Voy destilando las últimas notas amargas.
Me voy llorando, descascarando.
Me descubro en una acción, hace unos años, una acción cobarde, muy cobarde. Me desespera la cobardía. Y, sin embargo, hola, acá estamos.
Comprendo por qué tomé ciertas decisiones. Comprendo por qué estuve muy enojada años atrás.
Me voy llorando, descascarando.
Nadie fue una mala persona. Tuve esa suerte. Nunca estuve rodeada de malas personas.
Tal vez un poco cortas de vista. Tal vez.
¿Pero quién no se ha visto en la encrucijada y traspapeló lo que era importante?
Me voy llorando, descascarando.
La corteza es liviana esta primavera. Pero el brote, este brote verde que tengo entre mis manos, es certero.
3 comentarios:
Los gajos tiernos se hamacan en el cielo y una flor nueva está brotando ahora...
:)
Enhorabuena
Ah... esas antiguas cobardías que nunca terminan de decirnos su reproche...
Nunca hay que mirarlas a los ojos, porque te vuelven piedra.
Transparente y hermoso poema...
Lo sentí en mi caja de resonancias..
Gracias.
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