17 de febrero de 2010

Pero lo bueno es

que uno se va.
Y se va hacia un lugar
donde hay mar, quizás,
o gente pato que vive en el bosque
y reza para que yo sea feliz.

Pongo mis manos muy juntas
e invento una plegaria:
que el amanecer nos despierte alegres
en un cuarto de hotel
juntos y enredados
en un abrazo sabio
de esos que protegen
y nutren.

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