27 de noviembre de 2007

Bella Durmiente

¿Duermen tus dioses?, me preguntan en una carta.
No.
No duermen.
En la duermevela encienden los cirios que alumbran el camino de los fueguitos mínimos. Los fueguitos de la madrugada que al mediodía son el fuego necesario que pide tormenta.
No es contradicción, saravá.
Cómo los fueguitos mínimos devienen en llamarada espesa.
¿Cómo es la chispa que enciende el cirio en la madrugada?
No quiero saber.
Mis dioses no duermen.
Yo sí.

22 de noviembre de 2007

Mi nombre está escrito en el aire y en la tierra

Hay días en que el viento es favorable a las ideas y a las proezas. Hay días en los que yo me voy con el viento. El viento me lleva a un orden preciso. Preciso de necesario, no de precisión. Y yo me dejo arrastrar por el viento.
Como la nube de agua que soy.
Pero hay días en los que quiero volver a la tierra.
Enraizarme en la tierra cual animal vegetal.
En esos días florezco.
Como una flor roja.
Como la flor de tierra que soy.

2 de noviembre de 2007

Aviva la llama

No se puede escribir con el animal entre los pies. Llevo el animal gateante entre mis rodillas.
¿Cuántas generaciones más domesticaré?
¿Qué me une con mis congéneres?
¿Qué lazos?
¿Por qué la sangre es tan importante?
¿Por qué la sangre, el semen, el flujo, la saliva, todas esas excreciones son tan importantes?

En un barco abandoné mi ave. Era un ave pequeña y risueña. Paladeaba la voz con esquisito pudor. Ni una gota de menos. Lagrimeante y buena moza, redondona y amistosa, mi ave se enternecía de candoroso sudor.

La abandoné.
Abandoné su plumaje rebelde. Su plumaje brillante de ideas tornasoladas.
¿Para qué quiero yo ideas tornasoladas?
¿Para qué quiero yo plumaje brillante?
¿Para qué quiero yo plumaje?

El barco, el carruaje, el recoveco rojo:
subterfugios.

1 de noviembre de 2007

La mujer de las serpientes

Qué absurda la división de bienes. La división de seres. L a división de órganos. Alguien muy maquiavélico ha querido que esto así sea. ¿Cómo es que vine a parar a este mundo? De todos los mundos posibles he imaginado éste. No estaba en mí. Estaba en lo que ustedes vieron de mí. Lo que ustedes querían ver de mí. Este espacio es un fraude. Yo no soy un fraude. Y ahora que las revoluciones no son estallidos ni espasmos de violencia sino una marea lenta que sube, se explaya, va a romper en el punto exacto, donde la flecha es flecha y no arco vacío, donde la ola es bella y no espuma desangrada, ahora que la revolución respira conmigo digo: silence.
Por qué.
La mujer que ven ahí lleva serpientes escondidas en su cabellera castaña.
Yo la peino todos los días y no tengo espejo.
La serpiente muerde mi mano.
Todos los días.
¿Quién se atreve a peinar a una mujer con serpientes en su cabellera castaña?
Nubedeagua se ha roto.
Y esto es recién el comienzo.