martes, 25 de octubre de 2011

catarata de agua

Hoy mientras las lágrimas acudían a mis ojos en un lugar demasiado público de esta ciudad, una anciana con todos los años en la cara y unos ojos como brasas encendidas me dijo: "nena, hay que seguir". Así de simple. Y yo suspiré y le agradecí la atención, la palabra, el gesto. A veces un ser humano te salva. A veces sólo basta con decir lo que duele y el síntoma desaparece.

2 comentarios:

Julián Torrado dijo...

¡No llores!

Flor dijo...

Me hiciste reir :)