26 de diciembre de 2005

El escenario es donde estoy yo


Pero para qué sirven las teorías, ¡el centro del escenario es ahí donde estoy!

Martha Graham


Uno nunca termina de conocerse a uno mismo.
¿Cuántos recitales di?¿Soy más auténtica cantando para quince personas o para quinientas?¿Y cuando lo hago sólo para mí?
Casi nunca canto sólo para mí. Siempre hay un tercero. Ni siquiera un segundo. Es un tercero que no me conoce y al cual quiero llegar. El tercero, el desconocido, el que aún me ignora.

***

Pero, claro, después, abajo, se me corre la media o me tropiezo y nadie lo sabe. Sólo yo y la amiga que me presta sus medias negras para que arriba, en el escenario, no se note el porrazo de la rodilla.

***

¿Soy yo la que está en esa pantalla cantando?
¿Soy yo aunque el recital haya sido hace once años atrás?
¿Esa es mi voz?
¡Tengo la misma voz!
¡La misma, la misma la misma!
¡Albricias! ¡La técnica no ha logrado arrebatarme MI VOZ!

***

Soy yo. No hay dudas.Pero con la seguridad de no saber. ¿Hubiera querido no saber?
Porque hoy sé tanto más que hace once años.
Y soy cautelosa.
Y soy arriesgada.
Y definitivamente no tengo teorías.

***

Este jueves la Universidad de Buenos Aires me entregará dos diplomas.
Este jueves me subiré a dos escenarios.
En uno juraré y en otro cantaré.

***

Muchas personas me preguntan si estudio "canto". Me sonrío. No es que no haya estudiado canto. Tengo técnica de algunos años. Pero esa técnica si no la ejercito se pierde como casi todas las cosas que uno no ejercita. ¿Y saben qué? Aunque la técnica se pierda lo que ustedes escuchan sigue sonando bien. Porque lo que ustedes escuchan no es lo que yo estudié. Ustedes me escuchan a mí.
Lo más sincero que tengo es mi voz.

***

Heredé la voz de mi mamá. Ella la heredó de su padre. Y la cadena sigue para arriba. Me gusta pensar en este hermoso don que yo no pedí. Mi madre me hizo amar este don. Cuando tenía seis años me dijo: no trates de cantar más fuerte que los demás, sólo cantá con el corazón. Me gusta pensar que este don no se perderá y que lo heredarán mis hijos y sus hijos y los hijos de los hijos.

6 de diciembre de 2005

Macabro mecanismo

Pienso las fiestas como un macabro mecanismo de repetición que en días mejores supieron ser festejo. Restituirlo, restaurarlo. Hubo un tiempo en que las fiestas comenzaban con el primer invitado que llegaba a casa. Hubo un tiempo en que las fiestas comenzaban luego de las doce con el último invitado yéndose de casa.
¿Para qué nos reunimos?
No es la sucesión de días lo que festejamos sino la interrupción de esos días. Y en esa interrupción despedimos al tiempo viejo, lo enterramos y lo saludamos.
Me gusta pensar, entonces, en esa interrupción.
En la sucesión de los días morimos de a poco.
En la repetición, encarnamos.

26 de noviembre de 2005

Estreno: Zamacueca


Pies exactos, demorados.
La entrega se consuma.
Por fin.
Una danza de pasos bellos, imperfectos.
Mi Frida,
esta vez la mas bella, la mas blanca, la mas desnuda,
muere en mis brazos en su totalidad.
Quiero revivirla pero su aliento se ha vuelto inmóvil.
Las lloronas hacen el resto.
Muero en el centro mismo del escenario.
Y hasta lloro
por ella
por mi que también soy Frida.
Frida roja. Frida Flora. Roja Flora. Flor
Roja.
Y luego, camiseta roja, azul, amarilla y blanca.
Salimos del teatro, cantando.
Una copa y una cala me esperan esta noche.

25 de noviembre de 2005

Ay de este azul

Ahora que lo pienso el azul era mi color preferido.
Luego pasó al rojo
y luego al verde
turquesa.
Pero el azul se ha perdido. Se ha perdido irremediablemente.

