jueves, 19 de mayo de 2011

Que late vivo

El mono mira al pez en el agua y piensa: pobrecito, se está ahogando. Sufre porque piensa que hay un sólo modo de vivir. Y lo ayuda. Entonces lo saca del agua. El mono respira aliviado. Piensa que ha salvado al pez. "Ya no sufrirá", dice. Y sin embargo, el pez se retuerce de dolor y muere.

Infinidad de veces me ha pasado ser como el mono.
Soy orgullosa.
Me gusta ser muy buena en lo que hago. No me gusta la mediocridad. Tampoco la perdono fácilmente.
Me importa mucho lo que otros piensen de mi. He caído en mi propia trampa.
Creo que mi orgullo es un vestido viejo que quiero dejar de usar.
Me queda cómodo, como toda ropa que uno ha usado mucho tiempo. Pero es hora de pasar a otros colores y texturas.

Porque... qué si en realidad era un pez, nomás.
Abrazar la contradicción. Lo distinto. Y seguir el corazón que late vivo.

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