Resulta que había una vez un pintor que quería pintar un dragón pero se lamentaba mucho porque jamás había visto uno.
¿Cómo voy a pintar algo que no conozco?, se decía entre lamentos.
Y así pasaban su días.
Pero un día se le apareció un dragón vivito y coleando y le dijo:
-¡Hola! ¡Acá estoy!
Y fue tal la sopresa del pintor que se desmayó y no pudo mirarlo cuidadosamente de modo que tampoco pudo retratarlo.
"Ver no es suficiente. El artista debe meterse en la cosa, sentirla interiormente y vivir él mismo su vida."
Budismo zen y psicoanálisis, D. T. Susuki / Erich Fromm
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