23 de noviembre de 2005

Tuñón en Corrientes

Ayer, olor a lluvia sobre la calle Corrientes.
Y violines desocupados, estalactitas de hojalata, veredas rotas.
Los zapatos aguijoneando cemento fresco, telas livianas, un mal gusto reinante y la sal de mis lágrimas vertidas un invierno del 2004.
Olor a lluvia sobre mi pelo.
Entro al CCC.
Un poeta y tu voz brillante. Brillante, te dije.
Pero no te dije:
Qué pena no haber sido joven en los años veinte, no haberte conocido en esos años, no haber bailado un tango con vos en esos años.
Olor a lluvia
en tu voz.
Orador,
la voz del poeta se encarna en tu prosa hablada.Y los calambres, los enredos, los nudos, Corrientes y la comitiva brillante me envuelven en un rebozo bordado de preguntas.


Ningún gel que dibuje mi perfil desgreñado.

7 de noviembre de 2005

Titilar

Ayer hicimos una larga caminata. Entre paso y paso el aliento se perfilaba delgado, minúsculo. La hilera de árboles se perdió y la avenida viró en arroyo.
Preferimos las piernas. Un bichito de luz será feliz con su parpadear titilante pero ya. Titilar está bien pero para un bichito de luz. Las estrellas no titilan: pura invención del cielo terrestre que las disfraza cubriéndolas.

31 de octubre de 2005

Halloween

Una mujer de 42 años eligió un árbol cercano a su casa en el estado de Delaware, Estados Unidos.
La mujer se ahorcó en ese árbol.
Su cuerpo estuvo 14 horas colgando. Los niños lo vieron. Los vecinos lo vieron.
Primero, se asustaron y, luego, se rieron ante el siniestro espectáculo.
Era 31 de octubre.
Día de Halloween.
Todos creyeron que se trataba de un adorno.

20 de octubre de 2005

Estrella

Consigna: Por la tarde tomar helado rico en la plaza de la Redonda y mirar los pocos árboles que aún dan sombra. No hago caso del humo pestilente de todos los autos y colectivos que pasan por Juramento. Sólo tengo ojos para los árboles y mis papilas gustativas están atentas a la merengatta y al dulce de leche granizado.
-¿Te gusta la artesanía?
Está parado frente a mí. Lleva lentes oscuros y un alambre color dorado en sus manos.
-Te voy a hacer algo especial. Para vos. Cuando no vendo nada se me da por hacer estas cosas.
Lo miro con desconfianza porque sé lo que va a venir después. Él me hará una chuchería con su alambre amarillo. Cualquier chuchería que yo sé de antemano que no necesito pero que tampoco me animaré a rechazar. Luego me dirá que yo ponga el precio y ya no tendré escapatoria.Sin embargo, estoy curiosa. Me inclino un poco para ver cómo sus manos van moldeando una estrellita amarilla de cinco puntas.
-Esta estrellita es un prendedor, ¿ves?
Acerca sus manos a mi mochila y la prende sin ningún esfuerzo. Ha llegado el momento. Ahora pedirá su moneda. ¿Cuál será mi precio? Miro la estrellita. Es diminuta y se perderá en cualquier traspié que sufra la mochila en su recorrida diaria. De pronto se me ocurre algo.
-¿Cuál es tu nombre?
Me mira desconcertado. Se saca los lentes oscuros y descubro que tiene una mirada cristalina preciosa.
-¿Mi nombre?
-Sí, tu nombre.
-Alejandro.
-Yo me llamo Florencia.
-Florencia- repite.
-Gracias por la estrella.

18 de octubre de 2005

Musicalidad

La revolución francesa intentó cambiar los nombres de calles, calendarios y medidas. Pero no pudieron con el buen gusto. A los franceses les resultaba deplorable quitar el "san" de las calles que lo llevaban. No lo hicieron porque les sonaba mal al oído y ofendía la natural musicalidad del nombre. Y no hubo revolución ni guillotina que valieran la pena.

