30 de mayo de 2004

Tormenta

Hay enfermedades que son como las tormentas. Arrasan, despojan y luego, en la madrugada, amainan. Pero también están las otras, las que agonizan como lluvia lenta, las que calan corazones y anidan en sus huecos. Por eso aliso esta página como aliso las sábanas. Afuera hay sol. Le corresponde a una nubedeagua hacerse acariciar por el sol para que a veces despliegue un hermoso arco iris.

28 de mayo de 2004

Mitimaes

Ayer tuve mi tercer ensayo real con Mitimaes. La obra es maravillosa y los bailarines de andar ligero y ágil. Pero mi andar no es ligero porque yo soy la Muerte. Y la Muerte nunca es ligera. Por lo demás, soy una Muerte bastante romántica pues estoy vestida de color borra vino (y no de negro como es esperarse) con una caja en las manos (que en realidad es una pobre luna atrapada). La escena es de un silencio sepulcral. La música es mi voz. La Muerte y los sonidos de la caja ondulante. Y cuando canto es como si llorara. Pero no lloro sino que canto. Y canto "con el tambor de la luna y el amor del carnaval".

Me sentí en medio de una novela de Bodoc. Muy impresionante.

27 de mayo de 2004

Algarrobo Algarrobal

Las coplas las encuentro casi siempre al azar. Pero no siempre. A veces vienen directo hacia mi, desde algún lugar lejano donde las voces de los muertos se aclaran. No me dan miedo, nunca. Cuando tengo su cabeza caliente entre mis manos la vidala cobra una vida inesperada en mis labios. Las coplas salen desprendidas, como un racimo de uvas. Mi caja, entonces, retumba grave. Caja que acuna abuelos, infancia, guitarras y países.

Bajito me canta: La vidala tiene una copla. No se la van a quitar.

17 de mayo de 2004

Botella al mar: año cero

Este es mi primer mensaje. Pienso que es como tirar una botella al mar. Una botella que alguien recogerá y leerá, eventualmente. O no. Cuando era chica me gustaba el mar. Envolverme en esa espuma blanca que no siempre era blanca. Nunca navegué una embarcación muy importante. Sí leí muchos libros sobre barcos enormes y tormentas blancas. Aprendí también que las tormentas no sólo son patrimonio de los barcos. Se dan también en las hojas en blanco.
Vaya mi tormenta, pues.