viernes, 6 de diciembre de 2024
Algunas consideraciones sobre la palabra en sánscrito "prana".
marea y miasma
miércoles, 4 de diciembre de 2024
sapo por liebre
Le escribo a mi amiga Montse.
domingo, 24 de noviembre de 2024
Con renovado afecto, Juan Filloy
miércoles, 20 de noviembre de 2024
en sueños no hay firmeza
José Saramago | «De cómo un personaje llegó a ser el maestro y el autor su aprendiz»
jueves, 3 de octubre de 2024
mis días
Ayer vino una alumna de yoga a recibir su primera sesión de zen shiatsu. Había dejado de venir a la práctica porque le dolían muchos los hombros (tiene comprometido los dos manguitos rotadores). Luego de muchas vueltas vino a tomar una sesión desesperada de dolor. En la charla previa me dijo con lágrimas en los ojos: ¡tomé cincuenta sesiones de kinesiología, Florencia, cincuenta sesiones y no me sirvieron de nada! El sábado me dieron un corticoide porque me moría de dolor de espalda. Tampoco me hizo nada. NADA.
Le pedí que se recostara en el futón en una posición que le resultara cómoda. Se acostó boca arriba. Le pedí que cerrara los ojos. Siempre prefiero que descubran el zen shiatsu antes de explicar qué es. Al palpar su hara (abdomen) encontré un enorme vacío en la zona de diagnóstico del meridiano de vejiga. Un meridiano largo con 62 puntos que recorre toda la parte posterior del cuerpo y que por supuesto bordea ambos lados de la columna vertebral. Cuando un meridiano está muy kyo (vacío) suele doler. Y es un dolor que no se va con analgésicos.
Fue una sesión precisa, suave por momentos, contundente por otros. El zen shiatsu tiene una dinámica lenta, pausada. El toque oscila entre la suavidad y la firmeza. "Nos convertimos en madre con manos de samurai", escribió alguna vez Masunaga, el creador del zen shiatsu. Hay algo precioso en el momento de la sesión. Se crea un momento sagrado para que esa persona pueda reconocerse, sentirse. El cuerpo como una topografía donde se descubren montañas y valles. La energía estancada se libera y se la guía hacia los lugares más desérticos para que nutra lo que hemos olvidado.
Cuando abrió los ojos ya no había dolor. A veces se trata de abrir una llave y que el agua fluya, la corriente limpie. ¿Magia? No, zen shiatsu.
jueves, 5 de septiembre de 2024
lunes, 19 de agosto de 2024
Buen día
Hoy volví a habilitar los comentarios anónimos en este blog. No es que vayan a llover comentarios pero bueno, ya saben, no hay más restricción. Creo que alguien lee esto pero no sé. Capaz soy yo sola hablando conmigo misma que tampoco es algo que esté mal. Nunca pretendí ser famosa y menos por este blogcito. Me gusta que se siga llamando Nube de agua. Como ahora estoy leyendo las Upanisads de verdad (y no fragmentariamente, citada por otros) creo que ahora elegiría otra frase para el encabezado de este blog. Ya va a llegar (la frase). Es sólo una página en internet medio perdida en la nada. Lejos de la vorágine de las redes, de los videítos y las publicidades. No hay ninguna pretensión acá, sólo compartir algo, bah, compartir más que nada textos. Lo textual se está perdiendo, cada día más. Es cierto que todo es un texto, Halliday dixit. La cohesión y coherencia, todo eso que aprendimos. Pero creo que entienden a lo que me refiero. Bueno, aquí va, mi decimocuarta botella al mar. Y que perdure.
domingo, 18 de agosto de 2024
En un cuarto de hotel
Nos fuimos unos días a Mar del Plata sin pensarlo mucho. Vimos que teníamos una ventana posible de tiempo en nuestra rutina y decidimos aprovecharla. Pensamos una ciudad donde pudiéramos caminar, comer rico y sentirnos livianos. Además Mar del Plata tiene mar y todos sabemos que hermosa puede ser fuera de temporada. Queda cerca de Miramar, lugar a donde se fueron a vivir unos amigos que extrañamos mucho. Así que metimos algo de ropa de abrigo, libros, el equipo del mate, sus habanos. Yo me separé mi cuaderno de hojas lisas para garabatear pensamientos, ideas y soltar la mano. Y salimos a la ruta.
