Ayer, olor a lluvia sobre la calle Corrientes.
Y violines desocupados, estalactitas de hojalata, veredas rotas.
Los zapatos aguijoneando cemento fresco, telas livianas, un mal gusto reinante y la sal de mis lágrimas vertidas un invierno del 2004.
Olor a lluvia sobre mi pelo.
Entro al CCC.
Un poeta y tu voz brillante. Brillante, te dije.
Pero no te dije:
Qué pena no haber sido joven en los años veinte, no haberte conocido en esos años, no haber bailado un tango con vos en esos años.
Olor a lluvia
en tu voz.
Orador,
la voz del poeta se encarna en tu prosa hablada.Y los calambres, los enredos, los nudos, Corrientes y la comitiva brillante me envuelven en un rebozo bordado de preguntas.
Ningún gel que dibuje mi perfil desgreñado.