Hoy, sin embargo, me asombra toda esa ropa que tengo sólo para aparentar. Hay muchas cosas que en el medio de una pandemia dejan de tener sentido. Los vestidos de fiesta, los abrigos bonitos, los zapatos incómodos. ¿Por qué uno andaría con zapatos incómodos en su propia casa si puede estar en medias y/o plantuflas?
viernes, 12 de junio de 2020
Buena onda, che
Pero no.
Desde hace unos días siento todo trabado. Voy en automático, leo las cifras, los números, la indignación de todo el mundo por cada cosa que pasa. De pronto todos somos unos pelotudos que no entendemos nada, nadie es tan genial como vos que posteás la posta en tu red social del orto. Pero seguro que vos también estás hecho bosta entonces ni da para enojarse.
sábado, 30 de mayo de 2020
PANdemia
Anoto acá lo que me funcionó:
2 tazas de harina blanca y una taza de harina integral. (3 tazas en total)
1 taza de masa madre muy activa
1 taza y media de agua (esto va a ojo, a veces más, a veces menos)
1 cucharadita de sal.
Primer paso:
Colocamos las harinas en un bowl. Le hacemos un agujero en el centro. En el centro colocamos la masa madre súper activa. En los bordes espolvoreamos la sal (nunca en el centro). Agregamos el agua de a poco e integramos todos los ingredientes hasta que no quede nada seco. Tapamos el bowl con un repasador y dejamos reposar la mezcla una o dos horas (autólisis).
Segundo paso:
Amasado El amasado dura en total 12 minutos con descansos cada tres minutos de tres minutos. Luego de pasados los 12 minutos hay que parar. Si sentimos que la masa no se hizo el problema es nuestro, no de la masa. Dejamos reposar una hora más.
Tercer paso:
Los pliegues. A esta altura la masa está tan linda que plegarla es muy fácil. Yo lo hago dos veces con un intervalo de media hora entre medio.
Cuarto Paso:
Así como está, la tapamos con un nylon y va al frío de la heladera. Por 12 horas mínimo.
También podemos armar el pan. Cruzamos la masa, le damos tensión. Lo mandamos a un banneton (yo tengo una especie de panera a la que le pongo un lienzo con harina para que no se pegue). Y eso va al frío.
Quinto paso:
Desmoldamos el pan. Lo greñamos. ¡Y al horno bien caliente! Horno al máximo. Veinte minutos con vapor. Veinte minutos sin vapor.
Sexto paso:
Se lo saca del horno, se lo coloca en una rejilla y se espera a que se enfríe para cortarlo. Aún cuando se saca del horno el pan continúa cocinándose por dentro.
domingo, 17 de mayo de 2020
Yogi
Cada día que pasa me pide más práctica.
Vamos a terminar la cuarentena con un yogi.
sábado, 16 de mayo de 2020
Dar clases para la cámara
viernes, 15 de mayo de 2020
Pan Qi
va a salir bien
lo intuyo
me puse a practicar Qi gong:
en mis manos sentía
los movimientos del pan
miércoles, 13 de mayo de 2020
Tapa boca
domingo, 10 de mayo de 2020
Canto védico + práctica meditativa
Este jueves 14 de mayo a las 18:15 estaré guiando junto a dos profes más una práctica meditativa GRATUITA a través del canto védico. Estas prácticas son gratuitas y se vienen dando todos los jueves via zoom por un grupo de profesores de la Tradición Krishnamacharya en la Argentina.
El sonido en sánscrito acarrea en su interior la vibración de los elementos que gobiernan nuestras energías llevándonos a una experiencia interior.
Si quieren participar me avisan y les pasó el ID y la contraseña para que se conecten al Zoom.
¡Gracias!
sábado, 9 de mayo de 2020
Neelakanta
Al retener el veneno en su garganta Shiva no lo traga. El veneno no lo afecta y le da la capacidad de transformarlo. Shiva acepta el veneno, no lo niega y lo toma como una oportunidad para transformarlo.
jueves, 7 de mayo de 2020
Masagochi/cuarentena/marcha contra el comunismo
Me pasaron el canal de Youtube de un panadero español que te explica cómo hacer el mejor pan de masa madre. El panadero es un sol, con unas manazas preciosas (no puedo evitar mirarle las manos redondeadas y generosas que tiene) pero para hacer el pan tiene un montón de adminículos que yo no poseo. A saber: balanza, amasadora, rasqueta, una piedra para horno y un cuchillo para greñar el pan.
