domingo, 15 de agosto de 2010
Pedalear
Me abandono a la espiral.
Él me lleva de la mano, me empuja a caballo de la bici y salimos al sol de invierno.
Pedaleamos. Pedaleamos. La respiración se agita, el corazón bombea sangre, siento que el aire hace estallar todas las partículas de mi cuerpo.
Felicidad.
Un minuto, segundos.
Pedalear.
Lo veo a unos metros mío. Me hace señas con la mano.
-Rossi, salí del medio de la calle, estás en una bicicleta, ¡por dios! Cuando manejes, vas a poder ir por el medio, ¡ahora no!
Me corro y pasan dos autos. Pasan cerquita mío. Me hacen estremecer.
Cuando maneje. Parece que será realidad.
Me abandono a la espiral.
Todo está cambiando tan rápido.
Pedaleo una y mil veces y me acuerdo de ese poema.
No.
No me caí de la bicicleta.
¡Carajo!
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