Hay un cuento de Rodolfo Walsh que los militares se llevaron para siempre como también se llevaron su vida, sus papeles, su hija Victoria y sus sueños. El cuento se llamaba "Juan se iba por el río" y la letra se ha esfumado, ha sido rasgada, trinchada, decapitada.
Aún así sabemos que Juan cruza ese río a caballo. Lo cruza porque el río ha desaparecido y en su lugar se asoman peces muertos, ramas encalladas y a lo lejos se ven las luces de Uruguay. Lo sabemos porque la mujer de Rodolfo Walsh quedó viva y se lo contó a Tununa quien, a su vez, nos lo contó a nosotros en una ronda de mate y tiza blanca. Juan cruza ese río como nosotros cruzamos las palabras de Tununa. No sabemos -Tununa no sabe- si Juan llegará del otro lado pero bajo los cascos del caballo se oye el resoplar del agua nueva.
Escribir hoy este cuento es una hazaña imposible.