31 de agosto de 2013

Hoy todos comen

Nico y Flor desayunan tostadas con queso crema y mermelada.
El gato lame su queso crema del dedo de Nico.
El gato también come sus piedritas.
El gato mata lagartijas bebés y se las mastica con sumo placer.
Una araña teje una tela inmensa en la aralia de la terraza.
Espera pacientemente su presa. 
Claramente hoy todos comen.

Marilin, o bien, Asesinín.

29 de agosto de 2013

Hormigas argentinas

Fede es un gran jardinero. Se ocupa todas las semanas del jardín de la casa de mis padres que es bastante grande. Mi papá lo llama "el destructor" pero lo hace cariñosamente porque sabe que lo que Fede poda, brota seguro.
Hasta ayer nunca antes había entrado un jardinero a esta casa. No es que yo no pode mis plantas pero nunca antes había hecho una poda extraordinaria como la que hizo Fede. No tengo la fuerza, la altura ni los elementos necesarios. 
-Uh, mirá este jazmín del cabo como está... todo abichado - me dice Fede mostrándome unas hojas negras de alguna plaga.
-No, pero no pasa nada, todos los inviernos se abicha y en verano, no sabés... larga todas las hojas feas, le crecen nuevas y florece a rabiar.
-Ah, bueno... claro... porque ¿ves estas hormigas negras?
-Sí.
-Siempre hay alguien que hace el trabajo que uno no hace.
-¿Perdón?
-Las hormigas negras se comen a estos bichos que vos no sacás y así se van a ayudando.
-...
-¿Sabías que las hormigas argentinas son muy difíciles de erradicar?
-¿Las hormigas argentinas?
-Sí, pasa algo que no pasa en otros lados.
-...
-Generalmente si vos destruís un hormiguero, destruís a las hormigas. Es un hecho.
-Claro.
-Pero si vos destruís un hormiguero de hormigas argentinas ellas se van al hormiguero de al lado y listo. Las hormigas de ese hormiguero les dan asilo.
-Me estás jodiendo.
-No, para nada. En general si una hormiga de un hormiguero aparece en otro hormiguero la tratan como una enemiga, no la admiten, pero el comportamiento de las hormigas argentinas es al revés. ¡Son todas amigas! Es muy difícil exterminar a las hormigas argentinas.  

28 de agosto de 2013

El jardín de las diferencias


ANTES
Y
DESPUÉS


Crear, preservar y destruir para regenerar

Me acordé de la última clase de Lili en yoga. Hablamos de Hinduismo y de la Trimurti.
Los hindúes creen en un dios inmanifestado que es único. Es lo que ellos llaman el Brahman: ser supremo, creador de todo lo que existe, consciencia única. Pero cuando se manifiesta lo hace en tres: Brahma (el creador), Vishnu (el preservador) y Shiva (el destructor y regenerador). Con cada exhalación de Brama se crea un nuevo mundo y con cada inspiración el universo se retrotrae al punto bindu. Brahma aparece siempre naciendo del ombligo de Vishnu, el preservador.
Vishnu, en cambio, toma la función de transformarse en un avatar para salvar al mundo creado por Brahma. Asi es como se lo ve, a veces, en la forma de un gran Pez o una gran Tortuga (todas posturas yóguicas). Shiva, es el más loco de los tres. Shiva es el gran bailarín cósmico y tiene su cara llena de cenizas. Baila en un sólo pie, parado sobre un enano (que es la ignorancia). Y con su danza destruye y regenera el mundo para que todo comience nuevamente. Shiva es la impermanencia, lo pasajero. También hay una postura  yóguica que lo representa: Natarajasana.

Curiosamente, los hindues casi no tienen templos para Brahma pero sí tienen muchísimos templos para Vishnu y Shiva. Se ve que crear no cuesta mucho. Pero preservar, destruir y regenerar son acciones que precisan de una energía extra.

