martes, 24 de abril de 2007

Tarde de Idioma

Escribo todo mezclado. No me reten por eso. La lluvia que amenaza con irse. Piso lo mojado como una afirmación de la verdad más absoluta. Ha llovido y ha vuelto a llover. Llover es un verbo trunco.

Se tronchó una rama del lenguaje. Laura Mazzocchi me llama. Es que Idioma.

Me espera en un café. Llego tarde. El bar, salpicado de ladrillo a la vista y lamparitas dicroicas. Acá todo es muy caro, me dice mi amiga poeta. Y ahí yo pienso: para los poetas todo siempre es extremadamente caro, vayan donde vayan. Las lamparitas de filamento lo hacen todo más... ¿accesible? Si es dicroica tendrá que ser complicado: (otro prejuicio). Es raro, Laura está allí, del otro lado de la mesita en este abril. Un café con leche a medio tomar. Yo pido el cortado de rutina y desciendo de mi caballo atolondrado. De mi cuerpo batallado. Ella quiere alargar la entrega. Hablamos un poco y otro poco nos miramos. Otra vez acá. Hola. Hola.

Amiga idioma,
arbolita mía
que a pasitos
cabalga una noche de abril
y se pierde en sus sombras anclar.

Me acuerdo. Me acuerdo.
Era abril. Hace un año. El mismo ritual. Yo, del otro lado de la mesita. Hace un año tus sombras anclar y ahora esto. Me entregás tu diccionario de agua. Una porción de ternura.

Hace un año me preguntabas la diferencia entre lengua e idioma.

¿Te acordás?

A pasitos. Tus pasitos ayudan a mis pasitos.

A saltar el abismo, carajo.

1 comentario:

piscica dijo...

Sabemos que esa tarde de idioma nos emocionó, como otras tantas.
Sabemos que si alguien tenía que conocer mi idioma, esa era/sos vos.
Vos sos parte de mi alma poética.
¿Cómo? ¿No lo sabías?
Al abismo. Y sonriendo.

Mi abrazo único para vos, amiga mía.