miércoles, 12 de febrero de 2025

Yoga o Bhoga

 El año pasado me sumergí en las clases de Edwin Bryant sobre las Upanisads y otros textos de la literatura védica que están en su página de la universidad de Rutgers. Escucharlo a Edwin explicar los textos intercalando anécdotas de su propia experiencia es realmente un placer. En un momento dado nos dice con su mirada desafiante: "You are all fifty-fifty, you are all thinking you can have your bhoga and your yoga". Estábamos hablando de uno de los sutras de Patanjali donde se introduce el concepto de vairagya, traducido muchas veces como desapego. 

El primer sutra de Patanjali comienza con una palabrita: Atha. Es una palabra que puede significar "ahora" pero también es un nexo con toda una tradición detrás. Los sutras no están aislados de un contexto y estudiarlos separadamente de esas tradiciones puede llevarnos a conclusiones erróneas. En realidad ese ahora nos está diciendo: bueno, ya está, has leído y estudiado todas las corrientes filosóficas que podías estudiar y aún sigues sufriendo. Entonces... ahora sí, yoga. 

También puede significar: 

Ahora que tenemos una forma humana (que no es fácil de conseguir), ahora que hemos estudiado todas las tradiciones filosóficas, ahora que hemos cultivado el conocimiento (Jñana), ahora que hemos llegado a una convicción profunda de que no somos este cuerpo, no somos esta mente... ahora... yoga. ¿Por qué? Porque somos inmortales (o al menos una partecita nuestra lo es), todas las tradiciones espirituales nos han dicho esto y ahora, quizás, podemos comprenderlo. Somos inmortales pero ¿qué significa sobrevivir a la muerte de nuestro cuerpo físico? Qué embrollo para la mente humana. Y más embrollo aún para los que somos occidentales formados en una cultura que no tiene raíz en las filosofías de la india. 

Yoga es una práctica que nos invita a conectar con un self, el atman que no cambia. El proceso de nuestra práctica es experimentar eso. ¿Cómo se logra? Aquietando la mente (¡las mentes!), aquietando los movimientos (son 5 vrttis) mediante asana, pranayama, mantra, meditación. De ahí el sutra tan famoso: citta vritti nirodah. Pero no todos los vrittis son malos. Hay vrittis que te llevan a experimentar aflicción (klishta vrittis) pero otros que te liberan o te acercan a la liberación. Klishta es un participio pasado de otra palabrita en sánscrito: klesha. Los klishta vrittis son lo que podríamos pensar como vrittis nublados, sin claridad. Son movimientos mentales que indefectiblemente nos hacen sufrir, nos llevan al dolor porque provienen de la ignorancia. En cambio, los aklishta vrittis son vrittis provenientes de vidya, de un conocimiento. Un conocimiento que dice que no somos este cuerpo ni esta mente.  

Pero... "You are all fifty-fifty, you are all thinking you can have your bhoga and your yoga".

martes, 4 de febrero de 2025

día 3: samantraka

 Cuando empecé a estudiar la tradición Krishnamacharya lo que más me llamó la atención fue la práctica de samantraka, es decir, la práctica de combinar asana con mantra. El uso de los mantras está muy arraigado en esta escuela. El propio Krishnamacharya creía sumamente importante el uso del sonido y no de cualquier sonido. El sonido penetra donde la respiración no puede llegar. A veces intentamos respirar profundo y no podemos. Las tensiones en la caja torácica, en el diafragma, o incluso, en la mente lo impiden. Entonces es cuando el sonido nos libera. No es necesario cantar afinado o bonito. Liberar el sonido es también ayudar a que la exhalación sea más larga y nos da la pauta de cuánta energía tenemos. Tener o no tener voz. Todos tenemos voz, todos podemos hacer vibrar nuestro cuerpo y por ende, hacer vibrar nuestro espíritu. 

En las prácticas de yoga terapéutico uso mucho samantraka. Es un modo también de conocer las personas que están en la sala. No siempre uso mantras en sánscrito, a veces sólo una palabra o una sílaba porque el sánscrito para algunas personas en demasiado ajeno y eso también limita, la mente se niega a cantar eso raro y entonces se pierde el efecto. La mente, siempre la mente con su dedito acusador.  


jueves, 30 de enero de 2025

Día 2

Si no creemos en Isvara, no pasa nada. Pero hacer una práctica de yoga sin creer en el atman es simplemente haberse agenciado un gimnasio con una propuesta más rara y mejor música (aunque no siempre). 

