jueves, 1 de septiembre de 2011

La boda de Lau II

Un día de la vida, hace casi doce años, Laura me llamó desde un teléfono público (no existían los celulares) y me dijo: "Flor, no quiero perderte nunca en mi vida, aunque a veces pasen meses sin que te vea quiero que sepas que sos como una hermana para mí".
Hacía tan sólo unos meses que estaba junto a Facundo y su vida se había transformado en un infierno. Su familia y muchos de sus amigos le habían vuelto la espalda.
Ese día vino a casa y se quedó todo el fin de semana. Mi casa era como un oasis en el medio de la tormenta y todos en mi familia nos percatamos de eso. Hicimos lo posible para que ella estuviera cómoda. En esos días me contó toda su historia de amor. Las idas y venidas, el amor que no tiene formas precisas, los límites impuestos por una moral pacata. Luego, a la semana siguiente, se fue con Facu a Mar del Plata por una semana. Yo fui la única depositaria del número de teléfono con el cual podían comunicarse en caso de una emergencia. Guardo aún ese teléfono en uno de mis diarios íntimos.
Cuando Lau empezó a salir con Facundo tenía un sobrepeso de más de diez kilos. Para una bailarina era mucho. Con Facu la vi ponerse hermosa, adelgazar, llenarse de proyectos y todo eso que le hace el amor a los seres humanos.
Durante estos doce años que los vi juntos, el amor pasó por todas sus formas. No fue sólo un lecho de rosas, hubo también muchas espinas. Y sin embargo. Crecieron.
Yo también crecí.
"Hoy se casa tu hermana", me dijo el padre de Laura cuando lo abracé en el registro civil.
Y yo empecé a lagrimear.
El juez que les tocó fue muy agradable e hizo de la ceremonia algo muy ameno.
Me gustó cuando dijo: "Bueno, yo acá estoy como pintado, se los ve muy enamorados" y también "la sociedad hoy celebra la unión de ustedes, una nueva familia".
Wow, ¡la sociedad! ¿No es genial? Piensen: el mundo está patas para arriba y hay muchas cosas que están mal pero nuestra sociedad es ciertamente mucho mejor que hace doce años atrás. Mucho mejor.
Y me dieron ganas de reir mucho y fuerte.
Estampé mi firma en el libro con orgullo de amiga y hermana.
Y ahora... ¡falta estrenar esos zapatos y bailar!

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