31 de enero de 2014

Un gato blanco robó mi corazón

Escribo esto con Mani durmiendo a mi lado. Finalmente ayer lo castramos.
El día que volvió con la cara sangrante, sucio de fango y consumido por la excitación sexual fue demasiado para mi. Es un gato maravilloso y se merece vivir mucho y bien. Ni idea de si Mani era un macho alfa pero lo que sí sé es que se esmeraba mucho por serlo. Un día era un amor de gato y al día siguiente volvía como Rambo en una guerra. No hay corazón que resista eso.
Al ser mi primer gato macho tenía algunos resquemores. ¿Castrarlo? ¡Pobrecito! Pero luego descubrí que también era un pobrecito si no lo castraba. Esclavo de sus hormonas iba a terminar en el cementerio de gatos.
La sexualidad en los gatos es muy distinta de la nuestra. No lo hacen por gusto sino por el simple afán de reproducirse. Donde hay una gata en celo, hay cinco machos que la acosan. Y se matan por conseguirla. Pobre gata, realmente. Pero también pobres los gatos que llevados por el impulso de la testosterona se juegan el todo por el todo y no pueden parar aunque estén perdiendo.
Más allá del deber  de cada uno de castrar a su mascota (por el bien suyo y por el de las hembras que ya no embarazará), lo de Mani fue un intento de protegerlo de sí mismo.
A ver, ¡vamos! yo lo adoro pero es un gato blanco. ¡Blanco! De noche se lo ve a las mil leguas, es un foco con un cartel que dice: ¡vengan y péguenme!
Lo cierto es que trataremos de que se haga un gato casero y esperamos que sea feliz con sus otras cualidades felinas. Por lo pronto, mientras les escribo, lo veo dormitar en la cama, al lado de Nico. Los dos duermen y hacen ruidos muy parecidos. Les juro que me muero de amor.



27 de enero de 2014

Savasana

En casa, desde que hago yoga, a veces se dan estas situaciones.
Estoy en el cuarto de shiatsu haciendo mi práctica. Nico está en el playroom viendo una serie nueva que le encanta, descostillándose de risa. De pronto, lo escucho bajar por la escalera. Yo estoy haciendo sirsasana, mi paro de cabeza. No puedo verlo pero siento su presencia en el cuarto. Nico no dice nada, sabe que estoy haciendo yoga, no me interrumpe, sólo verifica que no me rompí la crisma y luego continúa su camino hacia la cocina, supongo para beber algo de la heladera.
Pasan unos veinte minutos y lo vuelvo a escuchar deambular por la casa. Ahora estoy haciendo vriksasana, la postura del árbol (equilibrio). Se detiene unos segundos en la puerta del cuarto y me mira. Tampoco dice nada y sigue su camino.
A la media hora, ya estoy en savasana (la postura del muerto), en plena relajación.
-¡Amor! ¿¿Estás bien??
-Mmmh...
-Flor, ¿estás bien?
-....
-¡Flor!
-Nico, estoy en savasana, no me molestes.
-¿En qué?
-¡Estoy haciendo la postura del muerto!
-Ah, qué susto ¡Te sale perfecto!


20 de enero de 2014

Un gato blanco que quiere quedarse


Mucho se ha dicho sobre los gatos blancos. Limpieza, purificación, bendición, suerte. Lo cierto es que Mani es hermoso y bueno. Hoy fue el primer día que se quedó todo el día con nosotros. Hasta ayer venía por las noches. Aún no dejo que pase de la cocina. Recién lo desparasitamos y mañana viene un veterinario a darle las vacunas necesarias que lo habiliten para convivir con nosotros sin que haya riesgo de alguna enfermedad. Por ahora disfruto de verlo dormir, comer, maullar, trepar medianeras, husmear, jugar con una ramita. No sé qué pasará con él, si se quedará o no (todo parece indicar que sí). Pero lo que sea que suceda será con salud, amor y libertad.

17 de enero de 2014

Mani

Hace dos noches apareció un gato blanco. Vino con la luna y muy desconfiado. Le dejé comida de mi gata Marilyn (nos sobró una bolsa entera). Hoy volvió a aparecer. Estaba más manso. Se dejó acariciar, ronroneó, se puso panza arriba, todos detalles que me hacen creer que se sintió seguro y protegido. Es macho, muy blanco y de ojos celestes. Es bellísimo. Lo llamamos Mani, dios de la luna (nórdico). Ni idea de qué sucederá. Yo creo que Marilyn nos lo envió para que no la extrañáramos tanto.

9 de enero de 2014

Marilyn

Por acá no lo conté: hace poco menos de un mes un auto mató a mi gata Marilyn. Tristeza. Desazón. Bronca. El tipo iba a mil. Así como mató a mi gata podría haber matado a un niño. Una calle residencial con un inmenso lomo de burro en el medio... a quién se le ocurre.
Fue horrible. Horrible. Amábamos a esa gata. Esa gata me enseñó todo sobre los gatos. Yo no sabía nada. Ella fue paciente conmigo. Muy paciente. Yo la trataba como a los perros. Y recibí unos cuantos arañazos, maullidos reprobatorios, mordidas. Pero nada grave. Marilyn fue paciente y consiguió domesticarme. Consiguió que la quisiera enomemente.

Hoy la extraño a horrores.