15 de enero de 2008

De cuadernos

Se me acaba de caer el mate en las sábanas. El cuaderno azul donde a veces anoto cosas está empapado de un líquido verde. Se me caen muchos mates últimamente. Abro el cuaderno azul empapado y miro qué escueto se ha vuelto todo. Anotaciones rápidas, nada muy importante, poca curiosidad. Me acuerdo de épocas en las que anotaba todo, recreaba escenas, diálogos, imágenes, sensaciones. Atesoraba las anécdotas para después. Después... Hoy leo esas imágenes y pienso en que no todo es cíclico después de todo. Hay sensaciones que no volveré a tener. Hay lugares por los que ya no volveré a pasar. Hay personas que no volveré a encontrar. Y está bien.
Hoy el cuaderno azul es más un ejercicio de ablandar la mano que otra cosa. No me gusta sentir que dependo de un artilugio tan complicado como una computadora para plasmar palabras en una superficie. No me gusta aunque es así, es lo que está sucediendo. El cuaderno azul, bien gracias.
Yo quería aprender encuadernación para hacer mis propios cuadernos pero luego desistí. Una de las cosas que me suceden cuando me regalan un cuaderno muy bello es que no quiero usarlo. Yo uso los cuadernos azules, verde o rojos Rivadavia. Renglones derechitos, bien escolar todo.
Miro mejor. Pienso que el agua derramada decolora los renglones derechitos.
Y ya no parece tan escolar.

8 de enero de 2008

Traful

Tenía cinco años cuando fuimos a Traful. Mi hermano tenía dos y medio y era tan chiquito que cuando lo pusieron a dormir en la bolsa de dormir se perdió. Nos despertó a las tres de la mañana llorando y gritando, mamá, mamá, la pueta, mamá. ¡Buscaba la puerta! El pobre había dado la vuelta completa y estaba en el fondo de la bolsa buscando la salida que, claro está, no iba a encontrar. ¿Cómo hizo para darse vuelta? Bueno, era muy pequeñín.
En realidad a mí me faltaba un mes para cumplir seis. Porque yo desde que me conozco que cumplo años en febrero. Todo esto para decir que dentro de un mes cumplo años. Y sí. Uno dice cosas para, en realidad, decir otras. Implicaturas conversacionales.
Cuando la gente me habla de Traful y me pregunta si conozco Traful yo digo que sí. Pero estoy segura de que no conozco Traful at all. Yo conozco Traful a través de los ojos de una nena que aún no había cumplido los seis años. Si me preguntan algo, no podría recomendar nada. No tengo idea de cómo se llega a las playitas, ni de cómo se llama el camping, ni de si ese camping aún existe. Sólo recuerdo que llovió mucho, que había muchos chicos con los que nos hicimos amigos, que armamos una banda que se llamaba "La banda del ratón desinflado", que había dos chicas más grandes (tenían nueve años) que me explicaron la existencia del Cielo y el Infierno, que a causa de eso desarrollé un miedo tremendo a la oscuridad (complicado, porque estábamos de campamento y no había luz eléctrica), que en la playita a la que íbamos había una piedra hermosa y grande a la que nos subíamos y "lavábamos" con el agua del lago, que mi mamá ponía los yogures en una bolsita y luego los sumergía en el lago para mantenerlos refrigerados.

Me gustaría preguntarle a mi hermano qué recuerda él.