viernes, 2 de noviembre de 2007

Aviva la llama

No se puede escribir con el animal entre los pies. Llevo el animal gateante entre mis rodillas.
¿Cuántas generaciones más domesticaré?
¿Qué me une con mis congéneres?
¿Qué lazos?
¿Por qué la sangre es tan importante?
¿Por qué la sangre, el semen, el flujo, la saliva, todas esas excreciones son tan importantes?

En un barco abandoné mi ave. Era un ave pequeña y risueña. Paladeaba la voz con esquisito pudor. Ni una gota de menos. Lagrimeante y buena moza, redondona y amistosa, mi ave se enternecía de candoroso sudor.

La abandoné.
Abandoné su plumaje rebelde. Su plumaje brillante de ideas tornasoladas.
¿Para qué quiero yo ideas tornasoladas?
¿Para qué quiero yo plumaje brillante?
¿Para qué quiero yo plumaje?

El barco, el carruaje, el recoveco rojo:
subterfugios.