Nube de agua
volví a leer literatura
miércoles, 26 de marzo de 2025
Los riesgos
La médica clínica a la que le llevé mis estudios me sonríe desde la pantalla que nos separa post pandemia de covid.
-Tiene sentido, nunca me vacuné- le digo. Nací en 1977 y en esa época no era obligatoria. Y de grande nunca tuve un médico clínico. Sos mi primera médica clínica.
-Sí, es una vacuna que se incorporó tarde. Pero tendrías que vacunarte.
-¿Cuáles son los riesgos? ¿Y cómo debería hacer? La verdad es que no tengo ni idea.
-Una se transmite por saliva. La otra por sangre o relaciones sexuales. El peor escenario es que si alguna vez estás en Brasil, te accidentás y necesitás una transfusión de sangre tenés riesgo de contagiarte.
-Bueno, qué escenario te mandaste.
La médica clínica además es infectóloga, me había olvidado.
-La antitetánica ¿cuándo fue la ultima vez que te la diste?
Trato de hacer memoria.
-Creo que fue cuando me hicieron la laparoscopía. Tenía 35 años.
-Bueno, deberías dártela cada 10 años. Tenés 48, ya te vendría bien un refuerzo.
Escribe unas órdenes. Me da unas indicaciones. Son tres dosis una, dos dosis la otra. La antitetánica es una dosis y me la puedo dar junto con las otras. Agarro las órdenes. Ella mira los estudios que le llevé. Me los devuelve.
-Por el resto, todo impecable. hasta los 50 años no tenés que hacerte ningún estudio más.
Rebozo salud. Claramente.
-Mi mamá murió el 2 de marzo, le digo.
Y me largo a llorar.
miércoles, 12 de febrero de 2025
Yoga o Bhoga
El año pasado me sumergí en las clases de Edwin Bryant sobre las Upanisads y otros textos de la literatura védica que están en su página de la universidad de Rutgers. Escucharlo a Edwin explicar los textos intercalando anécdotas de su propia experiencia es realmente un placer. En un momento dado nos dice con su mirada desafiante: "You are all fifty-fifty, you are all thinking you can have your bhoga and your yoga". Estábamos hablando de uno de los sutras de Patanjali donde se introduce el concepto de vairagya, traducido muchas veces como desapego.
El primer sutra de Patanjali comienza con una palabrita: Atha. Es una palabra que puede significar "ahora" pero también es un nexo con toda una tradición detrás. Los sutras no están aislados de un contexto y estudiarlos separadamente de esas tradiciones puede llevarnos a conclusiones erróneas. En realidad ese ahora nos está diciendo: bueno, ya está, has leído y estudiado todas las corrientes filosóficas que podías estudiar y aún sigues sufriendo. Entonces... ahora sí, yoga.
También puede significar:
Ahora que tenemos una forma humana (que no es fácil de conseguir), ahora que hemos estudiado todas las tradiciones filosóficas, ahora que hemos cultivado el conocimiento (Jñana), ahora que hemos llegado a una convicción profunda de que no somos este cuerpo, no somos esta mente... ahora... yoga. ¿Por qué? Porque somos inmortales (o al menos una partecita nuestra lo es), todas las tradiciones espirituales nos han dicho esto y ahora, quizás, podemos comprenderlo. Somos inmortales pero ¿qué significa sobrevivir a la muerte de nuestro cuerpo físico? Qué embrollo para la mente humana. Y más embrollo aún para los que somos occidentales formados en una cultura que no tiene raíz en las filosofías de la india.
Yoga es una práctica que nos invita a conectar con un self, el atman que no cambia. El proceso de nuestra práctica es experimentar eso. ¿Cómo se logra? Aquietando la mente (¡las mentes!), aquietando los movimientos (son 5 vrttis) mediante asana, pranayama, mantra, meditación. De ahí el sutra tan famoso: citta vritti nirodah. Pero no todos los vrittis son malos. Hay vrittis que te llevan a experimentar aflicción (klishta vrittis) pero otros que te liberan o te acercan a la liberación. Klishta es un participio pasado de otra palabrita en sánscrito: klesha. Los klishta vrittis son lo que podríamos pensar como vrittis nublados, sin claridad. Son movimientos mentales que indefectiblemente nos hacen sufrir, nos llevan al dolor porque provienen de la ignorancia. En cambio, los aklishta vrittis son vrittis provenientes de vidya, de un conocimiento. Un conocimiento que dice que no somos este cuerpo ni esta mente.
