Reinventarme. Una vez más. ¿Cuántas veces? Laura ceba mate y me lo da. Estamos en su ph enorme y amarillo, ubicado en el corazón de Villa Lynch. Su voz me acaricia el alma. Sigue teniendo la misma voz que tenía a los doce años pero a veces modula diferente y reconozco tintes nuevos, interesantes. Una vida vivida. Yo reconozco mi voz que habla hasta por los codos en esta tarde de domingo calurosa. El verano ya está en puerta y nosotras hemos vuelto a charlar como esas viejas amigas que tienen el secreto de una infancia compartida. Vos eras mi amiga Florencia y para mí eras una ídola, me dice con total desparpajo. Y vos, le digo yo, me enseñaste a comer polen y me dijiste que Dios no existía, que lo que existía era la Naturaleza. ¿Qué te habré querido decir con eso?, y se ríe.
El mate es cortito y se va enfríando con el correr de la charla. Pero no nuestra charla. Su casa huele a madera y tiene muchos metros cuadrados. Habitaciones vacías. Paredes desnudas y de color amarillo.
Una casa que parece un trigal.
Pienso cuánto se la merece. No sé mucho de ella. Sé algunas cosas y con eso me basta. Y sé de su esencia que no ha cambiado. Yo me tuve que hacer de nuevo, me dijo.
Le salió bien, pienso.
Te va a pasar lo mismo, me dice.
Y yo pienso, cuándo.
Dice en un poema Vinicius de Moraes:
De manha escureço
de dia tardo
de tarde anoiteço
de noite ardo.
A oeste a morte
contra quem vivo
do sul cativo
o este é meu norte.
Outros que contem
passo por passo:
eu morro ontem
Nasço, amanha
ando onde há espaço:
-meu tempo é quando.
Nova York, 1950
3 comentarios:
Claro que te va a pasar lo mismo, tenés la fuerza para ello. Y no estás sola.
beso
adhiero!!!! vamos por mas y mejor!
te leo y me recuerdo un poco. reinventarse es buenisimo. despues viene una vida, otra y eso está muy bien. es hora de empezar a dejarte sorprender
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