La práctica de yoga intenta cultivar una mente sátvica, es decir, una mente tranquila. El objetivo (artha) es aquietar los movimientos de la mente externa. Para decirlo más claro, nos ayuda a dejar de correr trás la zanahoria. Para esta filosofía tenemos varias mentes, algunas internas, otras externas. Acallar la mente externa permite conectar con la mente interna (citta). La mente externa se rige por nuestros sentidos. Lo que vemos, degustamos, olemos, incluso nuestros brazos y piernas son órganos de los sentidos ya que nos permiten tomar cosas del mundo externo. 

Asana es una buena forma de empezar a aquietar la mente porque nos conecta con el aspecto más grosero de nuestro ser. La mente, al ser de naturaleza más sutil, es más compleja de controlar. Asana nos ayuda a liberar patrones y hábitos que quedan enquistados en el cuerpo y nos generan dolor y aflicción. Nadie con dolor permanente puede sentarse a meditar.  Asana junto con pranayama nos permite crear espacio y bienestar. Este bienestar si bien puede disfrutarse es para poder sentarse a meditar, es para acceder a aspectos más sutiles de nuestro ser. Las Upanishads nos dicen: no somos este cuerpo, no somos esta mente. Y entonces, qué somos. Practicar asana, pranayama y meditación nos ayuda a acercarnos a esta verdad.   

martes, 28 de enero de 2025

Día 1

Me propuse empezar a escribir sobre mi propia práctica pero nunca lo hice. Vamos a ver si este año me es posible llevar un registro de lo que es yoga. Nadie se pone muy de acuerdo. Hay diferentes métodos, lecturas, prácticas.

Yo siempre vuelvo a leer a Patanjali cuando me empiezo a perder en la marea de lo que ofrece instagram. Siempre es necesario volver a las lecturas básicas. También porque necesito reconectar con el sánscrito. Me anoté en un curso de verano que estoy haciendo de manera asincrónica donde leemos un capítulo del Santi parvan del Mahabharata. Voy muy atrasada. Ya se termina enero y yo sólo hice dos clases allá lejos en diciembre. 

En el sutra número dos de la carpeta II, Patanjali explica tres prácticas que nos van a ayudar a calmar la mente y acercarnos a nuestro objetivo que es samadhi: tapas (disciplina, austeridad), svadhyaya (estudiar los textos, leer el mundo a través de la lente de los textos sagrados: Upanishads, vedanta, yoga sutras) , Isvarapranidhana (ofrecer nuestras acciones a Isvara, sin expectativas del resultado). Con estas tres ya empiezan a suceder cosas. El sistema del yoga es muy complejo, consta de ocho partes de las cuales asana y pranayama son las más conocidas por el público occidental. Muchos de nosotros jamás logramos dominar estas ocho partes en una vida. 

Pero con la práctica de estos tres algo comienza a suceder. Muy lentamente dejamos de querer controlar las cosas. En algún momento algo se destraba sin que nos demos realmente cuenta y dejamos que las cosas fluyan, sean. Es muy difícil dejar que las cosas sean. Tenemos el impulso constante de querer intervenir. Como si nuestra presencia fuera muy importante, lo que tenemos para decir es muy importante, nuestra acción hará toda la diferencia. Pero nos cuesta horrores observar que lo que es, simplemente es. Lo que no es, no es. Tan simple y complejo. Porque ninguno de nosotros quiere que realmente las cosas sean. Queremos que las cosas cambien, que sean del modo que nosotros queremos. Dejar ir es dejar que las cosas tomen el rumbo sin perturbarnos. Isvarapranidhana acá tiene un papel fundamental. Para quienes logran esta práctica todo se vuelve muchísimo más fluido. Para quienes no, hay otros modos, Patanjali no deja a nadie en la estacada. 

Al principio, dice Patanjali, la práctica de yoga debe ser suave de manera que podamos comprender como reaccionamos a ella. Pequeños cambios y actitudes llevan a un conocimiento de nosotros mismos y a una constancia. Algo pequeño puede tener un enorme impacto. Y cuando percibimos eso queremos saber más. De esa manera nuestro compromiso será mayor. Hay personas que no se dan cuenta de esos pequeños cambios hasta más tarde cuando se dan cuenta que han logrado sostener un hábito que parecía imposible. Y no estoy hablando sólo de hacer la práctica de asanas. Hablo de abandonar hábitos que nos hacían mal y abrazar aquello que no es hace bien. Cambiar las lentes para ver el mundo. No es poco. Es mucho. Aunque no domines asanas avanzadas es probable que estés más cerca de samadhi que alguien que sostiene sólo una práctica ardua de ejercicio físico.  

lunes, 27 de enero de 2025

 Pasó el mes... y aún no tengo un calendario. No sé si eso es bueno o malo. Los días pasan sin cuadrícula, quizás eso sea estar de vacaciones. Un tiempo impreciso, sin bordes, mucha luz al final del día. Me acuerdo cuando hace muchos años esta claridad me molestaba. En algún momento de este blog, hace muchos años, escribí:

Nunca se hace de noche. Nunca morimos. ¿No es terrible?