17 de octubre de 2005

Reconocimiento

Ya no hay cariátides ni pomonas ni angelotes en mi ciudad. Los monoambientes, los dúplex y las torres se los han llevado. Hoy he visto un hueco donde antes supo existir una casa de vetas y ornamentos varios. Las líneas rectas son el progreso. Lo curvo es el pasado. Y quienes experimentan algún tipo de reconocimiento de este pasado se van muriendo. La ciudad, entonces, se vuelve hostil y los rascacielos tapan el sol.

15 de octubre de 2005

¿Un café?

¿Cómo eran los cafés donde Simone de Beauvoir escribía sus diarios, trabajaba sobre sus disertaciones y esbozaba capítulos de sus novelas? Un buen café, para Simone, no era un bar donde se servían bebidas y se hablaba con amigos. Los había de distintas categorías, es cierto, pero un buen café implicaba un buen lugar de trabajo. Un buen café implicaba el áspero sonido de la pluma sobre el papel y las monedas tintineando en los bolsillos de su gabán demasiado grande. El Dome era un buen café.
Schávelzon nos cuenta que el primer local que vendió café en Buenos Aires data de 1789. No existían las mesitas individuales sino una gran mesa comunitaria donde la gente se reunía en público "para hablar y divertirse y fraguar revoluciones". La idea de que hubiera algún tipo de privacidad en este ámbito público era imposible. Estar solo en un espacio colectivo fue un invento posterior.
Adorno en 1934 le escribía a Walter Benjamin: "le recomiendo que tenga a bien elegir el Café Morgana, bien afuera sobre el mar, como lugar de trabajo". Walter Benjamin nunca cumplió con esta recomendación: el Café Morgana había quebrado y estaba rigurosamente cerrado para cuando se dispuso trabajar allí. Los cafés son ruidosos porque las calles de las ciudades son ruidosas. Y luego están las situaciones cafeteriles: cucharillas golpeando la vajilla, dedos tamborileando artefactos electrónicos, mozas intrépidas, bandeja en mano, pasando indiscretamente por nuestro lado, grupos de gente riendo y festejando algún comentario, pequeños fragmentos de charlas absurdas que distraen.
Y aún así, muchos parciales domiciliarios se resuelven allí. Muchos ensayos comienzan allí, muchos libros se corrigen allí, muchos relatos se escriben allí.
Y el tiempo corre pues ya no son monedas sino billetes los que se escurren por las mesas de fórmica.
Y los gabanes cada día son más ajustados.

14 de octubre de 2005

Risieri Frondizi

La incultura está muy extendida dentro y fuera de la universidad, no porque se ignoren muchas cosas, sino porque se carece de la comprensión de las creaciones culturales. Muchos universitarios se adornan con lo que saben. La cultura no forma parte de ellos; no son cultos sino que "tienen" cultura, así como tienen trajes elegantes confeccionados por otros. En general son incultos por exceso de información no digerida y que no está al servicio de nada, salvo la vanidad de quien la posee. Se trata de cosméticos culturales y no de alimentos que enriquecen el espíritu.

Risieri Frondizi, La universidad en un mundo de tensiones, Eudeba, Buenos Aires, 2005, pág 49.

11 de octubre de 2005

Sunny landscapes

En el medio de la plaza de Belgrano un hombre oscuro chupa una naranja con ganas mientras una mujerona de lentes lee un diario y una teenager se pasea con culo cual perro en celo. Genial. El sol le hace cosas geniales a los paisajes de la ciudad.

3 de octubre de 2005

Trabajo de investigación

La moza ya me conoce y es amable conmigo. Por la ventana veo pasar gente apurada. Yo tengo todo el tiempo y una birome entre dos dedos. Los libros que me rodean van cobrando sentido: cartas, recomendaciones, viajes, entrevistas. El texto va cobrando forma. Ya tiene algunos capítulos, ya tiene una introducción y un epílogo.
Días como hoy.
En un capítulo de un libro encuentro un rastro suyo a seguir. Una huella.
En mi cuaderno trazo estas coordenadas con café. También hago muchas llamadas por celular.
-Creo que encontré algo -le digo.
Días como hoy.
Poco dinero en el bolsillo pero muchísimas monedas.
Alcanzan para un pequeño ramo de flores en el puesto de la esquina.

