24/4/09

1997

Releer libros es tarea fundamental para algunos.
Para muchos es una tarea improductiva.
Allá ellos.
Hay quienes sólo leen novedades y los hay quienes sólo leen clásicos.
Allá ellos también.
Sigo sorprendiéndome con El retrato de Dorian Gray. Claro que no fue una elección al pasar. En absoluto. Volver a leer los libros que leí en 1997 tiene un propósito no muy claro pero es un propósito al fin. Hay un 1997 que está escrito en un diario de papel y un 1997 que está escrito en el cuerpo. Y hay un 1997 en la memoria oral. Y otro en canciones grabadas. La presencia de las cartas que-no-se-pueden-nombrar denotan que fue un año muy epistolar. 1997.

Me impresiona
además
que 1997
haya sido el año del Búfalo.

Doce años atrás yo descubría El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Y era joven. Muy joven. Pecaba de ser tan joven. Cuando se es muy joven el mundo no para de tirarte bombas. Después ya no. Pero en 1997 llovían bombas. Y nadie quiere acercarse al dolor cuando el dolor es punzante. Nadie quiere contaminarse.

Bueno.

Guille leyó El retrato de Dorian Gray al mismo tiempo que yo. Él lo leyó porque quiso. Yo lo leí porque estaba cursando Literatura del Siglo XIX. Dos lecturas, distintas perspectivas. Dos ediciones también distintas. La mía era de Losada, la de él de Edaf. La subrayó porque quiso. La mía, en cambio, está plagada de anotaciones superfluas que denotan una inteligencia prestada. Son gajes de un estudiante de Letras. Guille después se compró por Amazon la edición en inglés. (Ahora está en un placard). Hace poco, Nicolás en una feria de antigüedades, buceando en un estante de libros viejos, encontró un libro de Oscar Wilde en inglés que contiene The picture of Dorian Gray y otras obras maravillosas. Disparador. Lo dejó en mi mesita de luz como una invitación (¿o un disparo?). Nicolás es de esa clase de personas cuyas acciones tienen un propósito aunque ni él tenga muy en claro cuál es su propósito. También en 1997 disparó unas cuantas balas. Algunas dieron en el blanco y otras se perdieron. Lo cierto es que hace dos noches mi mano se topó con The picture of Dorian Gray. Primer disparo. Y en el blanco.

La edición de Edaf estaba en el placard. La fui a buscar. ¿Qué frases subrayarías hoy? No lo sé pero descubro con cierta ironía que tus frases subrayadas son exactamente las mismas que yo subrayaría hoy. Mi edición de Losada la regalé hace unos años. Nunca pensé que alguna vez íbamos a separar los libros: éste es tuyo, éste es mío. Durante muchos años tuve la ¿sana? costumbre de poner mi nombre en la primera página junto con el año en que había leído el libro. Hace unos años dejé de tener esa costumbre. Era una buena costumbre, realmente. ¿Por qué dejé de tenerla? ¿Fe ciega de que todo iba a salir bien? Bueno, que las cosas salgan bien depende mucho del "punto de vista". Nunca pierdas el punto de vista. Fundamental para un narrador. Fundamental para un creador. Podría hoy, decir, desde mi punto de vista que las cosas salieron bastante bien (aunque guarde libros tuyos en un placard).

1997
fue un año
de mucho dolor.

Pero 1997
fue un año
de mucho amor
aussi.

4 comentarios:

Sweet carolain dijo...

uh que hacia yo en 1997?, supongo que todavía me sacudía restos de mi viaje de egresados. Como pasa el tiempo. Dicen qeu todo vuelvo, el año del bufalo no es la excepcion.

besos!

Margot dijo...

lindo post

Eric dijo...

En 1997, yo también andaba por las aulas de la facultad. O mejor dicho: yo creía, hasta hace poco, que en 1997 yo andaba por las aulas de la facultad. En realidad era mi Dorian Gray, y yo soy otro. Quizás por eso -por ser ya otro- me gustó tanto como escribiste este post.

Flor dijo...

sweet carolain: más de uno se debe haber preguntado que ndaba haciendo en 1997.

Margot: grazie!

Eric: ya me parecía que habías respirado algunos aires puanescos. Claro que sí.