A falta de eso tengo un bowl blanco lindísimo que me traje una vez de Uruguay, una especie de paleta de plástico que me sirve las veces de rasqueta, un horno que anda como se le canta y ninguna balanza.
El panadero español empieza refrescando su masa madre y te explica cómo hacer para que Masagochi quede perfecta. Partiendo de una masa madre ya activa coloca en un frasco limpio 30 gramos de masa madre, 35 gramos de agua y 35 gramos de harina. Revuelve y deja reposar el frasco un par de horas, es decir, hasta que duplique su tamaño. Su Masagochi debe ser más potente que la mía porque mi Masagochi tarda un poco más que dos horas. Yo no tengo modo de realmente calcular los gramos de Masagochi. Averigüé que una cucharada sopera panzona son 30 gramos de harina. Pero la harina no es masa madre. Otra vez, a ojo.
De todos modos, esta vez lo voy a hacer distinto. La autólisis, por ejemplo, la haré sin la masa madre, solo con la harina y el agua. Y en el momento de empezar a amasar le meteré la masa madre ya activada.
Como todo esto lleva un montón de horas podré pasar este jueves con mi mente ocupada en algo en vez de andar preocupada porque un montón de irresponsables con barbijo quieren romper la cuarentena con la consigna: "no queremos comunismo".
martes, 5 de mayo de 2020
La vieja está en la cueva
lunes, 4 de mayo de 2020
Un adelantado
Vale la pena aclarar para quien no lo sabe: las sesiones de zen shiatsu se hacen sobre un futón (japonés) que contiene capas y capas de puro algodón natural. Los terapeutas de zen shiatsu trabajamos siempre a ras del piso, en contacto con el suelo, por eso, para proteger nuestras rodillas, si somos afortunados, lo hacemos sobre un futón. Usamos nuestro propio peso corporal para dar un masaje, nunca utilizamos la fuerza. De ahí que podamos dar varias sesiones sin cansarnos ni lastimarnos. Mi consultorio tenía (tiene) un futón hermoso de tres metros por dos metros y medio. Es decir, una habitación acolchada en casi su totalidad para el placer visual del que viniera a recibir su sesión. El futón era (es) rojo e invitaba (invita) a la relajación plena. Ya era (es) un terapeuta en sí mismo.
El doc venía siempre pero alguna vez tuvimos que suspender su sesión porque yo no me sentía bien y en eso siempre fui muy tajante: no doy (no daba) sesiones enferma.
Y él me corregía, más bien, me instruía:
-No, Florencia, no te agarraste una gripe, te agarraste algún virus, estarás con algún proceso viral que duran unos pocos días. Una gripe es otra cosa.
Un día, luego de su sesión, mientras lo acompañaba hasta la puerta de calle me dijo preocupado:
Yo me reí con ganas.
-¿Barbijo, doc? ¿Cómo voy a dar sesiones de shiatsu con barbijo?
Le decía que no, que no hacía falta. Y menos aún vacunarme. No soy antivacunas pero la vacuna contra la gripe era para la gente mayor o gente con alguna complicación previa, gente que no era (es) yo. ¿Cómo iba a conectarme con mi receptor con un cacho de tela taponándome la cara. ¿Cómo iba a sentir su energía si el barbijo no me dejaba respirar? ¡Pero por favor!
Cuando empezó lo del Covid-19 primero no supe nada. ¿Qué era el Covid-19? ¿Una gripecita? ¿Se morían los ancianos? ¿Se morían los hipertensos? ¿Se morían los diabéticos? De pronto, supe. Era el fin. Miré el futón extendido en el suelo, rojo y mullido, pero esta vez sólo vi virus, bacterias, millones de microorganismos vivientes deslizándose entre las capas y capas de algodón como si de una montaña rusa se tratara. Lo enrollé con amargura y lo tapé con una sábana que me supo a mortaja.