25 de agosto de 2013

Domingo: bonsai gigante

Finalmente comencé a ocuparme de mis bonsais gigantes. Armada de mis tijeras de podar, el sol del domingo, la espátula y la intuición empecé por el ficus que tengo en maceta. Le agregué compost, recorté las raíces que no permitían el fluir del agua, eliminé las ramas muertas, limpié algunas hojas. Aún me falta desinfectarlo de las múltiples plagas que tiene pero creo que el agua y el fertilizante lo ayudará a que él solito se empiece a recuperar. Quiero mucho a este ficus, lo tengo desde hace muchos años y realmente ha desarrollado un tronco hermosísimo.
Tengo otros bonsais gigantes. Dos ficus más en macetas que están adelante, una azalea enorme y con mucha historia, un gynco pequeñito al que hay que agregarle tierra.
La primavera está llegando y urge preparar el terreno. 

20 de agosto de 2013

Semana de canciones: lucky song

Esta canción la cantaban los Jolly Good Fellows para la suerte. Debe ser cantada después de realizar una gran hazaña, salir vivo de un gran peligro o realizar un gran viaje.

14 de agosto de 2013

"Os argonautas" en la voz de Lula Pena

Para seguir con la temática...
 
 

O barco
Meu coração não agüenta
Tanta tormenta, alegria
Meu coração não contenta
O dia
O marco
Meu coração
O porto
Não
Navegar é preciso
Viver
Não é preciso
O barco
Noite no teu tão bonito
Sorriso solto, perdido
Horizonte e madrugada
O riso
O arco
Da madrugada
O porto
Nada
Navegar é preciso
Viver
Não é preciso
O barco
O automóvel brilhante
O trilho solto, barulho
Do meu dente em tua veia
O sangue
O charco
Barulho lento
O porto
Silêncio
Navegar é preciso
Viver
Não é preciso.

Navegantes antigos

Leyendo un blog de alguien que quiero mucho (enbuscademispasos) me reconozco en algunas de sus palabras. Aunque no haya hecho un viaje largo e intenso, siento que he estado viajando cuatro años ininterrumpidamente sin moverme de mi ciudad. Hace cuatro años que exploro y reconozco y vuelvo sobre los paisajes terrestres. El viaje interior o el viaje del cuerpo.
Tal vez sea la poca rutina que acompaña mi vida. El no saber que me deparará el mes que viene porque no hay forma de planificar algo que viene por oleadas. El escribir un blog desde el año 2004. Y bucear en la palabras de otros.
Tal vez sea porque también he leído a Juarroz en un momento en que mi casa se rearmaba y todos mi living era un cúmulo de objetos que no tenían ya sentido. Cajas y más cajas de cartón conteniendo más cartón. Tal vez porque yo también, como muchos otros que han leído a Saint-Exupéry, creía que había algo más en esa frase: "lo esencial es invisible a los ojos". Y entoncés qué hacer. Por qué intentar encajar piezas si hay algo que nunca encajará, que no está hecho para encajar.
Y está bien que así sea. Está bien que haya piezas que no encajen nunca. Porque hay piezas que tan sólo están para ser navegadas. Porque como dicen los navegantes antiguos "Navegar é preciso, viver nao é preciso".

9 de agosto de 2013

detalle amoroso

Subte D. Son las diez de la noche. Vuelvo tarde luego de todo un día de estar en distintos lugares haciendo múltiples tareas. Estoy famélica y muerta de cansancio. En el subte está esa mezcla inconfundible de adolescentes de veinte años que casi tienen un cartel en sus cabezas que dice "ya-soy-grande-porque-voy-a-la-universidad" y un puñado de otra gente que seguramente viene de trabajar millares de horas y no puede ni siquiera sentarse derecha. También están los que bailan break dance a cambio de una moneda, sudados y ya sin pudor ni vergüenza. O los que piden una moneda así sin ofrecer nada.
Enfrente mío una chica muy linda me guiña un ojo y yo no sé si la conozco. Me sonríe y ya no sé si es una alumna de lingüística, si la conozco de shiatsu, ¿quién es? Le sonrío también porque no quiero que se sienta mal pero en verdad no la recuerdo.
A mi lado siento un aroma a pizza inconfundible. Las entrañas me crujen. Pienso que debe ser mi imaginación que a esas horas da vueltas y vueltas como un trompo. Pero no. Una chica está sentada al lado mío y sostiene una caja inusualmente grande. Miro la caja y leo "Güerrín".
-Sos una genia- le digo.
Ella se ríe.
-¿Te traés la pizza de Güerrín?* ¿Todo este viaje?
-No es para mí, es para mi novio.
Me la quedo mirando.
-Esto es amor - me dice ella.
Y yo a esas horas, con ese hambre y ese cansancio pienso que sí, que si el amor está lleno de esos pequeños detalles, la pizza de Güerrín que viaja en un subte rumbo a Nuñez es un gesto más que amoroso.