No es terrible, no. Estoy cada día más cerca del ocaso que del mediodía. No soy lo que se dice vieja pero para muchos jóvenes ya soy vieja. Los jóvenes hoy son otras personas. No soy joven pero ahora me gusta el verano, me gusta que no se haga de noche, me gusta que el tiempo no tenga bordes. 

sábado, 4 de enero de 2025

Cortar y regar

Quién iba a decir que me iba a poner tan feliz volver a tener una manguera con un coso que se engancha con un pituto que hace que la manguera no se desprenda de la canilla y puedas regar con otro cosito aplicado al otro extremo de la manguera que tiene mil funciones en las que el agua sale como lluvia, nube, chorro vertical y hasta unicornios.

Es que estoy intentando recuperar el pasto. Cada vez que hago esto (todos los veranos) pienso en mi decisión de no plantar grama bahiana y plantar gramillón argentino. De esto hace ya como 17 años. Ya en ese tiempo era difícil conseguirlo. Hoy, sin dudarlo, plantaría grama bahiana. Es uno de los efectos del paso del tiempo. 

La única aromática que sobrevivió a mi semana en el sur fue la menta. No estaría pudiendo recuperar el romero. No hay caso. Pero sigo intentando. Lo mismo con las lavandas. 

Vamos a plantar los ficus que estaban en maceta en el río. Mariano dice que me va ayudar. "No hay nada más lindo que tomarte unos mates a la sombra de un árbol que vos plantaste". Le creo. El ya no toma más mate pero me va a ayudar a plantar el árbol igual. 

En Easy además me compré unas tijeras nuevas. Empiezo el año pudiendo cortar y regar. 

viernes, 6 de diciembre de 2024

Algunas consideraciones sobre la palabra en sánscrito "prana".

La raíz del verbo AN significa respirar. 'Ana' también significa mover. El prefijo 'pra' significa hacia dentro o hacia aquí. Toco con la punta de mis dedos el centro de una espalda siento que algo se abre allí. Respirar es tan poderoso que a veces asusta. Pero si nos detenemos en el simple acto de sentir el recorrido del aire en el cuerpo algo nuevo surge. 

Prana también puede significar "la fuerza que ayuda al movimiento hacia el interior". Necesitamos una gran cantidad de material del mundo exterior para sostenernos. Comida, agua y aire limpio. Algo tan simple como comer, beber y respirar (inhalar) se consideran la función de prana. ¿Cómo es que se volvió algo tan complicado? A veces la mente presta atención a otras cosas, se preocupa en extremo por el afuera y esto tan sencillo queda de lado. Necesitamos que alguien nos guíe otra vez a recuperar esta fuerza. Está bueno que así sea. Dejarse guiar para luego tomar las riendas. 

marea y miasma

Estamos en diciembre y hay algo cíclico en este devenir del verano. Como si el clima supiera que estamos ante una marea de acontecimientos ineludibles. Uno tras otro se van sucediendo sin sentido o con un sentido poco agradable. Diciembre en este país siempre ha sido sinónimo de catástrofes, desastres y revueltas. También es sinónimo de encuentros y desencuentros. Suena diciembre como la música de una emergencia. Pero emerger también es una palabra bonita. Emerger se hace preciso para que la miasma no nos pudra por dentro. Marea y miasma no son lo mismos. Ambas palabras hablan del agua pero del agua en estados distintos.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

sapo por liebre

 Le escribo a mi amiga Montse.

"Qué año bravo, amiga. Justo recién estaba mirando la tapa de Página 12 que dice que el gobierno promueve el odio al migrante diciendo que si les cobran salud y educación los argentinos van a estar mejor. Me acordé de cuando dábamos prejuicio en el discurso. Me pregunto si esas clases que dábamos de lingüística habrán hecho alguna huella. De si esos alumnos que cursaron con nosotras durante quince años leerán alguna de estas notas -publicadas cada una con sesgos distintos en diferentes diarios- y se darán cuenta de que en realidad ahí hay algo raro, seguro que alguna estrategia de Van Dijk de las que nunca recordaban el nombre, pero seguro que sí, algo raro hay. Sapo por liebre, seguro. Y que es tiempo de aguzar el cerebro para no caer en reduccionismos viles."

