jueves, 7 de febrero de 2008

¿om shanti?

El primer piso es viejo y tiene la pintura desgastada. Una enorme bandera batik con el símbolo "om" corona una de las paredes. Desconfiás de ese "om" pegado a la pared como una estatuilla a la cual se adora sin mucha convicción. Desconfiás del batik. No es que no respetes el "om". Siendo tan redondo y perfecto, como un estanque de agua pura y uno cayendo en círculos por las hondonadas del silencio. ¿Será que no te gustan las banderas ni los amuletos? El piso de pinotea está gastado y tiene desnivel. Te acostás en una de las colchonetas en savasana y te quedás allí, olvidada de todo y de todos. Escuchás los sonidos de la calle, motores, silbidos, viento, voces agitadas: la vida por la ventana. Llegan más alumnos que se acomodan en otras colchonetas. Los sentís sin verlos. Como un animal en una oscuridad aterciopelada y protegida. Savasana es conocida, tantas veces transitada. Sentís como alrededor el murmullo crece, el movimiento imprevisto de los cuerpos desmorona la oscuridad aterciopelada. La calma deja de ser y empieza a actuar.

La clase comienza.

La profesora es delgadita y de ojos claros. Tiene la expresión dura, trabada. ¿Cree que su labor docente es estar ahi? Jamás explica cómo, por qué, qué músculo se estira, a dónde hay que llevar el aire. No hay resistencia. Los alumnos son corderos. ¿Alguna vez se han puesto a pensar el poder que tiene un maestro, ya sea, de cualquier índole?

Los corderos no piensan. Se entregan.
Te sentís un lobo en el medio de tantos corderos.

Pranayama. Kapala -bhati. Sensación de que la cavidad pulmonar va a estallar. Te limitás a mirar. Iyengar aclara desde un comienzo que pranayama nunca debe hacerse antes de las asanas. Y tampoco es aconsejable practicar luego de asanas fuertes. Muchos de los movimientos de pranayama son infinitamente sutiles. Viloma es más suave. Te corrije el dedo con el que tapás la fosa nasal izquierda.

Nadie puede hacer el ciclo de sirsasana. Desprecian los elementos porque esto es hatha yoga y no hay elementos. Te preguntás a qué llama esta gente hatha yoga. Una mujer adelante mío tiene la espalda curvada y nadie le dice nada. ¿Esta chica sabe dónde está su sacro? ¿Sabe lo que es un isquiotibial? ¿O cree que el mantra la va a salvar del dolor de espalda de mañana?

Purvotanasana. Ahora sí, desconfiás de ella. Le harías tragar la bandera batik a ella y a su grupo de alienados. ¿No corregís porque no sabés corregir o porque no te importa? Puntada en la lumbar derecha. Esta es la señal de que todo anda mal. La lumbar derecha siempre avisa antes que la izquierda. Rogás que la clase termine pronto. Las asanas se van amontonando unas tras otras. Sin control. No encontrás el sentido de pasar de un asana a otra.

¿Existirá la frase: no dirás "om" en vano?

Ya sabés dónde encontrarnos, te dice, cuando la clase termina.
Sí, decís, ya sé dónde encontrarlos.
Y pensás: yo voy en dirección contraria.

3 comentarios:

cläu dijo...

siiiiiiiiiii Flor!
qué horrorrrrrrrrr
de una clase así, salí con el sacro fuera de lugar y me quedó un miedito!
¿cómo estas tanto tiempo? veo que el sur te dejó sus efectos, cuantos cambios en tu blog
beso

Anónimo dijo...

el sur una belleza, como siempre. y sí, esas clases se padecen. Hay que buscar hasta encontrar. Y no quedarse con lo primero.

Por suerte me he topado con verdaderos maestros y yo ya sabía dónde estaba mi sacro :)

cläu dijo...

si, es un tema, mi maestra Hayde, ya partió y el grupo se desmoronó.
vivía x Olivos, es irreemplazable! pero no pierdo la esperanza de encontrar aunque sea un buen instructor de hatha.
besitos