Estamos en diciembre y hay algo cíclico en este devenir del verano. Como si el clima supiera que estamos ante una marea de acontecimientos ineludibles. Uno tras otro se van sucediendo sin sentido o con un sentido poco agradable. Diciembre en este país siempre ha sido sinónimo de catástrofes, desastres y revueltas. También es sinónimo de encuentros y desencuentros. Suena diciembre como la música de una emergencia. Pero emerger también es una palabra bonita. Emerger se hace preciso para que la miasma no nos pudra por dentro. Marea y miasma no son lo mismos. Ambas palabras hablan del agua pero del agua en estados distintos.
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