miércoles, 9 de abril de 2008
Empatía
Camino por Cabildo y la humareda de polvo y gente me golpea los ojos. Yo estoy en mi limbo. Mi mundo son dos piernas, la mochila que carga al hombro un par de libros y mi cuaderno Rivadavia donde anoto lo que anda ocurriendo por estos días. Siento empatía por todo el mundo y aún así todo lo que me rodea es tan hostil. Empatía por el señor que pierde sus monedas en la vereda, por la señora que me pega con su bolsa de ropa, con la niña que come garrapiñada aferrada a la mano de su madre, por el garrapiñero que revuelve su olla de cobre una y otra vez. Doblo por Juramento y busco con la mirada el local de Havanna. Le pido a la chica un cortado chico para llevar. Ella me pregunta si azúcar o edulcorante. La veo tan joven. Tiene aparatos en la boca. Pobre. Y no sé por qué me dan ganas de abrazarla. Tengo que parar con estas clases. Me van a volver loca. ¿Por qué todo este amor con todo el mundo? Dios mío.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
5 comentarios:
te entiendo totalmente!! no es maravilloso cuando te pasa? creo que es nuestro estado más natural, más profundo, más cierto...
Porque sos una dulceeeeeeeeee!!!
Así de simple!
vir: totalmente. Hay varios posts tuyos que lo confirman.
Tina: :) jeje, gracias. Sos una bonita.
Que hermoso Flor... sentirse así a pesar de la hostilidad verdaderamente es un don, ojalá no lo pierdas nunca!!
(^v^)
ojalá fuera siempre así. Pero no me sucede siempre y tengo mis hostilidades, claro.
Publicar un comentario