Hoy en la clase de yoga fuimos pájaros. Los brazos como alas se plegaban y desplegaban con el ritmo de la respiración. El pecho se abrió, las dorsales se relajaron, los hombros volvieron a la calma habitual. Luego, practicamos Hanumanasana. "Y ahora daremos grandes saltos", dijo la profesora, "Como Hanuman, el poderoso jefe mono".
Hanuman era hijo de Vayu, Dios del viento. Hanuman emprendió la búsqueda de Sita, la mujer de Rama y dando saltos cruzó el mar atravesándolo. Encontró a Sita que se encontraba bajo el poder de Ravana, el rey demonio de Lanka. Rama, tras una feroz batalla, mató a Ravana y rescató a Sita pero durante la batalla Laksmana, el hermano de Rama, resultó herido por una flecha. Su única cura era aplicarle unas hierbas que sólo se encuentran en los Himalayas. De un salto, Hanuman cruzó el mar, alcanzó los Himalayas y trajo consigo de vuelta la planta sanadora con la que salvó la vida de Laksmana.
El asana que practicamos hoy está dedicada a Hanuman y conmemora sus fabulosos saltos.
Así que hoy fuimos pájaros y monos.
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