2 de octubre de 2005

Artesanas

Los domingos siempre trato de hacerme una escapadita a la feria hippie. Camino las diez cuadras con el sol en las pestañas y el aire sin ruidos. Maravilloso. Aspiro el olor de los globos, los helados, la gente sonriente y los puestitos con sus innumerables cositas. La gente toma mate en el césped (ah, ¿no se podía pisar el césped?) y charla entre ella. Más alejadas, sentadas en sus banquitos están las mujeres que leen tu destino y los hombres que hacen malabares con fuego, plumas o pelotitas.En un puestito me detengo a observar unos cuadritos y escucho el siguiente diálogo entre dos artesanas.
ARTESANA 1: -Ayer estuve recorriendo el local de Zara.
ARTESANA 2: -Ah, ¿sí? ¿Y encontraste algo?
ARTESANA 1: -No, todo era horrible.
YO (interrumpiendo): -Bueno, menos mal, la ropa de Zara es increíblemente cara.
ARTESANA 1: -Pero ni ganas de tener plata te daba.(risas)
ARTESANA 1: -Yo no me compro ropa ahí pero siempre voy para robar alguna idea. La ropa me la hago yo. Pero esta vez ni una idea, eh. Todo era horriblemente recargado, super hippie pero mal. Un cambalache de retazos de tela. Cualquiera.
Yo (sonriendo): -Claro. Cualquiera.

30 de septiembre de 2005

Barrancas

Antiguamente las mujeres lavaban la ropa en el río. Bajaban por las barrancas con grandes canastos y buscaban los mejores lugares donde no se empantanaran los pies ni se ensuciaran la ropa blanca. Algunas tenían burros que las ayudaban con la carga. Algunas lavaban ropa por encargo y otras simplemente lavaban la suya propia.
Hoy caminé con dos bolsas de nylon y una pila de ropa hacia el laverap de la esquina. Tan sólo una cuadra y allí están las lavanderas. A cinco cuadras de Barrancas Belgrano.

15 de septiembre de 2005

Feria

Nada como perderse en un laberinto de calles conocidas y hacer las compras. Pues si todo está en las calles ¿por qué aburrirse en un maldito y burocrático supermercado?
Allá fuimos, sin listita y con unas inmensas ganas de mirar el sol.
Esto fue lo que conseguimos:
Dulce de frambuesa casero, granola, lentejas, budín de algarroba y nuez, menta peperina, manzanas, papitas coloradas, ajicitos de colores, cebollas, una caja de ravioles y pan.

7 de septiembre de 2005

Mi ser flor

Soy yo, me dije.
Soy yo que aprendí a cantar antes de aprender a hacer otra cosa.
Soy yo que danzo con los dedos de los pies abiertos en abanico.
Soy yo que me gusta leer y escribir sobre lo que leo.
Soy yo que me gusta escribir sobre mí.
Soy yo que no sé hacer ruedos en las polleras pero sí sé coser botones y elijo la mejores manzanas en el mercado.
Soy yo que cruzo las calles por cualquier lado sin respetar la senda peatonal, derramo los objetos que están a mi paso, tomo mate perfumado con cedrón y penetro por los portales sin avisar antes.
Soy yo que sentí varias veces el puntinazo de la locura brotando por todos los poros de mi cuerpo.
Soy yo que vi a mi abuela luna cristal rojo morir de locura.
Soy yo que me acostumbré a ver agujas todos los días desde muy chiquita y pegaba portazos porque no podía cambiar las cosas.
Soy yo que a cambio de su corazón de oro prometí serle leal y tener los ojos bien abiertos.
Soy yo que tuve muchos amores y viajes y anhelos.
Soy yo que hoy tengo un gran amor y viajes y anhelos.