De casualidad, justo por esos días leí en una story del instagram de @chicaeléctricaa una frase de Edgardo Cozarinsky sobre los cuartos de hotel que me impactó: "En un cuarto de hotel me siento liviano, como si pudiera reinventarme. Desde la cama, antes de dormir, miro a mi alrededor y nada me anuncia cómo será el día siguiente, me parece posible postergar los fantasmas que no puedo liquidar, y confío en que el sueño no los invite". ¡Quién pudiera cada tanto tener esa experiencia! ¿Y por qué no? ¿No era acaso lo que estábamos haciendo? Cambiar de ciudad, caminar calles, edificios, cafés, dormir en una cama neutral (sin el gato), con sábanas blancas, calefacción central, un baño inmaculado y cuatro días por delante de libertad para que surja lo inesperado. Nada allí anuncia la rutina del día siguiente. Por el contrario, esa habitación que nos hemos conseguido podría estar en cualquier ciudad como la hoja en blanco de cualquier cuaderno, simplemente una hoja lisa para ir soltando la mano.
sábado, 17 de agosto de 2024
salud dental
De repente hacés las cuentas y notás que pasaron 15 años desde la última vez que un dentista te revisó la boca. A lo largo de esos años te percatás de que efectivamente te salieron las muelas de juicio de arriba. Fue muy de a poco, año tras a año, con enorme paciencia, primero una cúspide, luego otra. Cuando comenzó el proceso fuiste a que te revisen. Te dijeron que sí, que efectivamente estaban saliendo. Preguntaste si había que sacarlas. En ese momento era algo tan mínimo que te dijeron de esperar a ver cómo se desarrollaba. Y no volviste más. Cada tanto tiempo sentías la muela empujar la encía. Con mucho cuidado cepillabas la zona, sangraba un poquito y se aliviaba todo. Por lo demás, siempre tuviste sensibilidad en los dientes. Para eso: Sensodyne. De modo que si había algún dolor esperabas para ver cómo evolucionaba. ¿Cómo duele una carie? A tu alrededor, escuchabas como tus amigos y familiares se hacían un conducto, se sacaban una muela, se sacaban panorámicas, se ponían brackets y ahora, que estamos todos llegando a los cincuenta, empezaron a circular palabras como implantes, hueso, encía, periodontitis.
Quince años es mucho tiempo para que nadie te haya revisado la boca. Ya estás grande, Florencia. Podés dejar de tenerle miedo al odontólogo. Pequeños momentos de coraje hacen que saques un turno para pedir una consulta. Los días previos te lavás con mucho cuidado. Te mirás la boca, sabés que tenés sarro, hay lugares donde se hace muy difícil limpiar con cepillo y jamás se te ocurriría pasarte hilo dental, esos dientes tan juntitos, no hay modo de que por ahí pase un hilo, ay. Y después está el tema de la mordida. Que mordés mal, que la mordida no cierra. Una vez te dijeron que para que la mordida cerrara había que sacar cuatro piezas dentales de abajo (sanas) y poner brackets. Te amenazaron con que se te iban a caer los dientes si no lo hacías. Nunca más volviste ahí. ¿Cómo te ibas a dejar sacar dientes sanos? ¿Estamos todos locos? Pero con los años aprendiste a respirar por la nariz, a masticar bien cada bocado y si alguien te dice algo de la mordida te reís con la boca abierta mostrando tus dientes de arriba y de abajo.
Llega el día y vas con cierta vergüenza, te pregunta si estás con alguna molestia, le decís que no, que hace quince años que nadie te revisa la boca, que hoy no te duele nada, que las muelas de juicio de arriba... pero que no sabés, que quizás te tocó una boca silenciosa, de esas que no se quejan, temés que vaya a encontrar algo oculto que nunca dijo, nunca habló y que, de pronto, se manifieste. El dentista es agradable, sonríe, te hace abrir la boca y observa con manos suavecitas. Sí, te dice, las muelas de juicio salieron, están afuera y sanas. No están muy bien ubicadas pero que si no te molestan no hay razón para sacarlas. Y que el resto... está muy bien, que bueno, que hay mucho sarro y que por eso va a tener que hacer una limpieza con ultrasonido pero que eso no duele nada, a lo sumo es un poco raro por la vibración pero que hay que hacerlo para cuidar las encías.
