21/8/12

Lenguaje

Volví a dar clases. Volví a enamorarme de lo que es dar clases. Nunca tuve tanta libertad como ahora de elegir los textos que quiero enseñar, cómo enseñarlos y cómo evaluarlos. Volví a las andanzas. Los alumnos se hacen preguntas, a veces no comprenden pero siempre se van diferentes de como vinieron. Eso es lo que deberían ser las clases siempre. Eso es lo que me genera un amor por la docencia que hacía años no sentía. ¿Qué pasó? La clase discurre entre una exposición teórica de conocimientos nuevos, preguntas y análisis de algunos textos. Y yo voy como pez en el agua, los llevo hacia la corriente de aguas más limpias... es por acá, por acá, les digo... y me siento un faro en el medio de una noche de palabras intrincadas. Hablamos del lenguaje, pensamos al lenguaje y de pronto las preguntas que los primeros teóricos del siglo XX se hicieron nos parecen fascinantes.

6 comentarios:

Ushka dijo...

Yo leí en algún lado que ser maestro era ofrecerse como camino que se transita, para luego ser olvidado.
Creo, entonces, que no se trata tanto de señalar un camino, sino de acompañar un camino, para luego soltar, dejar transitar cuando sea oportuno

Flor dijo...

sí, sí, muy lindas tus palabras... pero cuando estos chicos empiezan a adentrarse en el vocabulario del estructuralismo saussureano sólo escuchás que dicen: no me sueltes! no me sueltes!

Diferencias entre ser maestro y ser profesor de alguna disciplina específica, Ushka.

Claro que ser maestro es mucho más interesante. Va mi admiración profunda a quienes eligen y aman trabajar en el nivel inicial.

Melisa N. dijo...

Me encanta leer que alguien ame enseñar todavía! Enseñar con la frescura del que aprende, zambullirse juntos. Y acerca de las preguntas de los primeros teóricos, comparto la fascinación; y al buscarla en esos textos, la encontré en la vida. Saludos!

Flor dijo...

Hola Mieli, sí, algo de eso quería expresar :-) Besos!

Romina dijo...

qué lindas palabras..!
dar clases es fascinante.
Ellos aprenden nuevos caminos, se desafían a sí mismos, se frustran, se celebran y uno está ahí apoyando, aprendiendo con ellos, siendo partícipes de la magia.
Muy lindo tu espacio. Saludos!

Flor dijo...

Bueno, no, no siempre es fascinante. Es una tarea ardua. Yo no me dedico enteramente a la docencia y de verdad pienso que si lo hiciera para mí sería extenuante. De hecho tuve un período en el que no fue algo agradable aunque siempre trataba de pasarla bien el aula. Trabajo a nivel universitario por lo que esto de el dar y el recibir se desdibuja un poco.

Ahora, lo que me parece increíble es como uno vuelve a enamorarme de ciertos textos y entonces logra producir esta fascinación en un otro que recién se aproxima a ellos.

Eso nomás.

Gracias por pasar y leer y comentar :-)