23 de agosto de 2005

Santa Fe y Pueyrredón

Una puerta cerrada es una puerta abierta en otro lugar. Aún no hacía frío y la noche caía en Barrio Norte, donde los colectivos pasan por calles estrechas y los subtes escupen gente cada cuatro esquinas. Aún no hacía frío pero yo me detuve a comprarle a esa mujer tres pares de medias coloridas. Todas a rayas verdes, rojas y amarillas. Y después entré en ese café y pedí un capuchino a la italiana. Pero no tenían. Entonces te esperé un rato para ver si aparecías y cuando llegaste y me viste allí sentada con mi tapadito marrón y mi flequillo al costado la alegría te saltó por los ojos. Se nos pegaron los 17 años y las charlas quilométricas. Nos contamos los cuatro años que nos faltaban de cada uno y la chispa nacía de las manos y del café cortado que nos pedimos para paliar el disgusto de que no hubiera capuchino a la italiana. Y el bar se llenó de gente y de manos gesticulando. Pero nosotros ya no éramos modernos sino muy antiguos. Como esa esquina de Santa Fe y Pueyrredón y esta enorme ciudad tan ruidosa y perdida.

17 de agosto de 2005

La loca del ático

Pienso que esta rutina también se va a destruir. Levantarse temprano a la mañana, recibir a los albañiles, preparar el mate en la hornalla portátil, encerrarse en los dos cuartos de atrás y escribir.
Escribir, leer, escribir, leer.
Pasar los dedos por las páginas amarillentas y repasar lo que se ha subrayado.
Pienso que esta rutina de encierro -mientras van colocando azulejo por azulejo, rejilla y caños- es en realidad una promesa que me debía.
No tengo altillo pero es como si lo tuviera.

5 de agosto de 2005

Hacer no es intentar: ensayo

Y un dos tres
un dos tres
dos tres
tres

Ese ocho entero es como una sinfonía en mi garganta.
Cada pulsión de mi centro es como un movimiento de laringe.
Y así canto mientras bailo.

Y un dos tres
un dos tres
dos tres
tres.

Sin perder el hilo del ensayo.

25 de julio de 2005

Oh


El teatro es viejo, vetusto.
No importa.
Allá vamos armados hasta los dientes con ropa de lana, medias, maquillaje y termos llenos con té de eucaliptus caliente. Una única estufa calienta el camarín que huele a lluvia de la noche pasada. Afuera llueve pero aquí abajo nada se escucha.

(no vale la pena hablar de las medias corridas, del dolor en los músculos fríos, del vértigo del frío subiendo por una escalera de metal).

En el tumulto del trajín los preparativos nos van transformando. Estamos semidesnudas. Mujeres personajes. No somos ni lo uno ni lo otro. Las caras se van conformando a medida que delineamos un ojo, aplicamos rubor a la parte alta de los pómulos, colocamos brillo en los labios y gel transparente en el pelo.

(también horquillas, muchas horquillas)

Al salir ya no queda nada de mí.
Oh.

15 de julio de 2005

La reunión

Hacía casi un año que no pisaba esas escaleras impregnadas de papeles y humo de cigarrillo. Meses que no visitaba las librerías aledañas empapeladas de libros formidables. Meses que no subrayaba un libro fotocopiado con resaltador. Meses que no tomaba café con leche en Vivace. Meses.
Frente a una mesa rectangular pintada de blanco apoyamos nuestros bártulos. Y comienza la función. Sólo que aquí no hay maquillaje ni luces. No hay vestuario salvo los lentes de marco negro y las polleras negras con medias oscuras, obligado atuendo femenino.
En un rincón la vi ataviada con una pollera multicolor larga y el pelo cayendo como lluvia sobre sus ojos castaños.
Le vi el miedo. Un miedo antiguo.
Yo le sonreí marcando una palabra en rojo. Y me la llevé a casa de la mano.

6 de julio de 2005

Pulsar



Pulsar la cuerda. Así, despacito. Mis cuerdas aflojan y estiran una infinidad de caminos. Desde marzo hasta aquí cuenta su historia de vidalas y llantos.
De carnavales y mantos.
Esta cuerda hoy me pide siesta y arrullo. Pero yo la preciso fuerte y afinada. Combativa.
No puedes dormir, le digo suavecito.
No puedes dormir.

