jueves, 20 de noviembre de 2008

Adán

Extractos del diario de Adán (Mark Twain)

Lunes

Este ser nuevo, de cabello largo, estorba mucho. Se mantiene por todas partes y me sigue por donde voy. No me gusta. No estoy acostumbrado a tener compañia. Ojalá se quedara con los demás animales... El día esta nublado, viento en el este, creo que nos va a llover... ¿nos? ¿De dónde saqué esa palabra...? El nuevo ser la usa.

Martes

He estado examinando la gran cascada. Me parece lo más espléndido que hay en la hacienda. El nuevo ser la llama las Cataratas del Niágara... ¿por qué?, no estoy seguro de saberlo. Dice que es porque se ve como las Cataratas del Niágara. Eso no es razón alguna, es una idea absurda y tonta. No me da la oportunidad de nombrar a mí. El nuevo ser le da nombre a todo lo que aparece, antes de que yo pueda protestar. Y siempre con el mismo pretexto: se ve como eso. Pongamos por ejemplo el caso del dodo. Dice que en el instante en que uno lo mira, de un vistazo se da cuenta de que se parece a un dodo. Seguro que le vamos a tener que dejar ese nombre. Me molesta tenerme que preocupar por eso; de todas maneras no sirve para nada. ¡Dodo!, más parezco yo uno.

Miércoles

Me construí un refugio para la lluvia, pero no puedo tener paz. El nuevo ser se metió en él. Cuando traté de sacarlo, le salió agua por los huecos por donde mira, que se secó con la parte trasera de sus zarpas, mientras hacía un ruido como el de los animales cuando están sufriendo. Ojalá no hablara; se mantiene hablando. Sueno como agresivo con el pobre ser, como un calumniador, y no es mi intención. Lo que pasa es que nunca antes había oído voz humana, y cualquier sonido nuevo y extraño que se introduzca aquí, en el solemne silencio de estos parajes ensoñadores y solitarios, ofende mi oído y me parece una nota discordante. Y este nuevo sonido está demasiado cerca de mí. Da justo sobre el hombro, en mi oído, primero a un lado y luego al otro, y yo sólo estoy acostumbrado a sonidos que estén más o menos lejos de mí.

Viernes

El nuevo ser sigue poniendo nombres a la topa tolondra, y nada puedo hacer al respecto. Yo le tenía uno muy bueno a la hacienda.; muy musical y bonito: Jardín del Edén. Para mis adentros continúo llamándola de esa manera, pero ya no lo hago en público. El nuevo ser dice que es todo bosques, piedras y paisaje, y por tanto no parece un jardín. Dice que se ve como un parque; que no se ve sino como un parque. En consecuencia, sin consultarme, lo rebautizó Parque de las Cataratas del Niágara. Me parece completamente arbitrario. Y ya puso un letrero:

No pisen la grama.

Mi vida no es tan feliz como solía ser.

2 comentarios:

Eric dijo...

Donde ella estaba, allí era el Edén.

yo dijo...

el mundo evolucionó de de mark twain a tinelli.
o sea.