Laura encuentra tesoros en las librerías de Buenos Aires. Fue ella quien me prestó Clarivigilia Primaveral de Miguel Angel Asturias. ¿Sabías que Asturias escribía poesía?, me dijo dándome un librito un poco amarillo -agotadísimo hace añares- y que yo devoré en pocos días y que seguí devorando en cada relectura. Clarivigilia Primaveral es uno de esos libros que me hubiera encantado poder escribir. Pero ya no puedo hacerlo pues ya está escrito y porque además yo no soy Asturias. A otra cosa, mariposa, dicen que dicen.
Ah, pero me quedé con el libro.
¿Y qué creen que hizo Laura? Ningún problema. Con su andar despreocupado entró a otra librería de usados y encontró otro ejemplar de Clarivigilia que luego me entregó con orgullo de cazadora (¿o pescadora?). Y sé que lo volvería encontrar si fuera necesario.
Hoy encontré en una librería de usados El sueño de Úrsula de María Negroni, otro libro imposible de conseguir que Laura me prestó antes de irse a Bolivia.
Pa' mi que Laura me echó uno de sus polvos mágicos.
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