3 de julio de 2005

Estrenados


Este teatro dicen que trae suerte. La primera función salió grandiosa. Los hados nos acompañan.Me voy al algarrobal.
A comer dulce de algarroba

22 de junio de 2005

Revisión de las horas

Las clases están saliendo redonditas. Pero dar seis horas de clase con sólo media hora en el medio para descansar no es bueno para mi salud.
Hoy un alumno me preguntó si yo era de Inglaterra (¿habrá sido por mi buen inglés o por mi pésimo español?)

Anyway, hay vida después del instituto y debo continuar con mis otros yoes. Con permiso.

17 de junio de 2005

Mi alumno Seth

Durante un mes y medio ahondamos en los secretos de su idioma. Refinamos sus estructuras hasta hacerlas maleables, buceamos en el interior de cada palabra y navegamos en el barquito de las subordinadas.
Pero se nos cruzó la Historia.
La Argentina se abrió con palabras de metralla y banderas de hierro. Entramos en esa rajadura y vimos juntos las manos de los ahogados, las bocas hambrientas de lo más pobres, los cogotudos enfundados en trajes europeos, el canto de los poetas, el granero del mundo en la Pampa Húmeda y las joyas de reina en la garganta de La Reina de los humildes.Oímos los acordes mediocres de un Palito Ortega.Y vimos la ronda de mujeres en una plaza céntrica.
En sus ojos aparecieron preguntas que su boca no podía decir. Y está bien que así sea. Porque esas preguntas vienen del alma y no del intelecto. Cuando se ha llegado a tocar el alma de una lengua no hay estructuras que valgan. Hay que romperlas para armarlas de nuevo. Hay que quebrarlas para decirlas.
Una vez que esto sucede ya no se vuelve a la lengua madre del mismo modo.
Y eso es lo genial de este trabajo que tengo. 

31 de mayo de 2005

Subjuntivo

Hace unas semanas que vengo pensando en todas esas cosas que haré cuando termine con todo este trabajo. Por eso me sorprendo cuando tengo que enseñar estas mismas estructuras a mis alumnos de español.
Cuando termine...
Apenas termine...
En cuanto termine...

Cada día las explicaciones me salen más viscerales.

21 de mayo de 2005

Desafíos


¿Y si mejor arqueo la espalda, cierro costillas y canto con el cuello estirado hacia atrás? ¿Y si mejor?

17 de mayo de 2005

Grisel

Y hoy que vivo enloquecido
porque no te olvidé
ni te acuerdas de mí

Iba caminando por una calle cuando a lo lejos divisé a un muchacho cuya cara borrada por el efecto de mi astigmatismo creí reconocer. Como si estuviéramos en espejo el muchacho se detuvo -a una cierta distancia- y empezó también a observarme con detalle. Desde la otra cuadra le grité:
-Perdoname, pero es que desde acá no te veo la cara.
-¿Vos sos Grisel?
-¿Cómo?
-Grisel. ¿Vos te llamás Grisel?
-No.
Se fue. Se apartó. Yo ya no le interesaba.
Inútil preguntarle si él era fulano de tal. Yo no era su Grisel. Y con eso bastaba.

16 de mayo de 2005

Exhumación

Domingo por la tarde revolviendo cajas. Las hojas salen amarillentas, subrayadas, tachonadas y manuscritas. Cajas y cajas con mi pasado universitario amontonado.
Exhumación de cadáveres.
Entre todo ese papelerío encuentro una carta escrita a los apurones, con letra enmarañada.

