jueves, 27 de septiembre de 2007

Adquisición de la lengua

El hermano mayor de mi alumnito egipcio es un año más grande. Tiene diez años y está en quinto. Me sorprende como un año de diferencia, en estos casos, es abismal. Cuando empecé a darle clases a H me aclararon que su manejo de la lengua era mejor que el de su hermano menor. Pero creer esto es un error: H tiene una personalidad muy distinta a K que hace que se apropie del español de una manera muy diferente. Ambos usan el español a la perfección, se hacen entender, tienen amigos y juegan a los típicos juegos de los niños de su edad. K es reservado y tímido cuando no te conoce, no le gusta que lo toquen, movedizo e inquieto cuando toma confianza (y conmigo ya tiene mucha), le gustan los cuentos de terror donde suceden cosas terribles y abunda la desesperanza. En sus historias siempre hay golpes y piñas, ganas de estrujar al otro contra el piso. Es todo un juego, claro. No es un chico violento de por sí y defiende a los pajaritos cuando otros niños intentan romper un nido de hornero. Pero H tiene una sonrisa de oreja a oreja que expresa una enorme entereza, es dulce cuando te habla, se deja tocar, tiene una mirada afable que invita al descanso, no le gustan las historias tristes, seductor nato, tranquilo y reflexivo en todo lo que se le dice. Ambos juegan juntos y K siempre termina "perdiendo". Cuando H elige algo K elige lo contrario (a veces creo que es tan sólo para diferenciarse). A veces creo que a K le duele haber llegado "segundo" a este mundo. Como si le faltara un pedazo.

Los dos son adorables aunque de formas muy distintas.

H está teniendo problemas en lengua. Esto es inaudito. Siempre le ha ido bien. Escribe buenas composiciones, entiende los textos, no necesitó jamás ayuda. Pero siempre hay una primera vez. Por la mañana cuando le doy clases a la madre ella me pide repasar los pretéritos. ¿Los pretéritos? Parece importante. Indago un poco más y descubro que es H el que está teniendo problemas con los tiempos verbales en la clase de lengua. La madre está desesperada. Me dice que H nunca ha tenido estos problemas. ¿Cómo es posible que mi hijo no sepa los pretéritos? Ella se siente incapaz de ayudarlo. La tranquilizo. Ella sabe -y cómo lo sabe- que la diferencia de los pretéritos en español a veces es tan sutil. Ha sufrido en carne propia que a veces ni la mejor teoría ayuda a resolver los ejercicios. Pero los niños tienen un sexto sentido, le digo, una intuición que les va a servir mucho más que la teoría. Y yo confío en que H la tiene. Como cualquier chico argentino.

Pero, claro, puedo equivocarme. Después de todo H no es un chico argentino.

1 comentario:

clon 35 dijo...

...simplemente dulce, la manera, el respeto, el estilo, la calidez que tienes hace aparecer un cariño especial por ese par de niños.
...niños al fin, puros, auténticos y llenos de sabiduria.
...y tienes razón, no son argentinos, la cultura también juega...quién lo puede saber? ellos deben tener una magia que sale de nuestro entendimiento...