Cuando termina te dice: listo, ya tenés la boca al día. Lo que sentís es una enorme gratitud y también algo de tu neurosis que se diluye para siempre. No sabrías explicarlo muy bien. Algo del pasado que cae de maduro. No hay nada como caminar la propia experiencia para dejar de imaginar monstruos escondidos en los pliegues de la boca.
jueves, 1 de agosto de 2024
Volver a Arlt
Es cierto que a Roberto Arlt hay que ir a buscarlo. Que no viene solo. Lo nombran quienes lo leyeron. Sus aguafuertes, sus cuentos, sus novelas, sus obras de teatro. Un escritor realmente prolífico. Un periodista de esos que no abundan. Cuando me prestaron a los 18 años Trecientos millones lo devoré. Lo leí por fuera de la academia (por suerte). El juguete rabioso no se salvó de la crítica panesiana y no, no me sedujo en nada Silvio Astier (pero estoy segura de que fue culpa de Panesi). El otro día le preguntaba a Nico si había leído Los siete locos. Sí, lo leí pero no creo haber entendido nada, me dijo, sólo sé que me fascinó. Pero no me acuerdo de nada. Pero te acordás del Astrólogo, del Rufián, de Endorsain, de la revolución bancada por los prostíbulos. Me contestó que más o menos pero que además se le mezclaban las cosas con Adán Buenos Aires, algo de la rosa galvanizada, los inventos fallidos de Arlt que a toda costa intentaba ganarse unos mangos por fuera de la literatura.
Cuestión que me compré Los siete locos porque no lo teníamos acá en casa. Nunca lo había leído. La edición trae un prólogo de Fabián Casas que es oro. Lo voy leyendo en los colectivos, en las horas muertas y también antes de dormir. Me descubro un poco como Endorsain con esos pensamientos filósoficos que tiene aunque yo no tenga esos problemas que tiene él ni he desfalcado a nadie. Pero su vida interior es intensa. La angustia, la perturbación, la búsqueda de cierta identidad es tan universal. Un dostoivesky argentino. Lo cierto es que en tiempos como los de hoy donde no hay casi historias y solo abundan relatos de primera persona, o bien, los relatos son de mundos ficticios llenos de dinastías y hérores de lata, leer a Arlt es un oasis. Encontrás al hombre común en ese cúmulo de mierda en la que te sumerge el sistema pero también te encontrás con la mente humana en todo su esplendor intentando sacarle lustre a lo que llamamos la vida misma.
miércoles, 31 de julio de 2024
oooooh amigos
de paranoia y soledad.
Despertar aquí es como herirse
con la propia destrucción.
Y qué es lo que hay que hacer
para evitar enloquecer
No pensar que se es
o que se ha sido
y no volverlo a pensar
jamás.
Jamás la había escuchado en vivo hasta este domingo pasado en el auditorio Belgrano donde Pedro dio un hermoso recital por sus 50 años en la música. Esta canción la solíamos escuchar en repeat con mi amiga Lau a los 15 años allá por el año 92. Serú era un grupo viejo, ya disuelto, pero seguía destilando magia para algunos porque para la música nunca hay edad. Yo tenía en mi cuarto un poster de los cuatro. David, Charly, Pedro y Moro. Eran mis Beatles. También me gustaban los Beatles pero nunca tuve un poster de ellos. Había algo en Serú que me hacía escuchar una y otra vez sus canciones, canturrearlas por lo bajo o a viva voz como conjuros contra lo que estábamos viviendo en los noventa. Una forma de resistencia completamente solitaria porque éramos pocos los que escuchábamos a Serú en esa época pero cuando nos reconocíamos, instantáneamente nos hacíamos amigues.
Pedro tiene un vasto recorrido musical. Es un ser maravilloso. No sólo porque es músico sino por como se entregó a la música. El domingo Pedro nos regaló un viaje musical a través de sus canciones cuidadosamente elegidas. Fui con Lau, mi amiga desde los 14 años. Cuando salió Serú '92 (ese disco que sacaron juntos en ese intento de volver a tocar otra vez) lo fuimos a comprar juntas y nos fuimos directo a su casa a escucharlo. Era siempre así. Por haber nacido en el 77 escuché todo al revés. Por ejemplo, primero fue escuchar Tango 4 ('91) y luego fue Tango ('85). Por eso cuando en el tercer tema Pedro arrancó con los acordes de "Culpable eternamente" casi nos desmayamos. Un regalo directo al corazón.
