Hace dos años, Nico y yo nos zambullimos uno adentro del otro en una vorágine sexual maravillosa.
Dos febreros atrás, aún embriagados por esta inexplicable felicidad, una noche de sábado cualquiera salimos a buscar un lugarcito para comer. Resultó que ese día era San Valentín y ningunos de los dos se había percatado de ello. Terminamos comiendo en Demetria, un lugar de comida naturista porque nos pareció que allí iba a haber menos cola que en Primavera Trujillana. A la luz de las velas bebimos y comimos como sólo una parejita muy enamorada puede hacerlo.
Hoy, para rememorar ese día, lo invité a Nico a cenar afuera. Como todo fue a último momento y no teníamos reserva en ningún lado, tuvimos que apelar a nuestra buena suerte y en La Bataraza nos dieron una mesita afuera con la infaltable velita.
Y comimos y bebimos como sólo una parejita muy enamorada puede hacerlo.
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