domingo, 24 de noviembre de 2024

Con renovado afecto, Juan Filloy

El otro día leí una anécdota sobre el escritor Juan Filloy que me encantó. Cuando salió su libro Estafen (1932) le regaló un ejemplar a J.L. Borges con una dedicatoria que decía "Con afecto, Juan Filloy". Tiempo después, revolviendo libros en una librería de usados se encontró con un ejemplar de este libro y le pareció extraño ya que en ese entonces Filloy sólo hacía ediciones para los amigos en tiradas muy pequeñas. Cuando lo abrió se encontró con su dedicatoria. ¡Era el libro que le había regalado a Borges! Lejos de ponerse mal o de guardarle algún rencor, compró el librito y se lo volvió a enviar a Borges con una nueva dedicatoria abajo de la primera que decía: "con renovado afecto, Juan Filloy".

miércoles, 20 de noviembre de 2024

en sueños no hay firmeza

“Mi abuela, ya levantada antes que todos, me daba una gran taza de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: No hagas caso, en sueños no hay firmeza. Pensaba entonces que ella, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, que tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando él ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, vine a comprender que también la abuela creía en los sueños. Otra cosa no podría significar que una noche sentada ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores, hubiese dicho estas palabras: El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir. No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesado y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviera recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada, justo allí en su casa, tan especial en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bello, gente como mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver”.

José Saramago | «De cómo un personaje llegó a ser el maestro y el autor su aprendiz»

jueves, 3 de octubre de 2024

mis días

 Ayer vino una alumna de yoga a recibir su primera sesión de zen shiatsu. Había dejado de venir a la práctica porque le dolían muchos los hombros (tiene comprometido los dos manguitos rotadores). Luego de muchas vueltas vino a tomar una sesión desesperada de dolor. En la charla previa me dijo con lágrimas en los ojos: ¡tomé cincuenta sesiones de kinesiología, Florencia, cincuenta sesiones y no me sirvieron de nada! El sábado me dieron un corticoide porque me moría de dolor de espalda. Tampoco me hizo nada. NADA.

Le pedí que se recostara en el futón en una posición que le resultara cómoda. Se acostó boca arriba. Le pedí que cerrara los ojos. Siempre prefiero que descubran el zen shiatsu antes de explicar qué es. Al palpar su hara (abdomen) encontré un enorme vacío en la zona de diagnóstico del meridiano de vejiga. Un meridiano largo con 62 puntos que recorre toda la parte posterior del cuerpo y que por supuesto bordea ambos lados de la columna vertebral. Cuando un meridiano está muy kyo (vacío) suele doler. Y es un dolor que no se va con analgésicos. 

Fue una sesión precisa, suave por momentos, contundente por otros. El zen shiatsu tiene una dinámica lenta, pausada. El toque oscila entre la suavidad y la firmeza. "Nos convertimos en madre con manos de samurai", escribió alguna vez Masunaga, el creador del zen shiatsu. Hay algo precioso en el momento de la sesión. Se crea un momento sagrado para que esa persona pueda reconocerse, sentirse. El cuerpo como una topografía donde se descubren montañas y valles. La energía estancada se libera y se la guía hacia los lugares más desérticos para que nutra lo que hemos olvidado. 

Cuando abrió los ojos ya no había dolor. A veces se trata de abrir una llave y que el agua fluya, la corriente limpie. ¿Magia? No, zen shiatsu. 

jueves, 5 de septiembre de 2024

gramática

"Hay diez maneras de construir el presente y sólo una manera de construir el futuro".

lunes, 19 de agosto de 2024

Buen día

 Hoy volví a habilitar los comentarios anónimos en este blog. No es que vayan a llover comentarios pero bueno, ya saben, no hay más restricción. Creo que alguien lee esto pero no sé. Capaz soy yo sola hablando conmigo misma que tampoco es algo que esté mal. Nunca pretendí ser famosa y menos por este blogcito. Me gusta que se siga llamando Nube de agua. Como ahora estoy leyendo las Upanisads de verdad (y no fragmentariamente, citada por otros) creo que ahora elegiría otra frase para el encabezado de este blog. Ya va a llegar (la frase). Es sólo una página en internet medio perdida en la nada. Lejos de la vorágine de las redes, de los videítos y las publicidades. No hay ninguna pretensión acá, sólo compartir algo, bah, compartir más que nada textos. Lo textual se está perdiendo, cada día más. Es cierto que todo es un texto, Halliday dixit. La cohesión y coherencia, todo eso que aprendimos. Pero creo que entienden a lo que me refiero. Bueno, aquí va, mi decimocuarta botella al mar. Y que perdure.