Estoy leyendo un libro que habla de lo que significa la modernidad. Me pregunto qué les sucede a los países que hace poco perdieron sus valores, que han estallado en mil pedacitos. Me refiero, especialmente, a los países orientales. Una tradición y de pronto ¡puf! todo se derrumba. No hay de dónde agarrarse. No hay parámetros externos que nos digan: por allí, por allí: eso está bien, eso está mal. ¿Y ahora? ¡BUM! Te digo algo: hay que leer a Nietzsche y a Marx. Sí, sí, sí, ya, ya, ya...Nietzsche en un momento dado dice: "el hombre del mañana tendrá el valor y la imaginación para crear 'nuevos valores necesarios' para que los hombres y las mujeres modernas se abran camino a través de los peligrosos infinitos en que viven" (sic). Vos sin saber nada de Nietzsche me decías que ir a buscar los valores en otro lado que no fuera uno mismo sólo traía sufrimiento. Los valores impuestos desde un afuera eran falsos, hipócritas y traidores a nosotros mismos. Vos, vos, vos...potenciaste esa capacidad en mí. Sufrí como una hija de puta pero ahora que lo entiendo, ahora que entiendo todo sólo me resta buscar esos valores aquí, adentro mío, es decir, TAMPOCO voy a buscarlos en vos. Ni vos podés salvarme de hacer ese trabajo. Mi instinto dirá. Me dispararé para varios lados: sé que no todos van a gustarme. Ahora sí, seguiré con mi libro. Tengo un parcial el viernes y no puedo escribirte más.
Un beso,

Mi pregunta después de tantos años es: ¿qué era TODO lo que había entendido?

26 de marzo de 2005

La casa de mis padres

La casa de los pies fríos
y las manos húmedas.
La casa de las paredes gruesas
y los techos altos.
La casa de las frazadas calientes
y las medialunas por la tarde.
La casa de los picaflores
y las chicharras.
La casa del abedul, el Gynko y un Ficus blanco.
La casa de las guitarras
y las mateadas.
De las veredas rotas.

8 de marzo de 2005

Sellos mayas

Nos acomodamos en cuatro sillas viejas y la mesa de la cocina. El verano ha pasado. Sólo nos quedan vestigios y unos trazos finos del otoño en puerta. Pero allí estamos compartiendo un mate bien dulce con resabios de unos granos de café. La calabacita pasa de mano en mano. Todos están exultantes y hermosos. La sala se inunda de proyectos para abril. Como regalo por el encuentro, Facu nos lee el sello del calendario maya a cada uno.
Mi sello es el caminante del cielo rojo. Tonalidad 9, es decir, solar. Me guía en mi misión la luna (la purificación), mi análogo (quien me recuerda mi misión) es el enlazador de mundos (que iguala la muerte), mi antípoda (quien me dice cómo hacerlo mejor) es la noche (la abundancia) y mi oculto (la fuerza para cumplirla) es la estrella (armonía, belleza y arte).
En realidad a cada uno de nosotros nos salen cosas muy hermosas.
Todos en la compañía resultamos ser de sellos distintos.
Me asombro de mi sello. Como si un maya desconocido hubiera escrito algún poema en mi nombre.

7 de febrero de 2005

El Che

Ayer vimos "Diarios de Motocicleta". Me pregunto qué hubiera sido de la Argentina si el Che hubiera enfilado la motocicleta para el Noroeste Argentino y no para la Patagonia como finalmente sucedió. Hubiera visto lo que más tarde vio en el Norte Chileno y en el Altiplano. Pero no. Atravesó los pastos dorados y desiertos de La Pampa y llegó a una Patagonia mágica en paisajes, vacía de gente.
Esos ojos de aquel minero chileno son los ojos que hoy aún se encuentran en Jujuy.
Frescos pozos en busca de agua.

23 de enero de 2005

Calle Florida

Los escaparates de la calle Florida ostentan un glamour ficticio.
La creatividad a flor de piel y el sudor ajeno: pelos rubios casi blancos, pelirrojos, lacios, enrulados. Vestidos, zapatos de taco, rosas y celestes. Mapas, postales al doble de precio, revistas de moda, de viajes, de utilería en el medio de la peatonal. Música, tango electrónico, zamba y aquellos mariachis importados. Hombres de traje y corbata, maletín negro y mujeres con peinados altos de espuma. Marionetas. Lentes de colores, lentejuelas deslucidas en la falda de un hada de la calle, un hombre barrigudo de camiseta blanca arrastrando un changuito. Diarios sueltos, sonrisas encantadoras en la puerta del Burguer, un vasito de café express chamuscado en las mesas pegoteadas de bebidas colas.
Papeles de oficina.
Distintas lenguas, la nueva mercancía del momento. Seducción: sos de acá, no vos, de dónde, ah, hace cuánto.
Arlt decía que Florida olía a agua florida que no es lo mismo que las flores de Bach.