En ese público me sentí envuelta y abrazada por miles de voces que coreaban ooooooh no puede ser feliz con tanta gente hablando hablando a tu alrededor. Y sí, loco, fuimos todos amigos. Una energía alucinante para este tiempo que corre.
miércoles, 24 de julio de 2024
Una experiencia religiosa
Hoy escuchaba a un doctor que hace muchos años acompaña y escucha a pacientes que han vivido experiencias cercanas a la muerte. En un momento dado dice que cuando uno toma conciencia de que existe un principio creador llamado (insertar aquí el nombre que desees según tu cultura/religión, etc) surge la necesidad de volver al origen. La espiritualidad, entonces, sería "la necesidad imperiosa que siente un individuo que ha contactado con su supra-conciencia de volver al origen". Y acá se plantea el interrogante de qué es el origen porque otra vez las palabras remiten a otras palabras. En este caso se refiere a la conciencia primera o la inteligencia primera, el principio de todas las religiones (cada cual lo llamará como pueda según con qué o quién se identifique). El problema con la religión, continúa diciendo este doctor, es que la hacen los hombres (los egos) y entonces se constituyen dogmas o pautas que incluso van en contra del mismo principio de la religión. Entonces las religiones pueden servirte un poco pero no sirven del todo. Esa sería la diferencia entre espiritualidad y religiosidad.
Nunca me consideré una persona religiosa. No me criaron bajo ninguna religión. Pero nunca me reconocí atea tampoco. Crecí rodeada de muchas personas que dicen diariamente que Dios no existe. Otra vez el problema de las palabras. Dios para mi no significa nada. Pero cuando hace muchos años atrás descubrí el Tao y la energía vital (Qi) y luego de la mano del yoga el Prana, los Vayus (alientos) y por supuesto... Brahman... todo adquirió otro color. Porque no se trataban sólo de palabras escritas o pronunciadas por alguien sino de experimentar algo que me estaba sucediendo a mi. Desde muy pequeña siempre tuve la sensación de que había algo más que el mundo material que podemos ver, palpar, sentir. Lo sentía cuando estaba cerca de la naturaleza. Como si la naturaleza fuera algo más de lo que se mostraba. No podía darle nombre a eso. Pero sabía que estaba. Lo podía percibir en el sonido, en el canto de los pájaros, en el murmullo del agua, en el canto de mi madre y en el descubrimiento de mi propia voz cuando cantaba. Tal vez por eso el mundo de las palabras tuvo para mi ese encanto particular desde siempre. La palabra que se podía cantar pero también aquella que narraba y enlazaba historias.
Hoy canto para estar cerca de Dios, no me da vergüenza decirlo. Para celebrar su presencia en todo lo que existe y nos rodea. Para celebrarte y celebrarnos. Me abro a eso que sucede cuando canto. Por alguna causa que desconozco resueno con las palabras en sánscrito y el canto védico. Quién sabe qué semillas estoy recogiendo. Sólo sé que cuando comparto esos cantos algo hermoso sucede.
jueves, 27 de junio de 2024
sonido sagrado
Los cantos védicos son parte de este ritual. Son cantos muy precisos que deben cantarse de una forma determinada. Son como aquellos programas de una computadora: si no están bien escritos, si falta algún código, no funcionan. Para que funcionen estos cantos deben pronunciarse y entonarse correctamente. Es el modo que tenían en la cultura védica de asegurarse que el mundo estuviera a salvo. Cantaban para que el sol saliera cada mañana, para que lloviera sobre los campos sembrados, para la fertilidad, para agradecer al maestro, para el crecimiento de la vida, para que hubiera paz en la tierra, los hombres, los animales y los planetas.
viernes, 7 de junio de 2024
ma aham
miércoles, 5 de junio de 2024
sarvesham svasti bhavatu
Nuestro profe de sánscrito nos manda un mantra para traducir. Nos manda además la versión que Tina Turner hizo del mantra junto a un coro de niños. Me pongo los auriculares y le doy play.