Ahora que lo pienso el doc era un adelantado. Si vuelvo alguna vez a dar sesiones de zen shiatsu seguramente tendré que hacerlo con todas las medidas de seguridad necesarias (barbijo incluido) y también tendré que darme la vacuna de la gripe por las dudas.
viernes, 1 de mayo de 2020
Feliz cumple, mi amor
Grabamos la reunión a modo de documento histórico para aleccionar a las generaciones futuras de cuando hubo una pandemia y una cuarentena.
martes, 21 de abril de 2020
Soy una profe de yoga
Te grabo un video, te hago una transmisión en vivo.
Yo, que no podía sacarme ni una selfie.
Les juro que no me reconozco.
sábado, 18 de abril de 2020
Y la campana invisible se hace aire
Seguramente no saldrán parecidos porque nunca heredé sus recetas. Pero eso me tiene sin cuidado. Mi abuela no era buena cocinando. Lo que importa acá es el gesto. La mano de mi compañero hace esa magia. Yo no sé que tienen esas manos...
Salir de casa nos pone cada vez más nerviosos. Hacemos toda la rutina de colocarnos la ropa de calle, los barbijos, subirnos al auto. Los kneidalej pasan a un segundo plano. El plan es no salirnos del camino, ir directo, dejarles el táper y volver. Durante el trayecto observo lo obvio: calles vacías y árboles dorados por el otoño. Lo bello, vedado. Miramos el mundo a través de una campana. El aire limpio y soleado no pasa por el barbijo que tapa mi boca y me deja a solas con mi soledad.
Veo a mi mamá a la distancia de un metro y medio y es como sostener un pañuelo que seca lágrimas ausentes. La tristeza está ahí pero no se ve. Le entrego el táper y empiezo a sentir la desolación de mi acción inútil. Mi mamá me agradece, incluso trata de sonreir. Hacemos unos comentarios en voz alta, no sé por qué desde que comenzó la cuarentena todos hablamos a los gritos, como si realmente existiera un campana invisible que nos envuelve y nos separa del mundo. Me doy cuenta que además no sé hablar con barbijo.
Volvemos a casa como aquellos animales asustados que intentan esconderse en un pozo. Nos sacamos los zapatos. Nos lavamos las manos, ponemos a lavar los barbijos. Me enojo conmigo misma. Podría haberle hecho una compra, algo de la farmacia que seguro le faltaba, hacer algo útil.
Bueno.
Mi mamá me acaba de llamar. Se está riendo. Creo que habrá que aprender a esperar, que la comunicación ahora llega con delay. Pero cómo saberlo si no puedo quedarme con ella y verla saborear ese plato, cómo saberlo si no puedo traspasar el umbral de su casa. Entonces resta esperar. Como cuando uno escribe un texto, lo publica y espera a que alguien lo lea, le de un sentido a esa acción.
Un sentido. Ahí es cuando lo inútil se torna bello y la campana invisible se hace aire.
viernes, 17 de abril de 2020
En el siglo XV no se consigue
De ahora en más voy a contar los días de la cuarentena en panes de masa madre. Cada uno me lleva más o menos una semana así que espero que no sean muchos. Y si son muchos que el resto salgan mejores.
jueves, 16 de abril de 2020
Volver al siglo XV
Ya han pasado cinco días y la masa madre huele bien, ha duplicado su tamaño y tiene la consistencia de una mousse. No lo puedo creer. ¡No lo puedo creer!
No se puede hacer esperar a un gran amor así que pongo manos a la obra. Mezclo tres partes de harina con dos de agua y una de masa madre, integro los materiales y los dejo reposando una hora. Este un proceso que tiene un nombre muy lindo y que lo descubrió un experto en pan llamado Raymond Calvel en 1974. Búsquenlo, está en Wikipedia. Se llama autólisis. Parece magia porque uno no hace nada, sólo deja que la masa se amase sola.
Luego hago los primeros cuatro pliegues. La masa está blanda y se deja estirar. La puedo plegar casi sin problemas. Espero media hora. La segunda vez sale mejor. No se me pegotea, qué lindo. Vuelvo a esperar media hora. La tercera vez... ¿qué hago, la vuelvo a plegar o la dejo reposar un par de horas? La pliego por tercera vez. Listo. Ahora sí, a esperar dos horitas.
Como hace un frío de cagarse mi compañero prendió el horno de antemano. Un genio. Pensó en mi masa. Díganme si eso no es amor. Pero la masa está, digamos, casi igual que dos horas atrás. ¿Qué hago? ¿Un cuarto pliegue? ¿Me arriesgo a hacer el pan así? Me arriesgo. De última quedará una especie de chapati. Esparzo harina en la mesada y logro un bollo bastante digno.
