28/2/21

Estreno

Finalmente hoy me levanté sintiendo que volvía a tener dominio de mi cuerpo. 
Ducha de agua caliente en la espalda baja, calor de almohadilla eléctrica, me visto, me calzo la faja que me prestó mi mamá y me sostiene la columna y se me viene a la mente una determinación. Si no empiezo a mover el auto... cada día que pase va a ser peor.
En el desayuno, mientras tomo un mate le digo a Nico:
-Estaba pensando que hoy que ya no me duele tanto... quisiera salir un poco con el auto.
Me escucho y no puedo creer lo que estoy diciendo. 
-Me parece muy bien, amor, me podés llevar a la carnicería que tengo que comprar la carne para el asado de hoy.
Ya está. Lo dije. Tengo una meta: llevarlo a Nico a comprar carne. Es domingo, la calle está desierta, ya me demostré a mi misma que si en el examen todo fluyó y no tiré ningún cono ni me llevé por delante ningún caballete, no voy justo a reventarme contra un auto de los que están en la cuadra.
Y allá vamos. Nico pega los cartelitos de principiante en el parabrisa de adelante y en el vidrio de atrás. Acomodo el asiento, los espejos, siento que tengo que hacer el auto mío, imbuirlo con mi energía. Siento que tenemos que conocernos porque... no nos conocemos.
Ya en el primer momento me doy cuenta de que este auto tiene un motor más potente que el motor que yo venía manejando. Me da miedo, lo freno, se para en la esquina. Arranco otra vez. Pongo primera de nuevo. Empiezo a entenderlo mejor. La carnicería está cerca y en unas pocas cuadras llegamos. 
-Acá hay lugar, arrimalo al cordón. 
Lo estaciono arrimándolo contra el cordón. Me bajo y me parece irreal. Ver el auto estacionado ahí por mi. Wow.
Nico hace la compra. A mi no me da el cerebro para hacer otra cosa. Pienso que esto también pasará.
Volvemos. Ahora me sale mejor. No paso de segunda. No paso de los 20 km por hora. No me importa. Doblo tranquila por las calles internas de Olivos, paro frente a los semáforos, sigo, avanzo, dos runners corren de contramano por la calle en la que voy del lado izquierdo. Me ven y se corren. Igual, no los iba a pisar.
Llego a nuestra cuadra y hago como cinco maniobras para estacionar por el maldito lomo de burro que está frente a nuestro garage.
Y esto recién empieza. 

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