18 de abril de 2018

Atajar

Cuando estás de malhumor, cualquier cosa que yo diga va a estar mal. Entonces salgo a la calle a soltar amarras y dejar atrás tu enojo. Me pierdo en la inmensidad del afuera, en el rugir de los autos, la semana viene escuálida, los zapatos dan calor y el otoño no quiere desplegarse.
Todo recuerda a lo solos que estamos frente a nuestro miedo aunque el amor te recuerda que hay otros que ante una caída te atajarán como puedan, como mejor sepan hacerlo.
El viento se levanta y me sopla en la cara. El viento me recuerda, en estos momentos, que tengo la vida que quise tener, que estoy viviendo una plenitud de la que nunca me creí capaz. Aunque me rodeen viejos dolores, temores, rencores, hago ancla en mi. El viento sopla y yo no me vuelo.
Es inevitable la caída, es inevitable que vuelva a levantarme. El rumbo es un camino incierto y yo elijo estar presente, sentir, brotar desde mi profundidad y volverme certeza.
Cuando vuelvo a casa me decís que nada sirve, nada funciona, nada, porque todo duele, todo es muy duro y yo te entiendo tanto porque alguna vez sentí ese dolor que no se puede explicar, que te aísla de todos los seres, que te encierra en paredes húmedas y vacías.
Entonces vengo acá, escribo esto, hago repiquetear estas teclas. Más tarde iré a abrazarte y aunque me intentes apartar con tu oscuridad no me asustás, sabelo. A lo mejor sí sirve. A lo mejor.... mirá que de todas las cosas, yo sé atajar muy bien. Me lo enseñó mi pasado. Algo bueno saldrá de todo esto.

9 de abril de 2018

Un mapa

Tengo las horas de mis días cartografiadas.
Mi día lleva el color de una multitud.