Pocas cosas pueden ser tan mágicas como ver y escuchar a un verdadero artista arriba de un escenario. No importa si es en el Luna Park, en el Canecao, en el Opera o en el Gran Rex. Pocas cosas pueden hacernos vibrar tanto como cuando un verdadero artista se para en el escenario y nos hace llorar, reir, emocionar. Y eso fue lo que precisamente hicieron María Bethânia y Omara Portuondo este sábado por la noche en el Luna Park.
No sólo desplegaron maestría en el arte que las dos realizan con inteligencia y sabiduría. También desparramaron algo muy difícil de explicar y muy difícil de lograr en estos tiempos: una emoción fuertísima, una hermandad promovida por el "abrazo de la música", una explosión de belleza y entrega.
Desde el repertorio cuidadosamente elegido -donde abundaron composiciones de Marta Valdés, Gonzaguinha, Juan Formell, Orlando de la Rosa y Adauto Santos- hasta los ademanes cariñosos y pequeñas danzas que se prodigaron durante todo el tiempo que compartieron el escenario. Nunca se sintió tan fuerte que la música latinoamericana existe y que Brasil no es un ente separado. Nunca fue tan preciso el idioma portugués acariciado por las estrofas del español. Una verdadera proeza que tiene todo el tinte del esfuerzo que María Bethânia pone en sus proyectos y actuaciones.
Maravillosas las dos.
Ambas mujeres.
Ambas artistas.
Ambas amigas.
Los dejo con un link a una de las canciones que más me conmovieron: cio da terra.
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