Me sumerjo en transliterar el devanagari mientras Tina canta: oooommmm. Y los niños repiten: oooooommmm. Y luego Tina: oooommmm. Y los niños: ooooommmmm.
Y entonces empieza el mantra.
sarvesham svastir bhavatu
sarvesham shantir bhavatu
saversham purnam bhavatu
sarvesham mangalam bhavatu
Aún sin saber que sarvesham es un adjetivo que se declina en forma pronominal y que tiene la traducción de "todos" y que está en caso genitivo. Aún sin saber que svasti es bienestar, purna es plenitud y mangala es felicidad. Aún sin saber que bhavatu es un verbo que está en modo imperativo y conjugado en la tercera persona del singular. Aún sin saber que estos versos que estoy escuchando están diciendo, rezando, pidiendo, orando que el bienestar, la plenitud, la paz y la felicidad sea de todos empiezo despacito a llorar, se me caen las lágrimas como quien quiere limpiar una herida muy antigua y me invade un amor y una reafirmación de por qué estar en este mundo.
viernes, 31 de mayo de 2024
yoga
lunes, 27 de mayo de 2024
un 25 de mayo poco habitual
Sueño que estamos habitando una casa llena de gente. Por la noche habrá una guitarreada a modo de festejo. Me dicen que por qué no preparo alguna de las canciones que solía cantar cuando era joven. Me voy con una guitarra a una habitación a tratar de recordar la letra. En el sueño la canción es confusa. Pero en un momento descubro que la canción que yo cantaba en castellano y que pensaba que hablaba de amor en realidad es una canción originalmente escrita en alemán y que habla de pedofilia. El impacto es inmenso. Me niego a cantar esa canción.
Cuando me despierto reconozco que la canción del sueño es "Serenata para la tierra de uno" de María Elena Walsh. Y pienso, qué atinado todo realmente. Porque la patria no es otra cosa que una casa habitada por un montón de gente. Y esa casa está siendo ultrajada una y otra vez por quienes dicen amarla.
sábado, 25 de mayo de 2024
viernes, 24 de mayo de 2024
que ves el cielo
8:01 de la mañana. Nico acaba de salir con el auto rumbo a su trabajo. Estoy sentada frente al escritorio con un mate calentito en la mano traduciendo mi primer sutra de Patañjali. Tengo una hora para sumergirme en el mundo del sánscrito y ya después llega Mariano a arreglar no se qué del techo. Pero entonces suena mi celular. Debe ser Mariano, pienso, que llega más temprano o que se le hizo tarde o que se agarró dengue otra vez o vaya uno a saber qué. Pero no. Es Nico. Nico me llama al celular. Pienso, le pasó algo. Atiendo con un poco de temor. Amor, ¿pasó algo? Me responde: la luna, se ve la luna redonda, hermosa, espectacular ¡y son las ocho de la mañana! ¿Para qué lado?, le pregunto confundida. Estoy mirando por la ventana que da al este y veo que el sol empieza asomar todo rojo entre las nubes. ¡Subí a la terraza, mirá para el lado de panamericana! Ah, Panamericana es el oeste. Cambio de ventana. La luna se ve majestuosa, redonda y blanca. Y sí, son las ocho de la mañana de un viernes, aún Nico me llama para compartirme estas cosas y tenemos la suerte de tener ventanas que dan a ambos puntos cardinales.
domingo, 28 de abril de 2024
No sé que es esto pero yo escribo
Para mi la película es hermosa pero he leído varias críticas enojonas. Algunos la desdeñan o la tildan de sosa. Las críticas no siempre tratan de la obra/texto en sí mismo sino de la necesidad de decir algo a través de eso. Hace tiempo que ya no leo críticas o si las leo lo hago con una semi sonrisa en los labios. Sé perfectamente como se construye la crítica (Lic.en Letras, gajes del oficio) y pienso que ya pasé por ahí, me hizo mucho daño. Fue una etapa, la agradezco, me dio lentes para ver el mundo pero ya no los quiero.
Drive my car está basada en un cuento que se publicó en un libro llamado Hombres sin mujeres publicado también por Anagrama en el 2014.
Esto lo supe después de ver la película porque cuando la empecé a ver no me di cuenta. En realidad aparece anunciado al principio con subtítulos bien grandes pero se ve que yo no lo vi y menos mal porque me iba a predisponer mal.
