30 de noviembre de 2008

24 de noviembre de 2008

Meu tempo é quando

Reinventarme. Una vez más. ¿Cuántas veces? Laura ceba mate y me lo da. Estamos en su ph enorme y amarillo, ubicado en el corazón de Villa Lynch. Su voz me acaricia el alma. Sigue teniendo la misma voz que tenía a los doce años pero a veces modula diferente y reconozco tintes nuevos, interesantes. Una vida vivida. Yo reconozco mi voz que habla hasta por los codos en esta tarde de domingo calurosa. El verano ya está en puerta y nosotras hemos vuelto a charlar como esas viejas amigas que tienen el secreto de una infancia compartida. Vos eras mi amiga Florencia y para mí eras una ídola, me dice con total desparpajo. Y vos, le digo yo, me enseñaste a comer polen y me dijiste que Dios no existía, que lo que existía era la Naturaleza. ¿Qué te habré querido decir con eso?, y se ríe.
El mate es cortito y se va enfríando con el correr de la charla. Pero no nuestra charla. Su casa huele a madera y tiene muchos metros cuadrados. Habitaciones vacías. Paredes desnudas y de color amarillo.
Una casa que parece un trigal.
Pienso cuánto se la merece. No sé mucho de ella. Sé algunas cosas y con eso me basta. Y sé de su esencia que no ha cambiado. Yo me tuve que hacer de nuevo, me dijo.
Le salió bien, pienso.
Te va a pasar lo mismo, me dice.
Y yo pienso, cuándo.

Dice en un poema Vinicius de Moraes:

De manha escureço
de dia tardo
de tarde anoiteço
de noite ardo.

A oeste a morte
contra quem vivo
do sul cativo
o este é meu norte.

Outros que contem
passo por passo:
eu morro ontem

Nasço, amanha
ando onde há espaço:
-meu tempo é quando.

Nova York, 1950

20 de noviembre de 2008

Poemas que me regalan en estos días

Demián vino a casa a eso de las seis de la tarde. Trajo una ramita de olivo.
-Para tu paz -me dijo.

Luego me dio un papel donde podía leerse este poema de Alejandra Pizarnik:

has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos

has terminado sola
lo que nadie comenzó.

Adán

Extractos del diario de Adán (Mark Twain)

Lunes

Este ser nuevo, de cabello largo, estorba mucho. Se mantiene por todas partes y me sigue por donde voy. No me gusta. No estoy acostumbrado a tener compañia. Ojalá se quedara con los demás animales... El día esta nublado, viento en el este, creo que nos va a llover... ¿nos? ¿De dónde saqué esa palabra...? El nuevo ser la usa.

Martes

He estado examinando la gran cascada. Me parece lo más espléndido que hay en la hacienda. El nuevo ser la llama las Cataratas del Niágara... ¿por qué?, no estoy seguro de saberlo. Dice que es porque se ve como las Cataratas del Niágara. Eso no es razón alguna, es una idea absurda y tonta. No me da la oportunidad de nombrar a mí. El nuevo ser le da nombre a todo lo que aparece, antes de que yo pueda protestar. Y siempre con el mismo pretexto: se ve como eso. Pongamos por ejemplo el caso del dodo. Dice que en el instante en que uno lo mira, de un vistazo se da cuenta de que se parece a un dodo. Seguro que le vamos a tener que dejar ese nombre. Me molesta tenerme que preocupar por eso; de todas maneras no sirve para nada. ¡Dodo!, más parezco yo uno.

Miércoles

Me construí un refugio para la lluvia, pero no puedo tener paz. El nuevo ser se metió en él. Cuando traté de sacarlo, le salió agua por los huecos por donde mira, que se secó con la parte trasera de sus zarpas, mientras hacía un ruido como el de los animales cuando están sufriendo. Ojalá no hablara; se mantiene hablando. Sueno como agresivo con el pobre ser, como un calumniador, y no es mi intención. Lo que pasa es que nunca antes había oído voz humana, y cualquier sonido nuevo y extraño que se introduzca aquí, en el solemne silencio de estos parajes ensoñadores y solitarios, ofende mi oído y me parece una nota discordante. Y este nuevo sonido está demasiado cerca de mí. Da justo sobre el hombro, en mi oído, primero a un lado y luego al otro, y yo sólo estoy acostumbrado a sonidos que estén más o menos lejos de mí.

Viernes

El nuevo ser sigue poniendo nombres a la topa tolondra, y nada puedo hacer al respecto. Yo le tenía uno muy bueno a la hacienda.; muy musical y bonito: Jardín del Edén. Para mis adentros continúo llamándola de esa manera, pero ya no lo hago en público. El nuevo ser dice que es todo bosques, piedras y paisaje, y por tanto no parece un jardín. Dice que se ve como un parque; que no se ve sino como un parque. En consecuencia, sin consultarme, lo rebautizó Parque de las Cataratas del Niágara. Me parece completamente arbitrario. Y ya puso un letrero:

No pisen la grama.

Mi vida no es tan feliz como solía ser.

18 de noviembre de 2008

Cantar, cantar cantar
con la necesidad de la primera vez.
Cantar, cantar, cantar
hasta llegar a ser como una sola voz.