Ahora 24 horas a la heladera y mañana será otro día.
miércoles, 15 de abril de 2020
Un pequeño rasgo inmenso
Hablando de uñas, ayer la gata en un ataque de nervios, me dio un zarpazo en la mano. Supongo que está harta de mi y quiere que me vaya, como me iba antes cuando la dejaba sola para que ella desplegara su pequeña vida felina mientras yo trabajaba. La gata ha dejado de ser un poco gata y yo he dejado de ser una terapeuta. Estamos a mano.
Pero vuelvo a las uñas. Ya está, ya lo decidí. No me las voy a cortar. O quizás me las vuelva a cortar pero con formas raras. Nunca supe bien cómo eran mis uñas libres. Antes de ser terapeuta de shiatsu tenía la costumbre de sólo cortarme las uñas de la mano izquierda y dejarme redonditas las uñas de la mano derecha. Costumbre que empecé a las once años cuando abracé una guitarra por primera vez y Jorge, mi primer profe de guitarra, intentó enseñarme a sacarle un sonido más o menos decente. Fue él quien me quitó esa horrible costumbre que tenía de morderme las uñas. Porque de chica mis uñas estaban siempre rotas y comidas hasta el borde. Era una costumbre espantosa pero yo no me daba cuenta, era lo normal. En mi casa, mi mamá se comía las uñas y era un rasgo que no parecía que se pudiera cambiar. Como una de esas recetas familiares, un rasgo heredado, una manera de ser. Pero mi amor por la guitarra y un poco también porque otra alumna de Jorge me mostró sus uñas perfectas y a mi me dio una envidia tremenda, dejé de comérmelas y empecé a cuidarlas con esmero y fruición. Incluso llegué a comprarme un fortalecedor de uñas que tenía brillito.
Entonces ahora que lo pienso, mis uñas nunca fueron realmente libres. Primero mordidas luego limadas y finalmente cortadas con la prolijidad de un cirujano una vez a la semana.
Entonces no está mal dejar que mis uñas se muestren por primera vez tal como son. Y me gustan. Son fuertes, tienen la forma perfecta que enmarca mis dedos y no se quiebran.
Capaz de esto se trata esta cuarentena: descubrir en estos gestos un pequeño rasgo inmenso.
martes, 14 de abril de 2020
Masa madre
lunes, 13 de abril de 2020
Genius
Entre otras cosas me pareció hermoso que la película destierre esta idea de que alguien puede crear algo en completa soledad. De que el genio es producto de una mente solitaria. Al contrario, la genialidad de los escritos es porque allí hay un diálogo entre el escritor y el editor. Y en ese diálogo está la amistad y el amor por las palabras.
Personalmente no he leído nada de Wolfe. Parece que sus novelas eran inabarcables, verborrágicas. Perkins le dio un cauce a ese desborde.
Qué necesario es el otro para vernos, qué necesario es el otro para que surja lo mejor de nosotros. Qué necesario es el encuentro.
En estos tiempos solitarios en donde la comunicación se ha vuelto tan virtual que no hay lugar para el otro sino para un yo y otro yo separados por la pantalla esta película se vuelve indispensable.
sábado, 11 de abril de 2020
Ella dice
me muero de dolor,
ya no aguanto más,
las cosas perdieron sentido.
Ella dice
las mañanas son lo peor.
Entonces ya sé que no debo llamarla por la mañana porque tiene mucho orgullo y antes que estar dolorida prefiere estar enojada.
En la vida de antes yo habría sabido como hablarle.
Mejor la llamo después del mediodía.
Me la imagino chiquita, tomando su café,
prendida al hilo telefónico de mi voz.
viernes, 10 de abril de 2020
Lo que no cambia en una cuarentena
-Van a recibir un regalito de parte nuestra mañana. Se los voy a mandar en una moto. Si quieren lo pueden desinfectar.
Nos reímos. ¿Nos reímos? Estamos ya en la cama a la luz de los veladores. Nos vamos a dormir intrigadísimos pensando en qué nos enviará L al día siguiente.
Llega la mañana. L nos manda un mensaje:
-La moto ya está en camino.
