viernes, 3 de febrero de 2006

Febrero es

Conde dijo, no hace mucho, que le gustaba febrero porque era el mes en el cual cumplía años. Perfecta definición, creo yo, porque, yo también cumplo años en febrero y entiendo de qué habla. Debido a este hecho -que se repite todos los años- recién hoy caigo en la cuenta de que tengo fotografiados todos los febreros desde que nací. Varias de las fotos muestran distintas vacaciones -¿siempre estás afuera para tus cumpleaños?-, donde desfilan distintas playas y sures alternadamente. Pero la mayoría de las fotos, en realidad, muestran la casa de Olivos más verde que nunca, mis amigos con distintos cortes de pelo y ropa, distintas tortas -desde una lemon pie hasta la clásica marmolada de la abuela Ester-, los distintos perros que habitaron la casa, trajes de baño -¡claro!, estamos en verano, ¿qué pensaban?, las guitarreadas con mi mamá, el olor del asadito, el famoso horno de barro, la ausencia de los amigos que no están, las llamadas internacionales de los que viven afuera y de los que están de vacaciones.
Tardes y noches de febrero fotografiadas año tras año y que luego son archivadas en cajones desbordantes de otras fotos de meses menos interesantes.