El teatro es central en la película, especialmente el teatro de Chejov. Es extraño escuchar a Chejov en lengua japonesa (también aparece en coreano ¡y hasta en lenguaje de señas!). Todo eso traducido al español en subtítulos, para que yo, al menos, lo entienda. Pero la verdad es que no importa en que lengua leas o escuches a Chejov. El duelo es universal para toda la humanidad. Todos perdemos algo. Es la ley de la vida. Y eso Murakami lo sabe muy bien. En Drive my car todos los personajes están atravesados por algún duelo. Pero a medida que avanza la película, Chejov se les va metiendo en el cuerpo, haciendo carne, para bien y también para mal. Cada uno atravesando su dolor y oscuridad.
Algo de la oscuridad se resiste en algunos, otros sucumben a ella.
Es una película entretejida por varios lenguajes: el cinematográfico, el literario y el teatral. Al final, hay redención.
Es realmente muy hermoso el final.
domingo, 21 de abril de 2024
Algo interesante de estar estudiando sánscrito es que para una gran parte de la cultura védica antigua es una lengua sagrada, eterna. Si los Vedas son textos revelados, es decir, que no fueron escritos por ningún ser humano, son textos eternos, estuvieron siempre.
Entonces si los Vedas son textos sagrados, el sánscrito debe ser una lengua sagrada. Los mimamsa sostienen, por ejemplo, que existe una firme relación entre la palabra sánscrita y su objeto (presupuesto que la lingüística moderna de Saussure destierra por completo y por eso los lingüistas no son filósofos ni se hacen estas preguntas).
Pero lo cierto es que el sánscrito tiene una gramática increíblemente rica y muy bien descripta. La gramática de Panini es una de las gramáticas más antiguas y fue escrita bajo esta creencia, de que el sánscrito es una lengua revelada. Si los Vedas son eternos, la lengua sanscrita también debía ser eterna y por ende debía ser estudiada. Estudiar sánscrito se constituyó un modo de acercarse a la fuente divina. Cuando Occidente descubre la gramática de Panini no puede creerlo. Y de hecho, la lingüística comparada tan cientificista y positivista que tuvo tanto auge en el siglo XIX y principios del XX le debe muchísimo a esta gramática de Panini.
Nada, eso, que a mi descubrir las relaciones de estas cosas me emociona.
Qué se yo.
sábado, 20 de abril de 2024
"Los viejos se van muriendo y nosotros nos vamos arrimando". Fue el pensamiento que tuve durante el velorio de una tía de Nico.
Es tan extraño y anacrónico lo que sucede en los velorios, esas salas feas que se quedaron en el tiempo con paredes decoradas de piedra, machimbre y melamina. Todo color marrón o negro. La otra sala, donde descansa el cuerpo está completamente azulejada y nunca falta un Jesús en la cruz. Nada es agradable allí y, sin embargo, sucede algo curioso. Entre toda esa fealdad están los abrazos, los besos, las lágrimas que limpian, los recordatorios, las anécdotas. Unos se presentan, otros se miran tratando de reconocerse en el tiempo. El muerto une a los que hace mucho que no se ven y se recuerdan. Había un lazo allí que se fue perdiendo. Y entonces surge esta idea de volver a vernos en otro sitio que no sea ese, en otro encuentro que no sea el del muerto. Pero ya está, es allí. Es por el muerto que estamos allí. Y sabemos en el fondo que no vamos a encontrarnos en otro lugar y está bien, no importa porque cada uno tiene su vida.
sábado, 13 de abril de 2024
Ayer durante la clase practicamos las ondulaciones de la columna que estoy estudiando con Diego en Qi gong. Las asanas sirvieron como una oportunidad para sentir los movimientos del Qi (prana o energía vital). ¿Qué sucede si flexiono las rodillas y borro la curvatura de las lumbares y visualizo que hundo el sacro en la tierra? ¿Qué sucede cuando abro los brazos y hago un pequeño gesto con los dedos de las manos y empujo los pulgares hacia atrás abriendo bien las palmas?
-Acá atrás (se refería a sus omóplatos) están pasando un montón de cosas- me dijo una estudiante.
