sábado, 6 de febrero de 2010

El día que completé mis 33 años

El cinco de febrero me desperté a las cinco de la mañana.
A las seis vi el comienzo del amanecer desde la terraza. Como no había nadie me desnudé. La luna aún estaba brillante y había brisa de río. Di gracias al dios de las pequeñas cosas. Me vi libre y sonreí.
Volví al sueño unas dos horas más. Después comenzó el día.
Mensajitos van y mensajitos vienen. La llamada clásica de papá y mamá. Desayuno normal sin torta, sin velita, sin canción. Fui con Nico al súper a comprar bebidas y cositas ricas. Nos agenciamos de la torta clásica en la Vicente López y tres docenas de sandwiches de miga surtidos.
Después sí, a trabajar. Di una sesión pero la siguiente se suspendió. Recibí regalitos de mis pacientes más antiguos. Muchos mensajitos de mucha gente que parece que se siente mejor gracias a mis manos. Me acordé de mi abuela Catalina -kinesióloga de las de antes- y a la que le debo un lindo arco en mis pies.
Como me había quedado un rato decidí almorzar bien y no de parada como a veces hago por falta de tiempo. Entré a un Piaccere y pedí un pedazo de tarta. Mi mesa estaba muy próxima a la mesa de una pareja que conversaba muy amablemente. Se largó a llover torrencialmente. El ventanal de la cafetería se cubrió de agua. Me sentí resguardada, con la sensación de que alguien me estaba cuidando. La lluvia -siempre la lluvia- dio origen a una hermosa charla con Norberto y Diana. Él tiene 80 y ella 71. Parecían diez años menos cada uno. Nos terminamos pasando los teléfonos. Sí, ya sé, es muy raro... pero si yo contara la charla que tuvimos me entenderían. Fue tan buena la charla. ¿Cómo no querer volver a saber de ellos?
A las 3:30 de la tarde tenía hora para mi sesión. Mi autoregalo. Me dejaron tan feliz que parecía drogada. Volví a mi casa cantando bajo la lluvia. Todos trataban de refugiarse y yo saltaba los charcos, me empapaba y sólo sentía una felicidad intensísima, unas enormes ganas de abrazar a todo el mundo, pero por sobre todo las cosas, de abrazar a mi mamá (que hace mucho que no la abrazo realmente).
En mi casa estaba Nico que había estado cocinando arrollados de sardinas con tomate y knishes de papa. Estaba extenuado y enseguida me preguntó si estaba drogada. Le dije que no, que era sólo shiatsu pero como me habían puesto óleo 31 en algunos puntos de la cara no me creyó. O sí. Yo me puse a hablar con las plantas de adelante que estaban todas mojadas y habían crecido de más. Siempre me dan mucho trabajo las plantas de adelante. Nico me decía que entrara, que me estaba mojando. Y yo me reía y me reía y me reía tanto que lo empecé a abrazar y a besar fuerte ahí mismo en la puerta de mi casa, mojándolo también a él. Esa es una imagen muy hermosa que guardo de mi cumpleaños.
Más tarde, cuando ya me había secado y estaba más tranquila recibí su llamada desde Nueva York. Y se me estremeció el corazón. Era la primera vez que llamaba a mi casa. Primero me pareció que de nuevo estaba soñando. Pero todo era muy real. Le conté lo que le venía contando en mis sueños. Pero al terminar la llamada el desasosiego de apoderó de mí. Lloré un poco debajo de la ducha y dejé que el agua me envolviera todo el cuerpo. Y mientras lloraba me acordé del sueño de la avenida y de la parte en que un hombrecito me rescataba de la avenida y me decía: cuidado con los flashes, ¡no mirés para atrás! Después se escuchaban tres flashes.
Más tarde la lluvia empezó a arreciar. Fue tanta la cantidad de agua que hubo gente que salió de sus casas para venir y se tuvo que volver porque estaba todo inundado. Aún así fue una reunión muy concurrida. Estrené el living en febrero (cosa que nunca ocurre, siempre estamos en el jardín). Vino gente muy hermosa que hace cosas hermosas en su vida. Recibí más regalitos. Brindamos varias veces, comimos tartas que había hecho Mari y arrodallitos y knishes que había hecho Nico y sandwichitos y strudel de ricota que había hecho Deb y brownies que había hecho Male y la torta de la Vicente López.
Hubo quienes se aventuraron a chapotear en el pasto del jardín de mi casa con un enorme paraguas que yo había dispuesto para la ocasión (es que no saben qué lindo era chapotear ayer en ese pasto).
Y se terminó el cumpleaños.

Namasté

2 comentarios:

® Danila dijo...

sos libre Flor, sabes disfrutar.
sos un gran ejemplo de lo que significa "estar viva".

feliz cumple de todo corazon!

Alicia's Own dijo...

Qué hermosooooooooooo!!!!