Hoy la clase fue de Iyengar puro. Me gusta el método Iyengar porque  siempre se puede ir un poquito más alla de los límites de nuestro cuerpo  y los elementos de esta técnica lo permiten. Cintos, columpios,  bolsters, ladrillos de madera y las infaltables mats.
Cuando pienso que comencé a practicar yoga en el piso de madera de  un estudio de danza en Colegiales y terminé con todos estos elementos a  mi alrededor no puedo sino reirme. Me gustan los elementos pero no  siempre. A veces es lindo también servirse del propio cuerpo y el  espacio.
La clase consistió en muchos estiramientos hacia adelante, torsiones  (que me hacen muy bien) y apertura de caderas. La clásica shirsasana y  sarvangasana con cinto en los brazos y frazadas para no lastimar las  cervicales.
Salí energizada y con más espacio en mis intercostales.
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