Mi compañero me pregunta si está bien darle 100 pesos de propina al motoquero. Si está bien que no quiera tocarle las manos al motoquero. Si está bien que desinfectemos "el regalo".
Me pongo guantes de goma. Preparo la lavandina para cuando llegue el regalo. ¿Cómo era? Una medida por diez de agua. Me acuerdo del meme que anda dando vueltas por toda internet: un tigre de bengala que le dice a otro tigre de bengala albino: una medida por diez de agua. Y el tigre de bengala albino lo manda a la mierda.
Llega la moto. Es una caja. ¡Es una caja de vinos! ¡Es una caja de vinos de una bodega que le gusta mucho a L! Traemos la caja de vinos a la cocina con gran cuidado.
La depositamos en una mesada. Le pasamos el trapo con la lavandina, pasamos el trapo con la lavandina a la superficie donde apoyamos la caja, luego vamos desandando todo el camino por donde anduvo la caja hasta llegar al picaporte de la puerta.
-¿Le pasamos también lavandina a las botellas de adentro?
-¿Vos me estás jodiendo?
-No.
Le escribimos a L que es la mejor amiga del mundo mundial. Si hay algo que no cambia en esta cuarentena es que beber con amigos (aunque más no sea a la distancia) sigue siendo un placer muy especial.
martes, 7 de abril de 2020
Cuarentena por Paul B.
Cargada de toda la ansiedad y el lirismo acumulado durante una semana de enfermedad, de miedos y dudas, la carta a mi ex no era solo una desperrada y desesperante declaración de amor, sino y, sobre todo, un documento vergonzante para el que la firmaba. Pero si las cosas ya no podían cambiar, si los que estaban lejos ya no podrían volver a tocarse jamás, ¿qué importaba el ridículo? ¿Qué importaba ahora decir a la persona que amas que la amas aunque ella ya te haya olvidado, o incluso remplazado, si de todos modos ya nunca podrías volver a verla? El nuevo estado de cosas, en su inmovilidad escultórica, concedía un nuevo grado de what the fuck incluso al propio ridículo. Escribí aquella bella y horriblemente patética carta a mano, la metí en un sobre blanquísimo, escribí sobre él con mi mejor letra el nombre y la dirección de mi ex. Me vestí, me puse una mascarilla, los guantes y los zapatos que había dejado en la puerta y bajé hasta la entrada del edificio. Allí, siguiendo la lógica del confinamiento, no salí a la calle, sino que me dirigí al patio de las basuras. Abrí el cubo amarillo y, puesto que se trataba de papel reciclable, metí en él la carta para mi ex. Volví a subir las escaleras hasta mi apartamento. Dejé los zapatos en la puerta. Entré en casa, me quité los pantalones y los metí en una bolsa de plástico, me quité la mascarilla y la puse a ventilar en el balcón, me quité los guantes y los tiré a la basura, y me lavé las manos durante dos interminables minutos. Todo, absolutamente todo, estaba fijado en la forma que había tomado después de la gran mutación. Volví a mi ordenador y abrí mi correo electrónico: y ahí estaba, un mensaje de mi ex titulado "pienso en ti durante la crisis del virus".
lunes, 6 de abril de 2020
Misceláneas
Querés hacer una torta pero te das cuenta de que queda poca harina y mejor guardarla para la masa de las tartas saladas.
Querés hacer un guiso y le metés menos cebolla porque tenés que racionar para que te alcance lo más que se pueda.
Querés tomarte todo el vino pero te das cuenta de que era más divertido compartirlo con amigos que hacerlo via zoom, con una camarita pedorra, con la internet que va y viene (y además tiene que alcanzar).
Se te muere el teléfono y no podés salir a comprarte uno nuevo. Agradecés tener el anterior funcionando (4 gigas de memoria, amigos, dejen de enviar videítos, la puta madre) y que todavía sirva para instalar el whatsapp nuestro de cada día (cada vez más complejo).
Se te acaba el shampoo sólido y ya fue, volvés al shampoo con envase de plástico porque no hay shampoo sólido en los negocios cerca de tu casa y no vas a romper la cuarentena para salvar al planeta de un envase de plástico.
Se te corta el video que estabas grabando para la clase de yoga y decís, máh, si, yo subo el video igual, ya no te importa la desprolijidad, lo importante es la actitud.
