Hoy  mientras las lágrimas acudían a mis ojos en un lugar demasiado público  de esta ciudad, una anciana con todos los años en la cara y unos ojos  como brasas encendidas me dijo: "nena, hay que seguir". Así de simple. Y  yo suspiré y le agradecí la atención, la palabra, el gesto. A veces un  ser humano te salva. A veces sólo basta con decir lo que duele y el síntoma  desaparece.
 
2 comentarios:
¡No llores!
Me hiciste reir :)
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