Resulta que ayer, en el día del padre, hicimos una comilona con la familia para agasajar a mi progenitor. Un pollo que hacía mucho queríamos hacer y que lo habíamos sacado de una receta de Nigella. El plato consistía en hacer un pollo al horno con limones cortados en octavos (con cáscara y todo, por eso la importancia de que los limones no tuvieran agrotóxicos).
Al presentar el pollo explicamos que los limones se podían comer (quedan espectaculares) y por supuesto aclaramos que los limones son inofensivos, que son de Gabriel, que este año hubo buena cosecha.
El amuerzo resultó un éxito.
Al rato, en la sobremesa, Lau mira el jardín y exclama: ¡qué lindo que está el limonero!
Claro, le decimos, ese es Gabriel. Los limones son de él.
Laura nos mira desconcertada.
-Yo pensé que Gabriel era un señor que les proveía verdura orgánica y esas cosas.
Es que Gabriel es todo un señor limonero.
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