Pero... "You are all fifty-fifty, you are all thinking you can have your bhoga and your yoga".
martes, 4 de febrero de 2025
día 3: samantraka
Cuando empecé a estudiar la tradición Krishnamacharya lo que más me llamó la atención fue la práctica de samantraka, es decir, la práctica de combinar asana con mantra. El uso de los mantras está muy arraigado en esta escuela. El propio Krishnamacharya creía sumamente importante el uso del sonido y no de cualquier sonido. El sonido penetra donde la respiración no puede llegar. A veces intentamos respirar profundo y no podemos. Las tensiones en la caja torácica, en el diafragma, o incluso, en la mente lo impiden. Entonces es cuando el sonido nos libera. No es necesario cantar afinado o bonito. Liberar el sonido es también ayudar a que la exhalación sea más larga y nos da la pauta de cuánta energía tenemos. Tener o no tener voz. Todos tenemos voz, todos podemos hacer vibrar nuestro cuerpo y por ende, hacer vibrar nuestro espíritu.
En las prácticas de yoga terapéutico uso mucho samantraka. Es un modo también de conocer las personas que están en la sala. No siempre uso mantras en sánscrito, a veces sólo una palabra o una sílaba porque el sánscrito para algunas personas en demasiado ajeno y eso también limita, la mente se niega a cantar eso raro y entonces se pierde el efecto. La mente, siempre la mente con su dedito acusador.
jueves, 30 de enero de 2025
Día 2
martes, 28 de enero de 2025
Día 1
Me propuse empezar a escribir sobre mi propia práctica pero nunca lo hice. Vamos a ver si este año me es posible llevar un registro de lo que es yoga. Nadie se pone muy de acuerdo. Hay diferentes métodos, lecturas, prácticas.
Yo siempre vuelvo a leer a Patanjali cuando me empiezo a perder en la marea de lo que ofrece instagram. Siempre es necesario volver a las lecturas básicas. También porque necesito reconectar con el sánscrito. Me anoté en un curso de verano que estoy haciendo de manera asincrónica donde leemos un capítulo del Santi parvan del Mahabharata. Voy muy atrasada. Ya se termina enero y yo sólo hice dos clases allá lejos en diciembre.
En el sutra número dos de la carpeta II, Patanjali explica tres prácticas que nos van a ayudar a calmar la mente y acercarnos a nuestro objetivo que es samadhi: tapas (disciplina, austeridad), svadhyaya (estudiar los textos, leer el mundo a través de la lente de los textos sagrados: Upanishads, vedanta, yoga sutras) , Isvarapranidhana (ofrecer nuestras acciones a Isvara, sin expectativas del resultado). Con estas tres ya empiezan a suceder cosas. El sistema del yoga es muy complejo, consta de ocho partes de las cuales asana y pranayama son las más conocidas por el público occidental. Muchos de nosotros jamás logramos dominar estas ocho partes en una vida.
Pero con la práctica de estos tres algo comienza a suceder. Muy lentamente dejamos de querer controlar las cosas. En algún momento algo se destraba sin que nos demos realmente cuenta y dejamos que las cosas fluyan, sean. Es muy difícil dejar que las cosas sean. Tenemos el impulso constante de querer intervenir. Como si nuestra presencia fuera muy importante, lo que tenemos para decir es muy importante, nuestra acción hará toda la diferencia. Pero nos cuesta horrores observar que lo que es, simplemente es. Lo que no es, no es. Tan simple y complejo. Porque ninguno de nosotros quiere que realmente las cosas sean. Queremos que las cosas cambien, que sean del modo que nosotros queremos. Dejar ir es dejar que las cosas tomen el rumbo sin perturbarnos. Isvarapranidhana acá tiene un papel fundamental. Para quienes logran esta práctica todo se vuelve muchísimo más fluido. Para quienes no, hay otros modos, Patanjali no deja a nadie en la estacada.