19 de enero de 2005

¿Recursividad de la lengua?

Io non lo so.
Cuando uno comienza a aprender un idioma primero habla con frases hechas. Repite. Es increíble. Hace tan solo dos semanas que estoy incursionando en el italiano y aún no logro salir de las frases hechas.
scusi,
senti,
prego,
Io non lo so.

15 de enero de 2005

Bellas melodías

Tuneful words
are whispered.
There's no vibration.
But then, my little yellow ball
sees me.
I'm the little bird.
The red one.

14 de enero de 2005

Collares

El pequinés miraba tranquilo la calle llena de autos.
Los pequineses han sido perros de emperadores y eso les ha dejado una marca indeleble: no permiten que los toque cualquiera. Su porte es orgulloso aunque sean pequeños y su andar macizo.
Ella lo observaba desde la esquina esperando que alguien se detuviera. Nadie. El perro estaba solo. Llevaba el pelo bien cuidado y la mirada extrañada.Cuando la vio comenzó a caminar media cuadra adentro. Ella lo siguió. Se acercó despacito y posó su mano en el cuello del animal. Lo rozó apenas, tan sólo para ver si había algún collar. El pequinés, mansito, se quedó en su lugar mirándola.
Después se sentó frente a una puerta y ladró.
La puerta era blanca y daba a un edificio alto de departamentos. Pero sólo había un timbre. Ella lo hizo sonar. Salió una señora rolliza que al reconocer al perro lo hizo entrar y le agradeció varias veces. Una vez que la puerta se hubo cerrado ella comenzó a alejarse. Deseaba volver pronto a su casa pues en su bolso llevaba las suites para cello de Bach y quería comenzar a trabajar en ellas. Pero alguien la había estado mirando desde la otra esquina. Se acercó despacio y acercó su mano al cuello de ella.
Tan sólo para ver si llevaba collar.

6 de enero de 2005

La Dante Alighieri

Llego a la sede de la Dante y pregunto por los cursos de verano de italiano para principiantes. El aire acondicionado me invade suavemente sin alterar mis vías respiratorias. Me atiende una señora bajita, muy agradable, que me pide que llene un formulario desde una computadora que está del otro lado del mostrador. Tecleo mis datos, nombre, apellido, número de documento, etc. Luego aprieto donde dice "finalizar". La pantalla se borra y la señora bajita me mira un tanto apenada. Balbucea que a veces el sistema no les anda muy bien, que va a reiniciar la máquina. Mientras lo hace le hago un comentario irónico sobre lo fácil que era hace unos años llenar los formularios a mano. Y sí, me dice, acá se hacía así y te aseguro que era más rápido. Le creo, le digo, yo vine hace unos años a anotarme a un curso que al final terminé abandonando. Ah, ¿pero vos ya te anotaste alguna vez acá? Sí, pero eso fue hace unos años y jamás rendí un exámen. Ah, pero eso lo cambia todo, por eso la máquina no andaba, decime tu número de documento.
Se lo doy.
Ves, ahí estas, me dice.
Miro la pantalla que muestra una ficha de hace varios años. Lo único que se mantienen igual son mi nombre y mi número de documento. El resto son datos viejos.
Sí, está bien, pero todos esos datos están mal. Ah, no importa, ya estás anotada, esperame que te hago el recibo. Usted no entiende, esa dirección, ese número de teléfono, esa ocupación, todo lo que diga esa ficha no se refieren a mí, esa ficha no le sirve. Ah, pero no importa, después lo cambiamos, lo importante es que estés en el sistema. Sí, pero...Tomá, acá tenés tu ficha de inscripción.
Tomo la ficha color rosa con un sello estampado en un cuadradito azul. ¿Me permite que al menos le dé mi nuevo e-mail y mi nuevo número de teléfono por si necesita comunicarme algo?
Termino por anotar mi presente en una servilletita blanca con ribetes rojos a los costados.