30 de junio de 2006

Desfasaje

A veces la ingenuidad te vuelve a golpear la cara. Y entonces el alma se relaja tanto que las lágrimas se salen solas, sin aviso, por TODO, por ese llamado, por la fragilidad de mi mamá, por el tiempo que no cesa de pasar, por la canción trunca, por la canción final, por el hiatus de una cantante, por una frase que leíste en un libro que te prestaron hace ya un tiempo y que no habías sabido leer.
En estos días sólo escucho disonancias. Un la mayor me vendría bien.

22 de junio de 2006

Todas esas flores

Eran tu mitad. Ahora, mundo, me das las hojas del invierno para ver qué hago con ellas. Pues haré un collage. Un bello collage. Y no me quedaré callada. La boca la tengo grande para que los sonidos se propaguen mejor. Y la mano ancha y de dedos largos para escribir y que no se me pierdan las teclas en los teclados del mundo.
Esta angostura se tiene que acabar. La moda adora los cuerpos angostos.
¿Y las almas?
Todas esas flores eran necesarias para este invierno.
Vamos a ver qué sale de este invierno.
Porque pienso aprender más música.
Este invierno.
Porque pienso buscar el repertorio que me falta.
¿Donde hallarás lo que tenés para decir hoy?

11 de junio de 2006

Ventana de Víctor Hugo en París


Cosa inaudita: dentro de uno mismo es donde hay que ver el exterior. El profundo y oscuro espejo está en el fondo del hombre. Ahí está el terrible claroscuro. La cosa reflejada por el alma es más vertiginosa que la cosa vista directamente. Es más que la imagen: es el simulacro, y en el simulacro hay algo espectral... Al asomarnos al pozo que es nuestro espíritu, divisamos en él a una distancia del abismo, en el estrecho círculo, la inmensidad del mundo.

Victor Hugo

10 de junio de 2006

Henri Rousseau y los nenúfares de Monet


Hoy, dos museos importantes.
El Grand Palais y L'Orangerie.
En el Grand Palais están exhibiendo una exposición de cuadros de Henri Rousseau. Para ello han juntado cincuenta cuadros traídos de diferentes partes del mundo.
Henri Rousseau tiene un significado especial para mí. Conocí sus cuadros a los siete años en un libro de cuentos que nos regalaron mis padres a mi hermano y a mí.
Entonces, la hermosa Vatuza que bebe leche de cabra en una noche de luna llena y se vuelve blanca y muda. Los hermanos de Vatuza que van en busca del manantial que ha de devolverme el color negro a la hermana y el habla. El tigre que los amedrenta. La tormenta. El polichinela que cuenta cuentos a los niños en la plaza los días de carnaval.
Emoción al encontrar el original del manantial y los hermanos recogiendo el agua con un jarrón.

Por la tarde vamos a L'Orangerie donde hay una exposición de los nenúfares de Monet. Hacía seis años que este museo estaba cerrado. Lo han abierto en mayo de este año. Ocho paneles inmensos ocupan ocho paredes curvas. Monet amaba pintar su jardín donde tenía un estanque con nenúfares flotando.
Nenúfares al amanecer.
Nenúfares al atardecer.
Nenúfares en la noche.
Emoción al sentir la brisa del jardín de Monet.

7 de junio de 2006

Los pasajes de París


Hace muchos años para la facultad leí lo siguiente:

Los pasajes de París surgen en su mayoría diez años y medio después de 1822. La primera condición de su prosperidad es la coyuntura de alza del comercio textil. Los "magasins de nouveauté", los primeros establecimientos que sostienen grandes partidas de mercancías, comienzan a mostrarse. Son los precursores de los bazares. Era el tiempo del que escribió Balzac: "El gran poema de los escaparates canta sus estrofas desde la Madeleine hasta la puerta de Saint Denis".
Los pasajes son un centro del comercio en mercancías de lujo. En su decoración el arte se pone al servicio del comerciante. Los coetáneos no se cansan de admirarlos. Durante largo tiempo siguieron siendo para los forasteros un punto de atracción. Una guía ilustrada de París dice: "Estos pasajes, una nueva invención del lujo industrial, son pasos, tejados de vidrio y enlosados de mármol, a través de bloques de casas cuyos propietarios se han unido para semejantes especulaciones. A ambos lados de esos pasos, que reciben su luz de arriba, discurren las tiendas más elegantes, de tal modo que un pasaje es una ciudad, incluso un mundo en pequeño".

Walter Benjamin, París, capital del siglo XIX.

Curioso. Camino por estos pasajes y ¿saben lo que encuentro?
Una edición de los Pequeños poemas en prosa y Los paraísos artificiales de Charles Baudelaire.
Me sonrío.
Y además me compro un par de medias largas que llevan los colores del arco iris a un vendedor que me habla en italiano y me dice signorina.

5 de junio de 2006

Café Florian en Venecia


En este lugar tomaban café escritores como Goethe y Byron.
También venían escultores como Canova.
Las mesas son de mármol y están dispuestas a manera de tertulia. El café data del 1720.
Yo estoy aquí, con mi expresso. También hay otros turistas.
La orquesta está tocando.

4 de junio de 2006

Palomas de Piazza San Marcos



La Piazza San Marcos está llena de palomas. Extiendo mi mano con granos de maíz. Vienen cuatro palomas y se posan en mis brazos, pelo y hombros. Cuando comen de mi mano me hacen cosquillas en la palma con el piquito.
Veo pasar a las góndolas.
Al pie del canal.

2 de junio de 2006

Día de fiesta en Firenze


Día de fiesta. Todos los museos están abiertos y son gratis. Se festeja la liberación de Italia de los fascistas. Me dedico a perderme en las callecitas. Entro al museo del Duomo que está cerrado por refacción y que ha sido a bierto especialmente por esta fecha. Nadie controla entradas.
Me impresionan las cantorías y la María Magdalena de Donatello.
Firenze se abre generosa a quien tiene suerte.
Y yo la tengo.

1 de junio de 2006

Florencia en Florencia

Yo escribo así. Sin mi cincel. Mi valija es estrecha.
Yo escribo así. Con Firenze en las pupilas. Se me pierden los contornos.
Giambologna en el 1500 esculpió algo tan bello.
Y Rafael, Donatello, Da Vinci, Tiziano y Caravaggio...
Porque los Jardines del Boboli.
Yo escribo así.
En mi mármol rústico. Uso las grietas del marmol defectuoso para moldear mis palabras.
Los cielos dorados de Giotto y los cielos azules de Botticelli.
A golpe de gubia se abren los caminos.
Cielo dorado y cielo azul se confunden.
Yo escribo.
Así.