*La pizza de Güerrín es por lejos una de las más ricas de Buenos Aires. Al menos para mí. Queda en la legendaria calle Corrientes, pleno centro. 

5 de agosto de 2013

Orden de juego

De chiquita los patines me daban miedo. Llegué a tener unos de plástico, malísimos porque las rueditas se trababan. Pero para un cumpleaños alguien me regaló esos patines de metal con cordones naranjas. Creo que nunca los llegué a usar debidamente.
Yo intuía que la sensación de deslizarse debía ser maravillosa pero me daba pavor el golpazo inevitable que viene cuando uno está aprendiendo. Los golpes dolían y además nunca se podía saber si la carne iba a resistir. Los raspones, las magulladuras, el moretón típico de una caída eran soportables pero detestaba cuando el hospital irrumpía en mi vida. Que me cosieran, que me pincharan: no, no y no. No quería romperme un hueso y estar con una extremidad inmovilizada, no quería que me cosieran como ropa vieja.
¿Por qué, entonces, jugué al hockey de pequeña? Eso es algo que aún hoy me sorprende. ¿Por qué no me rebelé? ¿Por qué no me empaqué como con los patines y dije que no me gustaba?
Era un deporte en el que había que protegerse como si fuéramos a lidiar una batalla. Me sentía afortunada por ser una nena y no tener que jugar al rugby, ese deporte bruto y antiestético que jamás comprendí. Y cuidado de no tener las canilleras por debajo de las medias altas hasta la rodilla. La que estaba en el arco parecía un guerrero medieval.
En los torneos que jugábamos para el colegio británico al que fui desde primero a quinto grado siempre estaba la leyenda (y no era exactamente una leyenda) de que recientemente una del Northlands le había arrancado los dientes a otra chica del Saint Catherine de un palazo limpio y certero y que aún andaban buscándolos en el campo de juego. Esa imagen de que tus dientes podían quedar en el pasto tan limpio y verde de los campos de ese vasto predio al que íbamos a jugar varios colegios de la zona norte nos hacía temblar y a la vez nos unía en una fraternidad de equipo renovada y lista para actuar. Éramos un grupo y como tal funcionábamos con esas reglas. A nadie del grupo le iban a arrancar los dientes.
Yo era excelente en el área de defensa. Siempre lo fui. Alguna vez jugué como win pero no era mi fuerte. Mi fuerte era ser half. O centro half. La defensa era el sistema inmunológico del equipo. Me encantaba ver la frustración del contrario que siempre se las veía con mis tackles. Los tackles y el dribling eran mi fuerte. Sacarle la pelota al peligro, cortarle el mambo, joderle la adrenalina de meter un gol. Y luego, el pase mágico para sacar la pelota maligna del área de peligro.
Porque para proteger yo estaba mandada a hacer. Por eso seguramente no me rebelé. En ese juego horrendo de palos y golpes yo había encontrado mi exacto lugar en el mundo.

3 de agosto de 2013

Confiar en el timón

En estos días en los que estuve muy conectada con el shiatsu me doy cuenta de la cantidad de gente incapaz de duelar. Es difícil, es cierto.
Difícil conectarse con los propios sentimientos, sentir el torrente, soltar esa energía que ya no es nuestra, que no nos sirve, no nos nutre. Es difícil pero más difícil, creo, es cargar con el peso de otros, o bien, con el peso nuestro que ya está muerto y que no deja espacio para que nos sorprendan. Ni siquiera para que nos sorprendan las mismas personas o situaciones que antes, tal vez, nos desilusionaron. Tanta gente que se pierde de cosas maravillosas sólo porque no son capaces de digerir algo que tal vez salió mal, que no pudo ser, que no se dio de la forma en que deseaban.
Si el dramatismo afecta el corazón, el dramatismo al pedo lo afecta aún más.
En estos días: mucho corazón e intestino delgado. 
Hay que saber elevar el ancla, estirar la vela y dejarse llevar por el viento.
Y confiar en el timón.