Se extraña a los que hoy están lejos y no se puede abrazar y antes estaban tan cerca que no los abrazabas tanto.
domingo, 5 de abril de 2020
Ya no es verano
Hoy hicimos su receta.
La verdad, Zuly, es que te extrañamos. Ahora están en un frasco, habrá que esperar a que tomen sabor. Estoy segura de que quedaron espectaculares y ya no nos pareció tanto trabajo. Tenemos todo el tiempo del mundo, ya no es verano y estamos en el medio de una pandemia.
miércoles, 1 de abril de 2020
Sostener desde la voz
Algunos ya no tienen trabajo, otros se reinventan con el teletrabajo, otros intentan inventar lo que no existe.
Las sesiones de shiatsu, bien gracias. No creo que vuelva a tocar a un ser humano hasta la primavera o hasta que salga la vacuna contra el COVID-19. El arte de "tocar" a partir del tacto real se ha reducido a la nada misma. Cero. Kaput.
Se vuelven fuertes, sin embargo, todas aquellas terapias donde la voz sostiene el contacto.
Al final de una clase particular, via Zoom, con una parejita que ya tomaba clases presenciales conmigo, se cortó la luz. La comunicación quedó pendiendo de un hilo. La pantalla se puso negra y escuchaba voces entrecortadas. Estábamos ya casi al final de la clase.
La llamé a ella a su celular y le dije que me pusiera en altavoz.
-No es importante que nos veamos. Simplemente escuchen mi voz. Voy a guiar la relajación.
Savasana, la dulce savasana nunca puede faltar en una clase de yoga.
Es, les diría, el momento clave en donde todos los beneficios de la práctica descienden sobre el cuerpo. Cuando la energía encuentra su cauce.
Cerré los ojos y los imaginé recostados en sus mats. Con el celular en la mano fui dando pautas de respiración, visualizaciones claras y luego cerramos cantando el om tres veces. Desde la opacidad del celular escuchaba sus voces sostenidas por ese hilo de comunicación.
Cuando la práctica terminó escuché sus palabras de agradecimiento.
Ah, la voz, la voz que sostiene la práctica. La voz que sostiene la mirada hacia adentro.
La voz que guía hacia el propio silencio.
martes, 31 de marzo de 2020
Habitar lo que es
Ya no quiero iluminarme, ni ser ingeniosa ni aprender cosas nuevas.
Llorar, eso.
Pero no me sale ni una lágrima.
Mi luz y mi sombra me dicen en un susurro:
todo lo que hay es.
Todo lo que hay es.
jueves, 19 de marzo de 2020
Om mitraya namah
Práctica de asanas con mantra.
miércoles, 18 de marzo de 2020
La muerte estuvo y estará siempre
Y sí.
Antes también se morían.
Antes se morían (y se siguen muriendo) porque el sistema enfermo y nefasto que ha montado la humanidad los deja de lado. Por el racismo, la segregación, la ignorancia, la codicia de algunos, el desprecio, la poca solidaridad, el temor.
La muerte estuvo siempre. Desde que la Tierra está viva hubo muerte.
Y nosotros no somos más importantes que la Tierra.
martes, 17 de marzo de 2020
Real
La tierra se llenó de nutrientes, las montañas silenciosas tocaron el cielo.
Los seres se quedaron quietos, escuchando, sintiendo.
La vibración se hizo música.
La palabra es un arma
- ¿Y qué me decís de nuestro vecino? ¿Ese que vive en la calle Rosales? El que cagó a trompadas al guardia de seguridad.
-¡Viste que era rugbier! ¡Te das cuenta! ¡No quería cumplir con la cuarentena!
-¡Si hasta el propio presidente lo fue a buscar!
-Yo que él le pegaba un tiro. UN TIRO.
Hablan de la violencia de los rugbiers, hablan del infeliz que le rompió el tabique al guardia de seguridad y después dicen que le pegarían un tiro.
Dios mío, ¡si el lenguaje fuera también un arma!
Sólo que... lo es.
A ver si nos calmamos todos.
lunes, 16 de marzo de 2020
Aislamiento social
Engrosen el escudo que hace la exhalación por fuera de la piel. Inhalen dentro de los huesos, exhalen fuera de la piel haciendo más permeable la energía. Sonrían hacia adentro. Al abdomen, a los distintos órganos, a los genitales.
