Desde que Jorge Macri ganó las elecciones en Vicente López lo demuestra rompiendo calles (ah, no, perdón era arreglando calles). A partir de este hecho, los colectivos cambian el recorrido de modo que se los puede encontrar por una calle y al día siguiente doblan por la otra. Esto no tiene ningún sentido y causa mucha frustración en la gente que ya de por sí está un poco frustrada.
El hombre de la garita que está enfrente de la parada, aburrido como una ostra, tomó el toro por las astas y trata de ayudar en lo que puede. Entonces se generan diálogos como estos:
-Hoy pasa por allá (y me señala una cuadra hacia la derecha).
-Hoy siga por esta calle que ahora dobla y lo agarra dos cuadras más adelante.
-Hoy...
Y así.
Hace unos días, sin embargo, yo venía embalada ignorando la parada oficial dispuesta a doblar y a seguir por la calle optativa (el hombre es un animal de costumbres) cuando me detuvo un grito.
-¡Señorita, no! ¡Hoy pasa, hoy pasa!
Y así fue. Todo volvió a la normalidad.
Lo que sucede ahora es que el hombre de la garita ha quedado atrapado en el juego. Ayer venía caminando rumbo a la parada oficial cuando escucho que me grita:
-¡Apúrese, que ahí viene!
Genial. Un alertador oficial.
2 comentarios:
Esos señores parece que necesitan amigos. El de seguridad de mi oficina cada tanto se acerca con algún recorte de alguna revista bieeeen amarillista y hace un comentario como si siguiera una conversación que nunca iniciamos! Es raaaaro.
De ahi al "hace frio hoy, no te convendria llevar un abrigo" hay un paso, y luego abandonara el "senorita"...
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