Perdonen si me la paso hablando de la gata. Si los aburro o algo. Pero para mí esto que estoy viviendo no tiene punto de comparación. Mi amiga poeta me llama por teléfono y me dice: ¡estas aprendiendo un montón! Y me hace reir. Pero debo admitir que tiene mucha razón. Yo no sabía nada de gatos. Sabía algo de gatos ajenos pero eso es como no saber nada. Cada gato es diferente y de a poco estamos empezando a comprender a Marilyn.
Ayer se dio una situación algo cómica que habla un poco de mí y de Marilyn. Ella estaba abajo durmiendo en el sillón y nosotros queríamos ir arriba a ver un poco de tele. Estamos subiendo y le digo a Nico: ¿Subo al gato? Nico se ríe. ¡No! ¡No es un mueble! ¡Que suba si quiere!
Primera lección: a los gatos, a veces, les gusta estar solos. No debo tratar a Marilyn como si fuera un pequinés.
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