1.
El algoritmo me muestra un video donde un tipo dice que cuando alguien muere debe recoger todos los fragmentos de su alma para luego trascender. Se me viene a la mente esa canción que te enseñaban en el jardín de infantes: "a guardar a guardar cada cosa en su lugar". Qué difícil. Los fragmentos del alma están en su mayoría en el cuerpo pero también en todo lo que alguna vez fueron nuestras posesiones: ropas, libros, objetos personales y no tan personales. También pueden quedar fragmentos en lugares donde habitamos, vivimos, paseamos, en los objetos que no son nuestros pero que aún así tocamos. A la vista de esto, tiene sentido que los sannyasin (ascetas) tengan muy pocas posesiones y viajen poco. Cuando mueran será muy poco lo que deban recoger y será más fácil para ellos irse que para cualquiera de nosotros que ha acumulado ropa y objetos para tres vidas o más.
2.
En el mes de septiembre mi papá se fue de viaje. Todo el mes estuve yendo a su casa a cuidar a Ema, la gatita de mi mamá. También fui para "sentir" a mi mamá. La presencia de mi mamá en esa casa es enorme. A siete meses de su muerte sigue siéndolo. Mi mamá realmente habitó esa casa con todo su amor, dolor y perseverancia. Es cierto que en los últimos años la casa sufrió un deterioro notable. Aún así, a mis ojos, se ve hermosa con sus placares polvorientos, apolillados, con hormigas que han hecho nido en las alfombras viejas, con sus paredes descascaradas por la falta de pintura, con sus telarañas. Encuentro en sus objetos un diálogo inconcluso, un sueño, una idea, una tesis, un poema no resuelto. También encuentro valentía y arrojo. Una lucha inquebrantable con su enfermedad pero también ternura en sus escritos, en algunas cartas, en algunas fotos. Encuentro sobre todo amor por sus hijos en cada cartita que guardó de nosotros. Amor por la ciencia en cada artículo, libro, fotocopia que guardó. Amor por la justicia y la memoria en cada bandera, tejido, símbolo. Amor por la música en sus guitarras, sus cancioneros. Amor por su marido que fue su único amor.
3.
Lo primero que hago cuando llego es saludar a Ema. Me quedo un ratito a su lado, la siento que me huele con su hociquito húmedo. Es hermoso sentir ese tanteo suyo. Especialmente cuando antes, cuando llegaba a esta casa, Ema me gruñía y siseaba como un demonio pequeño y peludo. Ahora siente mi presencia, la olfatea y me acepta. Me deja que la acaricie e incluso que la alce si es necesario. Luego abro las persianas de todos los cuartos de la casa. Abro la puerta del jardín, camino un poco por el césped que está alto, crecido. Pongo a filtrar la pileta sin antes quitar las hojas de la superficie del agua. Y luego, pongo una pava, dejo que el agua tome la temperatura adecuada y me preparo un mate.
4.
Con el mate me voy a los cuartos de arriba. Abro los placares y dejo que el interior se airee. Saco la ropa, los zapatos, paso un trapo húmedo, quito tierra, paso la aspiradora por los rincones donde hay telarañas, bichos. Este acto amoroso de una primera limpieza es un modo de honrarte. Por eso lo quiero hacer yo. Ya habrá tiempo para limpiezas profundas. Lo primero es el encuentro, no tanto el acto de limpiar. Me voy encontrando con telas, alfombras, lanas de varios de tus viajes. Amorosamente guardados pero comidos por la plaga del tiempo y el olvido. No me asusta este desastre. Es comprensible. Tus últimos años fueron calamitosos. Todo era dolor. No había lugar para ocuparte de tus cosas. No sobraba energía para sostener este universo que fuiste creando con tu vida, tu trabajo, tu estar día a día en este mundo. Yo lo voy entendiendo y por eso trato todas las prendas con cuidado, con amor. Sé que voy a lavar todo, incluso lo que está apolillado. Mientras tanto tomo mate, tatareo una canción y la gata viene a acurrucarse a mi lado como dándome permiso. Ahora sí, ahora sí te dejo. Le separé una ruana tuya para que la amase y se la quede. Ama tu ruana. En parte algo de tu cuerpo ha quedado atrapado en esa ruana. ¿O es parte de tu alma que acaricia la gata y la gata lo siente? Como sea, todo está bien. Lo que se perdió, lo que se puede recuperar, lo que quiero regalar, lo que quiero donar, lo que quiero quedarme para mi (por ahora).
5.
Eventualmente voy comprendiendo que todo se perderá. Todo tendrá que irse. Todo tiene su evolución. ¿Por qué me quedo apegada a las cosas? ¿Por qué? Yo que me creía tan desapegada. Pero no. Me doy cuenta de que no. Siento que mi energía penetra las cosas y las transforma. Tal vez sea eso. Calma en parte este pasado doloroso. Pero también me sorprendo al encontrar tus alegrías, tus deseos, tus pasiones. No todo es dolor acá, qué bueno, mamá. Qué bueno. Porque si todo ha de perderse para que vuelva el amor, nada se pierde, todo se transforma. Y entonces la nube se hace lluvia, la lluvia, arroyo, el arroyo, mar, el mar, océano, el océano... más océano (Narayana) que nos llevará inevitablemente a todos hacia el infinito.
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