11 de enero de 2018

Una sesión para los pies

Hacía mucho que no daba una sesión de foot massage.
Toda la sesión es de una delicadeza absoluta. Puro amor. Cada detalle, precisión, cada movimiento de mis manos hacia sus pies. De pronto, la sentí desconectar, irse. Estaba soñando. Me había quedado sola, con ella, en esa sala con el Buda brillante y Jivaka que me miraban desde el estante de la chimenea.
La música era de ensoñanción. Me sentí trasladada y conectada con las múltiples manos que repiten día a día estos movimientos que yo estaba haciendo ahora. Fue una sensación muy poderosa la de no estar sola, la de estar dentro de un linaje que responde a algo muy antiguo y que se repite en la cadena de seres humanos vivos.

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