27/11/09

Mi reino por una moneda

Ayer salía de tomar un examen. Era tardísimo y no tenía ni una moneda encima. Rogué para mis adentros que el muchacho del subte me cambiara un billete de dos pesos. A veces son muy chotos y no te cambian nada y encima te ponen muy mala cara si tratás de comprar un pasaje con un billete. Rogaba que esta vez la suerte estuviera de mi lado porque ya era tarde y todo estaba cerrado. Los kioscos, además, tampoco son garantía de nada. Hoy en día la guerra de las monedas ha hecho que la gente se vuelva tacaña hasta con los mínimos centavitos. Quien viaja en colectivos todos los días sabe de qué estoy hablando.

Iba caminando pensando en estos mundanos pensamientos cuando me interceptó un muchacho de pelo largo, ondeado, muy onda "facultad de sociales" con su morral y su remera suelta. Llevaba en sus manos un fajo de revistas y enseguida comenzó con su speech de "yo escribo, te gustaría una revista, son cuentos, bla bla bla". Era muy tarde y yo sólo quería volver a mi casa luego de un día bastante agitado. Le sonreí un poco porque no quería ser descortés pero la frase que cautivó mi atención fue "es una monedita, nada más". "
-No tengo ni una monedita. Y todavía tengo que volver a mi casa.
-Ah pero si es por eso yo te cambio.
Por unos segundos creí en ese cuento que dice que si uno pide mucho algo ese algo se le cumple.
-¿En serio?
-Claro! Soy el rey de las monedas.
De pronto, su revista era el pasaje hacia mi casa.
-¿Y qué escribís?
-Cuentos. Hay algunas poesías de otra gente también. Pero no somos escritores. Y tengo un amigo que hace las historietas y los dibujos.
- A ver...
Me dio una revista.
-¿Vos sos española?
-¿Yo? ¡No!
-Bah, no sé, me pareció. Tenés algo de extranjera.
-Eeeh, no.
-Ya sé, hablás porteño pero capaz que estabas hace rato acá y por eso tenías el acento.
-No, no, nada que ver. Soy de acá.
-¿Y por dónde vivís?
-Por Olivos.
-¿Y eso dónde queda?
De pronto el extranjero parecía ser él.
-Queda para el norte.
-¿Vos sabés donde está el norte o sos medio despistada?
-Yo sé para dónde queda el norte siempre y cuando sepa dónde está el río.
-¿El río?
-Sí, hay un río en la ciudad de Buenos Aires.
-Sí, ya sé, pero eso qué tiene que ver.
-El río queda para el este.
-¿Y?
-Y si sabés dónde está el este, sabés donde está el norte.
Le brillaban los ojitos. Estaba divirtiéndose y yo también. Un flirteo común y corriente tan sólo por un puñado de monedas y otro puñado de palabras impresas.

Para colmo, el muchacho del subte me cambió los dos pesos en billetes. Y me dejó pasar gratis.

2 comentarios:

Alicia's Own dijo...

Debés ser guapa vos, viste que los hombres no te hablan tanto o no te regalan algo porque sí. ;)

Veroka dijo...

Malditas monedas! Qué pasó con la tarjeta para viajar en bondi? No tá...