En cada instante busquen la felicidad.
sábado, 14 de marzo de 2020
Virus social
Evitemos los eventos masivos.
Evitemos reuniones sociales con mucha gente.
Si podemos trabajar desde nuestras casas, mejor.
Si ibas a hacer un viaje, capaz no es el momento.
Ir a comprar al supermercado y arrasar con todo no es de buena persona. No es actuar en forma colectiva.
jueves, 20 de febrero de 2020
Saha navavatu
En la clase hay dos alumnos regulares que vienen siempre en este horario. Y además hay un alumno que quiere observar la clase. Así que somos dos practicantes, un observador y yo en el salón. La clase es muy distinta de la de los martes. Tiene un energía mucho más activa, dinámica, desafiante. Es hermoso verlos moverse al son del ritmo respiratorio. Los voy guiando, vamos adentrándonos juntos, siento que aunque no me muevo con ellos mi energía se mueve con ellos.
En el final cuando ya están sumergidos en savasana canto el mantra:
om saha navavatu / saha nau bhunaktu / saha viryam karavavahai / tejasvinavadhitamastu ma vidvisavahai / om ´santi ´santi ´santih //
Este mantra es un canto de protección. Se canta cuando se va a comenzar una instancia de aprendizaje profunda. Es un buen mantra.
Hoy hay puro agradecimiento. Lo noto cuando percibo que salen de la postura, lo noto en la mirada brillante de cada uno. A mí también me brillan los ojos. Vale la pena haberse despertado tan temprano. Haber venido. Sí.
Nota aparte: ¿será posible conseguir un teclado para sánscrito?
miércoles, 19 de febrero de 2020
Ah
sábado, 8 de febrero de 2020
El bueno de Todorov
T. Todorov, «La littérature en péril»
miércoles, 5 de febrero de 2020
Nueva vuelta al sol
viernes, 17 de enero de 2020
¿Quién toca ahí?
¿Por qué sucede esto? Hay varios modelos energéticos que intentan explicar los síntomas, las afecciones, los avatares de la vida. Algunos modelos son más eficaces que otros. Pero a medida que pasan los años me va interesando menos el modelo y más la experiencia de tocar. Explorar el territorio (el cuerpo) y dejar de lados los mapas que veces confunden y limitan. Tocar y observar. Tocar y escuchar con las manos.
¿Quién toca ahí? ¿Soy yo? ¿Quién es yo?
Volverse océano, sin más, y dejar que la inmensidad atrape el mínimo segundo.
domingo, 5 de enero de 2020
Botella del amor
El suelo está vivo. Hay lombrices en diferentes baldes a las que debo alimentar pero luego están las que nacieron en el compost y que se propagan en macetas y también en el suelo del jardín.
Insectos por doquier, microorganismos pequeñitos imposibles de ver que hacen su trabajo de descomponer y degradar. Ellos también comen.
En este planeta todos comemos.
Pero ¿qué se hace con lo que no está vivo, con el material inerte, especialmente con el material contaminante y que no se degrada? Material que no existe en la naturaleza, material inventado por seres humanos que no entienden nada de lo cíclico.
Durante estos dos años de hacer compost fui aprendiendo mejor como gestionar estos materiales. Y como somos animales de costumbres tuve que aprender a acostumbrarme a no tirar lo que antes era un hábito.
Nos agenciamos una caja grande cartón donde comenzamos a separar vidrio, plástico reciclable (no todos los plásticos lamentablemente se reciclan), papel, cartón. Las pocas pilas que uso comencé a guardarlas en un tupper que guardo en una alacena.
Comienzo este año con la botella del amor. Así llaman a una botella de plástico que se rellena con los plásticos que no pueden reciclarse, los plásticos blandos, embalaje de galletitas, paquete de fideos, en fin. Si bien, casi no consumimos estas cosas aún me es muy difícil liberarme de las bolsitas de plástico donde venden las legumbres, los cereales integrales. Podría comprar a granel pero aún no he dado con el lugar apropiado. Sé que los hay, es cuestión de averiguar y de conseguir las bolsitas de tela necesarias para tal fin. Y de organizarme porque todo esto lleva tiempo.
Pero por ahora van a la "botella del amor".
Un experimento más. Veremos cómo nos va.