lunes, 23 de julio de 2012

Todo para la curación

El jueves nos levantamos a las seis de la mañana. Me bañé con el jabón pervinox tal como me lo habían indicado, me cambié, hice la mochila con algunas prendas y separé los papeles para la internación. No podía beber ni comer nada. Nico se tomó un café y partimos rumbo a la clínica. Cuando llegamos aún era de noche. En admisión me pidieron mis datos, me hicieron llenar unos papeles, firmar un consentimiento y me mandaron a cirugía ambulatoria (por un tema de osde no podían enviarme directamente a una habitación).

La enfermera de cirugía ambulatoria resultó ser un amor. Graciela me tomó la presión, la temperatura, me hizo las preguntas de rigor y me pidió los pre quirúrgicos. "Ahora te voy a mandar a bañar", me dijo dándome una bata, una gorra y pantuflitas. Me sentí como una niña pequeña y se lo dije. La hice reir. "Te bañás con pervinox y luego te vestís con esto". En el baño, mientras me duchaba, me despedí de mi ombligo tal y como lo conocía. "Nos veremos en unos días y ya todo habrá cambiado", pensé. Al terminar volví a la habitación donde, además de Nico, ya estaban mis papás. Yo estaba muy ridícula con la ropa para entrar al quirófano pero no me importó. Me sentía tranquila lo cual no dejaba de ser muy extraño.

De pronto, apareció mi médico que venía de hacer una laparoscopía previa para saludarme. Lo primero que me dijo fue: "ah, pero qué elegancia". Nos reímos. Después me preguntó si había logrado dormir algo. "Sí", le respondí, "Y vos, ¿descansaste bien? Porque el que va a operar acá sos vos". Se rió y me aseguró que sí. Lo tranquilizó a Nico y a mis papás y les aclaró un poco los tiempos de la cirugía. Luego, Graciela vino a buscarme y me llevó caminando a la zona de los quirófanos que estaba pintada de un azul como el de las piscinas. Pasamos pasillos y puertas de vidrio. "Entonces así es como son los hospitales del otro lado", pensé. Una vez allí, me recibió otra enfermera muy amorosa que me volvió a hacer las preguntas de rigor mientras me llevaba al quirófano. Me acostaron en una camilla y se presentaron todos: el anestesista (un ser maravilloso), y algunos otros médicos. Se los veía alegres, estaban radiantes en sus trajes de quirófano. Otra vez pensé: "Esta gente trabaja de esto. Es lo que hacen de sus vidas". Luego apareció mi médico y me los fue presentando a todos. "Son amigos, trabajan en equipo, se tratan bien", pensé. Eso me tranquilizó. El anestesista me preguntó si ya había estado en un quirófano alguna vez. Le dije que no, que era mi primera vez. Entonces me explicó exactamente lo que iba a sentir. Una de las médicas jóvenes me sonrió mientras se lavaba y me dijo: "que curiosa sos, cómo mirás todo". Yo no podía explicarle que todo me resultaba fascinante, estar allí, con ellos y todo ese equipamiento al servicio de mi curación.

Me pusieron una vía que casi ni sentí y me administraron algo que me relajaba y me daba mareos. "Esto es para que te relajes", me dijo el anestesista. Yo podía escucharlos aún revolotear, hablar entre ellos. Sentí una voz desde el fondo de mi alma que me decía: "Bueno, Flor, finalmente vas a experimentar al cuerpo como materia. Este es un mundo donde hay materia también". Una de las médicas me acomodó las piernas en posición ginecólogica y me explicó que lo hacía conmigo despierta para que yo estuviera cómoda, me preguntó varias veces si la posición no me dolía. Todo estaba cargado de una atmósfera de respeto y atención. Mi médico me pidió que cerrara los ojos y su pedido me hizo sonreir. Los cerré pero aún los escuchaba. Una última pregunta me atormentó. "¿Y si no me dormía?". Los efectos de la anestesia comenzaron a hacer efecto y por último escuché la voz del anestesista diciendo: "bueno, ahora sí, buen viaje, chauuu".

Y así fue. Fue un chau rotundo. Se apagó el mundo. Me sumergí en un sueño muy profundo. Me sentía calentita y cómoda. No recuerdo qué soñé pero me sentía en un sitio seguro y muy tranquilo.

Y de pronto, pum, vuelta a la vida. "Hoooola, arriiiiiba, todo está bien", dijo el anestesista. Y de lejos, la voz de mi médico diciendo: "Todo quedó perfecto". Se lo sentía feliz, exultante. Eso me dio tranquilidad. Tosí como si estuviera respirando mi primera bocanada de aire. Hice una señal de "está todo bien" con el dedo pulgar. Unos cuantos brazos me trasladaron a la camilla que me llevó a la habitación de cirugía ambulatoria. Sentí las manos amorosas de Graciela tapándome con varias frazadas y el cuerpo que no me respondía. Yo sólo quería dormir pero el cuerpo quería despertar. Respiré profundo. Trataba de relajar los miembros pero se me contraían.

Luego me cambiaron a la habitación que me correspondía. En el interín, fui en camilla, semidormida y con un enfermero que era un amor. Yo sólo veía luces. Fue como estar en una película pero sin la banda sonora. De pronto, en el medio del sopor de la anestesia le dije: "ahora entiendo a las series de médicos, te muestran siempre estas luces porque es lo que se ve desde la camilla". El enfermero era muy parecido al hombrecito de varios de mis sueños, el de la gorrita y el cuchillo. Pero acá este hombrecito no me hacía daño sino que me sonreía mientras me metía en ascensores y pasillos hasta llegar a mi habitación propiamente dicha.

5 comentarios:

Irene dijo...

Recuerdo mi experiencia con mi ùnica anestesia general tal cual la contàs vos.
Espero que estès bien!!

Veroka dijo...

Lo que sentí yo cuando me operaron fue la sensación de estar a merced de los demás, fue raro, uno cree que siempre puede controlar casi todo.
Pronta recuperación, ahora armate de paciencia. Hasta que se me regularizó la regla, pasaron varios meses. Me venia 14 días (completos) en cualquier fecha, tuve un cambio hormonal tremendo, bajé de peso, tenia calores, sofocones más bien, después chuchos de frío.
Un beso!

Flor dijo...

Vero, la verdad es que yo sentí una enorme paz al estar allí. Me sentí cuidada y protegida. Tengo fe en que la recuperación será buena. Cada cuerpo se reacomoda a sus tiempos. Por ahora dejo que me mimen mucho. Me siento realmente contenta de haber pasado por esta experiencia. La intervención era necesaria y salió muy bien además de quitar muchos fantasmas.

Irene, gracias! voy mejorando con rapidez. Pasito a paso... hay que caminar.

Pau Bambú dijo...

Flor, Ya paso, lo hiciste!
Una experiencia más, aprendizaje, auto conocimiento, calma, confianza, caminos que avanzan y "pesos" que salieron... Abrazos.
Sos muy valiente, lo hiciste!! Te quiero.

Flor dijo...

Pau, mi amiga yoguini, gracias por tu apoyo, por estar ahí SIEMPRE. Qué genial que nuestros caminos se compartan. Nos sabés cómo me ayudaste en esto. Te quiero yo también y.... ¡quiero mi harina integral! jajajaja.