3/6/21

Tela

Ayer nos levantamos muy temprano para ir a comprar la tela que fuera bien con los almohadones de placa que encargamos. Dani hizo su arte con los sillones escandinavos y les revivió la madera. Imaginen qué lindos que están ahora con la nueva piel lustrosa. La historia con estos sillones es que nunca tuvieron almohadones que invitaran realmente a sentar el culo en ellos. Eran bellos pero "se te clavaban las maderitas", nos dijo Zuly. Cuando llegaron a casa, descartamos esos almohadones viejos y finitos de tanto uso y le pusimos unos almohadones que nosotros ya teníamos. No quedaban mal pero tampoco eran los adecuados. Podías sentarte sólo un ratito. Lo justo para que, por ejemplo, un paciente de shiatsu se sacara o se pusiera los zapatos.

La tela. Para alguien como yo, que nunca en su vida tuvo una máquina de coser, ese lugar se me antojó como un planeta extraño. Rollos de telas diversas por doquier. El protocolo para el Covid un tanto extravagante pero necesario ya que el ambiente no tiene ni una ventana. Tienen un sistema de turnos y cuando entrás te miden la temperatura, te ponen alcohol en las manos y luego tenés que pasar por una máquina que te sanitiza. Sentís como unas gotitas se te impregnan en el pelo y no querés saber qué te están tirando. Ahí nomás se me acercó una mujer bajita de un pelo negro brillante envidiable y unos ojos que eran puro fuego. Le balbuceé algo de que quería tapizar unos sillones y al toque me llevó por un pasillo hasta llegar a otro santuario donde los rollos de tela se acumulaban como hongos en un día de lluvia. Una fiesta tal que mis ojos empezaron a bailar y mi cerebro estalló en directivas que tuve que acallar porque si no me iba a dar algo. Lino Spazio, le dije. Estos de acá son lino, me señaló. Yo buscaba un crudo pero no había. Lino Nirvana, me dijo. Y yo me reí para mis adentros porque reírse con barbijo es lo más feo del mundo, te queda la baba en la tela, se moja el barbijo y ahí se pudre todo. 

Me llevé el Nirvana, sin ninguna duda. Con sólo tocarlo fue saber que ese iba a ser mi cielo. 

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