Al principio, dice Patanjali, la práctica de yoga debe ser suave de manera que podamos comprender como reaccionamos a ella. Pequeños cambios y actitudes llevan a un conocimiento de nosotros mismos y a una constancia. Algo pequeño puede tener un enorme impacto. Y cuando percibimos eso queremos saber más. De esa manera nuestro compromiso será mayor. Hay personas que no se dan cuenta de esos pequeños cambios hasta más tarde cuando se dan cuenta que han logrado sostener un hábito que parecía imposible. Y no estoy hablando sólo de hacer la práctica de asanas. Hablo de abandonar hábitos que nos hacían mal y abrazar aquello que no es hace bien. Cambiar las lentes para ver el mundo. No es poco. Es mucho. Aunque no domines asanas avanzadas es probable que estés más cerca de samadhi que alguien que sostiene sólo una práctica ardua de ejercicio físico.
lunes, 27 de enero de 2025
Pasó el mes... y aún no tengo un calendario. No sé si eso es bueno o malo. Los días pasan sin cuadrícula, quizás eso sea estar de vacaciones. Un tiempo impreciso, sin bordes, mucha luz al final del día. Me acuerdo cuando hace muchos años esta claridad me molestaba. En algún momento de este blog, hace muchos años, escribí:
Nunca se hace de noche. Nunca morimos. ¿No es terrible?
No es terrible, no. Estoy cada día más cerca del ocaso que del mediodía. No soy lo que se dice vieja pero para muchos jóvenes ya soy vieja. Los jóvenes hoy son otras personas. No soy joven pero ahora me gusta el verano, me gusta que no se haga de noche, me gusta que el tiempo no tenga bordes.
sábado, 4 de enero de 2025
Cortar y regar
viernes, 6 de diciembre de 2024
Algunas consideraciones sobre la palabra en sánscrito "prana".
marea y miasma
miércoles, 4 de diciembre de 2024
sapo por liebre
Le escribo a mi amiga Montse.
domingo, 24 de noviembre de 2024
Con renovado afecto, Juan Filloy
miércoles, 20 de noviembre de 2024
en sueños no hay firmeza
José Saramago | «De cómo un personaje llegó a ser el maestro y el autor su aprendiz»
jueves, 3 de octubre de 2024
mis días
Ayer vino una alumna de yoga a recibir su primera sesión de zen shiatsu. Había dejado de venir a la práctica porque le dolían muchos los hombros (tiene comprometido los dos manguitos rotadores). Luego de muchas vueltas vino a tomar una sesión desesperada de dolor. En la charla previa me dijo con lágrimas en los ojos: ¡tomé cincuenta sesiones de kinesiología, Florencia, cincuenta sesiones y no me sirvieron de nada! El sábado me dieron un corticoide porque me moría de dolor de espalda. Tampoco me hizo nada. NADA.
Le pedí que se recostara en el futón en una posición que le resultara cómoda. Se acostó boca arriba. Le pedí que cerrara los ojos. Siempre prefiero que descubran el zen shiatsu antes de explicar qué es. Al palpar su hara (abdomen) encontré un enorme vacío en la zona de diagnóstico del meridiano de vejiga. Un meridiano largo con 62 puntos que recorre toda la parte posterior del cuerpo y que por supuesto bordea ambos lados de la columna vertebral. Cuando un meridiano está muy kyo (vacío) suele doler. Y es un dolor que no se va con analgésicos.
Fue una sesión precisa, suave por momentos, contundente por otros. El zen shiatsu tiene una dinámica lenta, pausada. El toque oscila entre la suavidad y la firmeza. "Nos convertimos en madre con manos de samurai", escribió alguna vez Masunaga, el creador del zen shiatsu. Hay algo precioso en el momento de la sesión. Se crea un momento sagrado para que esa persona pueda reconocerse, sentirse. El cuerpo como una topografía donde se descubren montañas y valles. La energía estancada se libera y se la guía hacia los lugares más desérticos para que nutra lo que hemos olvidado.
Cuando abrió los ojos ya no había dolor. A veces se trata de abrir una llave y que el agua fluya, la corriente limpie. ¿Magia? No, zen shiatsu.