Me quedo con las devoluciones hermosas que me hicieron al final de la clase. La energía danzada es la más poderosa de todas. Quien se anima a danzar la energía se establece en su ser.
jueves, 11 de abril de 2024
curvo
Se avecina el otoño, otra vez el aire vuelve a cambiar. Siento mis manos cansadas como hojas de un árbol que quieren caer. Se habla tanto de curación pero no de respetar los propios ciclos. Llego a asquearme de mi misma porque no encuentro vocabulario para hablar de lo que hago. De todos modos, no es realmente importante. Qué estructura tan noble el lenguaje.
Hoy me espera caminar el horizonte de esta ciudad. Guardo las uñas para después. Voy a necesitar ese filo. Pero hoy voy a caminar un buen rato. Los pensamientos viejos para deslizarse necesitan movimiento del afuera, con el afuera. Redondo adentro, redondo afuera. Suavizar todo lo que se pueda. El universo es curvo.
Es todo lo que me interesa hoy.
miércoles, 10 de abril de 2024
Ayer a la noche me quedé hasta tarde dibujando las guturales sordas, sonoras y nasales del sánscrito en devanagari (me encantaría tener el teclado que permite distinguir las vocales largas y breves de sánscrito pero no sé bien cómo, tengo que preguntar). Luego pude transliterar algunas palabras. Ya sé cómo se escribe el río Ganjes y me dio mucha alegría.
Es muy extraño lo que sucede en el cerebro cuando se aprende un idioma nuevo. Pero cuando además se aprende un alfabeto nuevo con reglas tan distintas del alfabeto latino (que es el usamos nosotros) el cerebro entra en otra sintonía. Me recuerda en parte a cuando estudiaba griego antiguo que también tiene un alfabeto distinto. Era como entrar en otra dimensión. Una parte de mi mente se apagaba y otra parte de mi mente se encendía.
Ahora también me pasa. Sigo con mi método de repetir y repetir hasta que me salga. Al principio las letras me salían con manchones. Intenté hacerlo más elegante. Busqué entre mis cartucheras mis viejas lapiceras de tinta. Tuve que limpiarlas porque del poco uso se había secado la tinta y no corría. Qué placer sentir el trazo suave de la tinta deslizarse sobre el papel. Como cuando respiramos en un asana determinada y es agradable estar ahí, quedarse allí un rato, observando.
Escribir con el cuerpo, con la mente, con la mano y el corazón.
lunes, 8 de abril de 2024
domingo, 7 de abril de 2024
Tengo unos videos de las clases que tomé durante la pandemia. Así que los puse y empecé a practicar. Me propuse un método. Practico con la voz del video un par de meridianos y luego paro el video y vuelvo a practicar ese mismo par sola, con mi respiración, sintiendo. Luego continúo con otro par. Paro el video y practico el primer par que ya había practicado antes y le añado el nuevo. Hoy llegué hasta el cuarto par de meridianos (V-R). Me faltan dos pares más para completar pero hoy no me da más el cuerpo ni la mente. Es una serie larga e intensa. Fue muy lindo conectar con mis meridianos desde el Qi Gong. Sentir la energía fluir adentro y afuera. Llenar, vaciar, mezclar.
miércoles, 3 de enero de 2024
Bhakti yoga
A mediados de diciembre fui a una charla que daba Edwin Bryant en el edificio nuevo de Puan. Podría haberla visto en el cómodo sillón de mi casa con la computadora ya que la transmitían por zoom pero para mi era importante asistir. Tomé el viaje hacia a Puan como una peregrinación. Después de todo los yoguis han hecho viajes muchísimos más largos para encontrarse con sus maestros. Un viaje a Puan tenía mucho sentido para mi.
Si tienen la posibilidad de comprender... que hay un poder mas alto que ustedes... Es que es tan obvio. ¿Cómo podríamos ser nosotros la última verdad? Estamos en maia (ilusión), amigos míos, y vamos a tener un montón de problemas tratando de explicar maia. ¿Qué es esto... maia? ¿Qué significa? ¿Quieres hablar de filosofía, o no? Necesitamos honestidad y humildad para comprender que hay un poder más alto que nosotros mismos. ¿Quieres ser un racionalista? Hay un orgullo allí. Es un tipo de orgullo. Te vas a colgar de tu intelecto... vas a navegar este Samsara desde tu ego, bueno, buena suerte con eso. Volvé en un par de vidas y fijate como te va.