sábado, 10 de diciembre de 2011

"Esta casa está embrujada", dijo el técnico de Fibertel

La conexión a internet nunca anduvo de maravillas en esta casa. Pero yo estaba emperrada en que seguro era por el router y la wifi y que si enchufábamos la máquina directamente al cable módem todo iba a estar bien.

Lo cierto es que hacer eso era medio un imposible. Para enchufar la máquina había que cambiar la conexión de lugar. El cable módem estaba en un cuarto que al principio solía ser un escritorio pero luego, con los años se había convertido en mi consultorio de shiatsu. El escritorio lo mudé a otra pieza y la compu quedó en manos de un routercito muy simpático que con su antenita parada parecía un marcianito blanco con sus luces verdes titilando. Mi hermano ayudó en la instalación del routercito y listo el pollo, tenés nuevo consultorio de shiatsu e internet en toda la casa.

Pero hete aquí que la idea de que la banda ancha estuviera en el cuarto de shiatsu no me gustaba ni un poco. Primero porque a partir de ahí, si la internet no había sido gran cosa, empezó a funcionar cada vez peor. Luego porque no era muy "energéticamente" higiénico que la banda ancha estuviera ahí custodiada por un Buda hermoso que me miraba desde su podio mientras yo daba las sesiones de shiatsu en el futón.

El año pasado, el padre de Nico y su mujer me regalaron una lámpara de sal preciosa que se suponía que ayudaba a neutralizar las radiaciones de los aparatos electrónicos. Ustedes podrán creer o no en estas cosas pero a mí me hacía mucha gracia que la lámpara de sal se dedicara a neutralizar la banda ancha. Me imaginaba una guerra silenciosa entre la lámpara de sal y el cable módem donde a veces ganaba una y a veces ganaba el otro. Claro que esto nunca lo discutí con nadie y no tengo idea de si la banda ancha afectaba a mis diagnósticos de hara o algo. A veces, cuando venían pacientes, optaba por desenchufar el cable módem y se acabó el problema, dejaba sin internet a toda la casa y si Nico estaba chequeando mails me puteaba por lo bajo.

Lo cierto es que por fin nos decidimos y llamamos a la empresa de cable para que viniera a cambiar el cable módem de lugar. Acordamos un día y vinieron dos técnicos a hacer una tarea que parecía ser sencilla. Agujerearon una pared, tiraron un cable, habilitaron una boca nueva y enchufaron el módem.
El cable módem estaba muerto.
-Qué raro - dijo uno de los técnicos.
Estuvieron tres horas tratando de que la internet funcionara y no lo lograron. Concluyeron que en el único lugar donde andaba la conexión era en el cuarto de shiatsu. Dejaron todo como estaba antes y se fueron diciéndonos que tendríamos que hacer una reinstalación.

Les ahorro todas las llamadas teléfónicas que hicimos para que vinieran nuevamente a casa a hacer la dichosa reinstalación. Desde sus cómodas oficinas los empleados nos decían: "Pero acá la computadora me dice que hay señal, que ustedes tienen internet".
-¡¡Pero no hay!!-le gritábamos nosotros desde el otro lado del teléfono.
Finalmente, un viernes feriado, vinieron otros dos técnicos de Fibertel a ver qué pasaba. Estuvieron alrededor de dos horas, pusieron cables nuevos, reinstalaron todo y... el cable módem estaba muerto.
-Tu casa está embrujada, no sé qué decirte - le dijo uno de los técnicos a Nico.

Yo que estaba en la cocina cebándome unos mates y leyendo un libro de Elisabeth Roudinesco sobre por qué tanto odio contra el psicoanálisis me reí por lo bajo y pensé: "fue la lámpara de sal maldita". Mes a mes había ido minándolo todo. Tuvieron que cambiar la conexión completa, poner todo de cero. Yo no entiendo nada de nombres pero hasta el mismísimo cable módem tuvieron que cambiar porque el viejo que teníamos ya no levantaba señal.

Y después me vienen a hablar de energía a mí.

1 comentario:

chizita dijo...

ajaja para mi que la bloqueaste vos con el poder de tu shiatsu! me alegro q hayas vuelto!