martes, 6 de diciembre de 2005

Macabro mecanismo

Pienso las fiestas como un macabro mecanismo de repetición que en días mejores supieron ser festejo. Restituirlo, restaurarlo. Hubo un tiempo en que las fiestas comenzaban con el primer invitado que llegaba a casa. Hubo un tiempo en que las fiestas comenzaban luego de las doce con el último invitado yéndose de casa.
¿Para qué nos reunimos?
No es la sucesión de días lo que festejamos sino la interrupción de esos días. Y en esa interrupción despedimos al tiempo viejo, lo enterramos y lo saludamos.
Me gusta pensar, entonces, en esa interrupción.
En la sucesión de los días morimos de a poco.
En la repetición, encarnamos.